7 sept 2019

Santo Evangelio 7 de septiembre 2019



Evangelio según San Lucas 6,1-5.

Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?".Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?". Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".

El domingo, "día del Señor"

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, Jesús se declara "señor del sábado". Los judíos celebran en el "Sabbat" la culminación de la obra de los "seis días" (la creación). Pero para el cristiano ha surgido un nuevo día: el de la Resurrección de Cristo. El séptimo día acaba la primera creación y el octavo comienza la nueva creación en Jesucristo. 

El Señor dio a sus discípulos ya en la Última Cena su Cuerpo y su Sangre como don de la Resurrección: cruz y resurrección forman parte de la Eucaristía, y sin ellas no es Eucaristía. Por ello, la celebración del sacramento debía estar vinculada necesariamente con la memoria de la Resurrección. El primer encuentro con el Resucitado se produjo la mañana del primer día de la semana —el tercer día después de su muerte—, por tanto, la mañana del domingo: ese se convirtió espontáneamente en la liturgia cristiana en el "día del Señor".

—Jesús, el esplendor de tu redención sobrepasa al de la primera creación. ¡Alabado seas por siempre, Señor!

¿Por qué nació usted?

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¿Por qué nació usted?

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.


¿Usted cree que nació por puro accidente genético-biológico? ¿Por una coincidencia de fuerza de una misteriosa energía? Permítame añadir, ¿algo así como nació su perrito? ¿o el gato de la vecina? ¡NO! Dios lo creó y lo dotó de lo necesario para vivir una existencia plena. Le dio inteligencia, voluntad, sentimientos, emociones, espíritu, cuerpo. Todo esto para vivir plenamente. Para cumplir una misión grande, sublime, en la tierra. Recuerde que: DIOS NO CREA BASURA. 

¿Y por qué nació aquí? ¿En este siglo? ¿De tales padres? ¿Por qué no hace cuatro siglos? Y si es hombre, ¿por qué no es mujer? Y si es mujer, ¿por qué no varón? ¿Por qué ese color en su piel? PORQUE ASÍ LO QUIERE DIOS PARA CUMPLIR UNA GRAN MISIÓN EN LA TIERRA. ¡Así mismo como es! 

¡Despierte ya! Usted es la persona que necesitamos. La persona que el mundo necesita. Usted es un ser esencial en la existencia del mundo. Usted es imprescindible. Así es. ¡Dios no crea basura! Y hay algo grande que usted tiene que hacer. Algo que sólo usted puede hacer. Hay un vacío en el mundo que sólo usted puede llenar. Piénselo, descúbralo y hágalo. No es algo apoteósico, probablemente. Es mas bien un conjunto de cosas, hiladas entre sí, que a la larga darán muchos frutos. Use su ingenio, su creatividad y comience a actuar que... "camino se hace al andar". Un paso dado despierta posibilidades. ¡Haga algo! Lo peor es no hacer nada. Y haga ese algo con entusiasmo. Aunque sea lo más sencillo del mundo. 

Lo que no queremos es verlo "sentado" en la cuneta del camino de la vida, viendo pasar al mundo como un desfile. Los demás haciendo algo y usted tomando "fotos" de los acontecimientos. No tenga mentalidad de turista. Levántese y actúe. No diga que no puede. 

Jesús nos enseña. En su vida, siempre activo. Su servicio al prójimo, incondicional. Hizo el bien siempre. Dijo la verdad sin miedo. Enseñó el camino del Reino y amó aun a sus enemigos. 

Cumplió la voluntad de su Padre Dios. Comenzó a construir un mundo nuevo. Y Él quiere actuar en usted, levantarlo. Abra su corazón a Él. Arrepiéntase de sus pecados. Pídale iluminación y en este Mensaje al Corazón le decimos: LO NECESITAMOS. Así como es y cada día mejor. Y no se olvide, ¡CON DIOS, USTED ES INVENCIBLE!

6 sept 2019

Santo Evangelio 6 de septiembre 2019




Evangelio según San Lucas 5,33-39.

En aquel tiempo, los escribas y los fariseos dijeron a Jesús: "Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben".

Jesús les contestó: "¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?

Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar".

Les hizo además esta comparación: "Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.

Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más.

¡A vino nuevo, odres nuevos!

Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


La "Nueva" Alianza

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, frente al ritualismo farisaico, el "vino nuevo" nos remite al panorama de la "renovada" Alianza de Dios con los hombres. Dios, ante las infidelidades de Israel, reiteró la "Alianza" y, finalmente, Cristo la selló de modo "nuevo" y "definitivo". La Alianza del Sinaí se fundaba en dos elementos: 1. La "sangre de la alianza" (sangre de animales sacrificados, con la cual se rociaba el altar —símbolo de Dios— y el pueblo); 2. La palabra de Dios y la promesa de obediencia de Israel.

