15 mar 2018

Salmo 35 Depravación del malvado y bondad de Dios

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Salmo 35

Depravación del malvado y bondad de Dios

El malvado escucha en su interior 
un oráculo del pecado: 
"No tengo miedo a Dios, 
ni en su presencia". 
Porque se hace la ilusión de que su culpa 
no será descubierta ni aborrecida. 

Las palabras de su boca son maldad y traición, 
renuncia a ser sensato y a obrar bien; 
acostado medita el crimen, 
se obstina en el mal camino, 
no rechaza la maldad. 

Señor, tu misericordia llega al cielo, 
tu fidelidad hasta las nubes; 
tu justicia hasta las altas cordilleras, 
tus sentencias son como el océano inmenso. 

Tú socorres a hombres y animales; 
¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!, 
los humanos se acogen a la sombra de tus alas; 

se nutren de lo sabroso de tu casa, 
les das a beber del torrente de tus delicias, 
porque en ti está la fuente viva, 
y tu luz nos hace ver la luz. 

Prolonga tu misericordia con los que te reconocen, 
tu justicia con los rectos de corazón; 
que no me pisotee el pie del soberbio, 
que no me eche fuera la mano del malvado. 

Han fracasado los malhechores; 
derribados, no se pueden levantar.

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