Esta promesa se rompió con la "idolatría" de Israel y con una historia de reiteradas desobediencias, como muestra el Antiguo Testamento. La ruptura pareció irremediable cuando Dios abandonó a su pueblo al exilio y el templo a la destrucción. Pero, en aquellos momentos, surgió la esperanza de la "nueva Alianza", no basada en la siempre frágil fidelidad humana, sino en una obediencia inviolable: la del Hijo de Dios, Jesucristo.

—Jesús, como siervo, asumes mi desobediencia en tu "obediencia hasta la muerte". ¡Concédeme un "nuevo" corazón!

¿Por qué me sale todo mal?

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¿Por qué me sale todo mal? 

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.


"No sé qué me pasa, pero todo me sale mal". Esta frase, muy repetida, tiene varias causas; pero una muy común es la de que "nosotros atraemos aquello que pensamos". Los pensamientos negativos atraen resultados negativos, pero los pensamientos positivos atraen resultados positivos. Una persona que tiene fe en Dios, una gran confianza en su propia persona, bien claros sus ideales, un deseo intenso de que se vean realizados y hace todo el esfuerzo humano posible, atraerá éxitos y triunfos. Pero el que piensa negativamente, impide resultados positivos. Nadie puede atraer triunfos hacia sí, rechazándolos mentalmente o no amándolos con todo el corazón. 

Lo bueno que imaginamos lo podremos lograr probablemente, pero y, ¿si no imaginamos nada? Tener poca ambición, ser pobre en aspiraciones, no cultivar ideales, es señal de fracaso seguro. Si sus metas y objetivos son definidos, se convertirán en un imán que indefectiblemente lo moverán a actuar para conseguirlas. Se concentrará y se dedicará a alcanzarlas con todo ahínco y determinación, sin desviarse de ese camino por miedo al desaliento. 

Así que volvemos a insistir cuando se queje de sus fracasos, en no echarle la culpa siempre a las circunstancias externas, sino más bien a revisar su mundo interior y localizar posible fallos en usted mismo. Sepa que todos somos arquitectos de nuestro propio destino, protagonistas de nuestra marcha histórica. Por eso, hoy tiene que dedicar más energías y más inteligencia en la consecución de sus sueños, siguiendo un plan de acción determinado donde están las estrategias para alcanzar sus metas. Sepa que su actitud hacia la vida es lo que determinará la respuesta que la vida dé a sus ideales. Cultive una actitud positiva ante la vida. Espere de la vida lo mejor y no lo peor. Usted atrae lo que piensa. Por eso, revise sus pensamientos. 

Tome conciencia de esto: por el atajo de la facilidad no se llega al éxito. El triunfo no le sale a nadie de improviso por el camino. No es fruto del azar ni de la improvisación. Es más bien el resultado de una cuidadosa planeación de lo que deseamos conseguir y de una constante dedicación a tratar de obtener lo que anhelamos. No crea en los "golpes de la suerte" ni en las trampas. Esfuerzo, sacrificio, dedicación, lucha perseverante, esto logra un final feliz y es lo único de lo que usted estará satisfecho, orgulloso y le llenará de bendiciones divinas. Los que van por el atajo de la trampa o quieren que todo se lo den regalado; esos, lamentablemente, van a la ruina. Cada uno atrae lo que piensa y estos últimos atraen el fracaso total. 

Recuerde que el éxito es lograr coronar los ideales nobles que nacen en nuestra alma y poder hacer mucho bien por los demás. Realizarse, cumplir la voluntad del Señor, dejar una huella positiva en su caminar por la vida, hacer el bien; eso es éxito y con Dios es posible, porque con Él, ¡somos INVENCIBLES! 



5 sept 2019

Santo Evangelio 5 de septiembre 2019



Día litúrgico: Jueves XXII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 5,1-11): En aquel tiempo, estaba Jesús a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. 

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.
«Boga mar adentro»

Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez 
(Rubí, Barcelona, España)

Hoy día todavía nos resulta sorprendente comprobar cómo aquellos pescadores fueron capaces de dejar su trabajo, sus familias, y seguir a Jesús («Dejándolo todo, le siguieron»: Lc 5,11), precisamente cuando Éste se manifiesta ante ellos como un colaborador excepcional para el negocio que les proporciona el sustento. Si Jesús de Nazaret nos hiciera la propuesta a nosotros, en nuestro siglo XXI..., ¿tendríamos el coraje de aquellos hombres?; ¿seríamos capaces de intuir cuál es la verdadera ganancia?.

Los cristianos creemos que Cristo es eterno presente; por lo tanto, ese Cristo que está resucitado nos pide, no ya a Pedro, a Juan o a Santiago, sino a Jorge, a José Manuel, a Paula, a todos y cada uno de quienes le confesamos como el Señor, repito, nos pide desde el texto de Lucas que le acojamos en la barca de nuestra vida, porque quiere descansar junto a nosotros; nos pide que le dejemos servirse de nosotros, que le permitamos mostrar hacia dónde orientar nuestra existencia para ser fecundos en medio de una sociedad cada vez más alejada y necesitada de la Buena Nueva. La propuesta es atrayente, sólo nos hace falta saber y querer despojarnos de nuestros miedos, de nuestros “qué dirán” y poner rumbo a aguas más profundas, o lo que es lo mismo, a horizontes más lejanos de aquellos que constriñen nuestra mediocre cotidianeidad de zozobras y desánimos. «Quien tropieza en el camino, por poco que avance, algo se acerca al término; quien corre fuera de él, cuanto más corra más se aleja del término» (Santo Tomás de Aquino).

«Duc in altum»; «Boga mar adentro» (Lc 5,4): ¡no nos quedemos en las costas de un mundo que vive mirándose el ombligo! Nuestra navegación por los mares de la vida nos ha de conducir hasta atracar en la tierra prometida, fin de nuestra singladura en ese Cielo esperado, que es regalo del Padre, pero indivisiblemente, también trabajo del hombre —tuyo, mío— al servicio de los demás en la barca de la Iglesia. Cristo conoce bien los caladeros, de nosotros depende: o en el puerto de nuestro egoísmo, o hacia sus horizontes.


Ponga a Dios en Primer Lugar

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Ponga a Dios en Primer Lugar

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.


En este Mensaje al Corazón en el día de hoy queremos hablarle del lugar que debe ocupar Dios en nuestras vidas y del respeto que le debemos por ser Él la fuente de donde proviene todo. Respetar a Dios implica amarle, honrarle, darle gloria y no permitir que nada ni nadie ocupe su lugar. Y esto es muy importante, porque hay mucha gente que ha puesto en el lugar del Señor sus bienes temporales o a algunas personas. Hay gente que idolatra a un ser humano y lo pone en el lugar de Dios: sea el amante, el político, el artista de cine o el deportista. Esto es fatal, porque Dios está en primer lugar y nada ni nadie puede ocupar su sitio. 

Muchas personas ponen cosas, bienes como dinero, fincas, automóviles, etc. en el lugar de Dios. Esto es un tremendo irrespeto a lo sagrado, a lo divino. Sólo hay un Salvador y solamente ante Él debemos arrodillarnos. Hay gente que pone precio a su alma y vende su dignidad, su honradez, su prestigio, su fama, a cualquier persona. Prefieren vivir inmoralmente, pero con dinero, a vivir moral y dignamente sin dinero; pero teniendo siempre a Dios. Esas personas que renuncian a la presencia de Dios y se fabrican sus ídolos, se convierten en idólatras y están faltando a Dios y jugando con su propia salvación. 

Respetar a Dios implica verlo en todas partes y sobre todo verlo en el hombre; en toda persona está la presencia de Dios. Todo ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios y en todos los bautizados está Dios de una manera plena. Somos templo del Espíritu Santo. Aun en los no bautizados hay presencia de Dios y, por eso, en todo ser humano hay que ver al Señor. Cualquier ofensa, cualquier daño que hacemos a otros, se lo hacemos a Dios. En el rico, en el pobre, en cualquier persona de cualquier raza, está el Señor y todo ser humano merece respeto. Quien no respeta al hombre, no puede respetar a Dios. 

Poner a Dios en primer lugar significa no confundirlo con instituciones políticas, con tendencias económicas o con clases sociales. En la antigüedad, sucedía que el César romano era emperador y, al mismo tiempo, era divinidad y cuando Jesús dijo: Den a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, estaba separando a la institución política de Dios. Dios está por encima de lo político, de lo económico y de lo social. Ciertamente, Dios está presente en la Iglesia y vive en la Iglesia; pero también trasciende la Iglesia. Él está en todas partes, en todo lugar. Está en donde exista un ser humano. Dios supera todo y está por encima de todo y de todos . 

Tampoco debemos confundir a Dios con lo que ha hecho el hombre. Curiosamente, Jesús fue asesinado en el nombre de Dios y en el nombre de Dios lo pusieron en una cruz, pues decían los fariseos que Él se hacía pasar por Dios y que era un mentiroso y que por eso había que matarlo para defender a Dios. Paradójicamente, matan al Hijo de Dios defendiendo el nombre de Dios. 

Los hombres debemos respetar también la naturaleza que es obra del Creador. Respetando la naturaleza, respetamos el futuro del hombre. Cuando el hombre destroza lo que Dios ha creado, ofende la voluntad divina. Lo mismo ocurre con el respeto al progreso humano, ya sea en el campo científico, económico o en los diferentes campos del saber. Todo lo que implique progreso positivo, sano y bueno, ha sido querido por Dios y, por eso, respetar y cuidar lo bueno que el hombre ha hecho es también respetar a Dios. 

Respetar lo sagrado implica poner siempre al Señor en primer lugar y no permitir que nada ni nadie se ponga en su lugar. ¿Usted, pone a Dios en primer lugar o lo ha dejado a un lado por sus dioses baratos y mundanos? ¡Cuidado con irrespetar lo sagrado! En este Mensaje al Corazón le pedimos que respete lo sagrado, lo divino, porque respetar lo sagrado es poner a Dios en primer lugar, es respetar lo humano y es también respetarse a usted mismo. Y recuerde, ¡CON DIOS, USTED ES INVENCIBLE ! 

4 sept 2019

Santo Evangelio 4 de Septiembre 2019



Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,38-44):

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.
Pero él les dijo: «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Palabra del Señor

Sacramento de la "Unción de enfermos"

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, conmovido ante tanto sufrimiento, Cristo se deja tocar por los enfermos y asume sus dolores. Dios —como Dios— no puede padecer, pero el hombre tiene un valor tan grande para Él, que se hizo Hombre para "com-padecer". Así, redimiendo al hombre mediante el dolor, Jesús ha redimido el mismo dolor (le ha impreso un nuevo sentido): ahora el hombre puede unir sus sufrimientos al dolor salvador de Cristo-Redentor. 

Con el sacramento de la "Unción de enfermos" la Iglesia reza por los enfermos y les ayuda a unirse al Señor sufriente. Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento, sino la capacidad de aceptar la tribulación y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito. Realmente, en cada pena humana ha entrado "Uno" que comparte el padecer y, desde ahí, se difunde en cada sufrimiento el consuelo de "tocar" el amor de Dios.

—Jesús, ayúdanos a crecer en humanidad siendo más capaces de sufrir por amor (¡sin quejarnos!).

Pilares de la personalidad



Pilares de la personalidad

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.


Existen normas o patrones que debemos tomar en nuestras vidas para hacer de ellas verdaderos templos de Dios. A estas reglas las llamaremos "Los pilares de la Personalidad" y nos ayudarán a definir mejor nuestro propio ser. Estas son:

1.- MORIR A LO MALO DEL PASADO: No ande por la vida arrastrando odios, temores, malos recuerdos y malas experiencias. Todas estas vivencias negativas harían de usted una personalidad completamente negativa.

2.- CULTIVE LOS DONES QUE DIOS LE HA REGALADO: La creatividad, la simpatía, la inteligencia, etc. son dones que Dios nos regala para ayudarnos a pulir nuestra personalidad. Dios da dones diferentes a cada persona. Son adornos de la personalidad que cada uno debe cultivar por sus propios medios para elevar los valores innatos.

3.- SEA AUTENTICO: Nada más agradable que la autenticidad y la sencillez. No sea copia de nadie. Siéntase orgulloso de su individualidad. Es importante quererse, respetarse y valorarse. Todo esto se puede sentir dentro del marco de la sencillez.

4.- VIVA CON OPTIMISMO: Aunque en ocasiones la vida se presente de manera inesperada, con cosas desagradables, la vida es una! Sea optimista. Viva cada día con amor y alegría. Nuestros padres desean lo mejor para nosotros, con mucha más razón lo quiere Dios que es nuestro Padre Celestial. El nos dio la vida con un propósito. Entonces esperemos lo mejor de la vida que El nos ha regalado. Vea que grandes son sus maravillas: la vida, la luz, la naturaleza y todo lo creado por El. No sea pesimista.

5.- CULTIVE LA FE Y LA ORACION: Comprenda que todo cuanto tiene, todo cuanto es, todo cuanto le rodea y es bueno de Dios viene. Muestre su amor a Dios a través de la fe y la oración. Confíe totalmente en el Señor

6.- EVITE LOS PREJUICIOS: No juzgue a los demás. Mire la belleza interior del alma. No haga juicios a priori. Mantenga su corazón lleno del amor de Dios.

7.- ALABE AL SEÑOR DIARIAMENTE: Alabe al Señor en su diario bregar. En cualquier parte puede hacerlo. Así amaremos más a nuestros hermanos y daremos testimonio de ser dignos hijos de Dios.

8.- CULTIVE LA BUENA SALUD: Su cuerpo es templo de Dios. Respételo. Haga todo lo posible por mantenerse en forma. Es una bendición la buena salud.

9.- CULTIVE EL ARTE DE LA COMUNICACION: La buena comunicación es un arte y existen muchas formas de hacerlo. Cultive un diálogo sincero, profundo y ameno.

10.- SUPERESE CADA DIA: Dios nos concede muchos dones para que volemos muy alto. El quiere que seamos campeones. Encomiende al Señor cada uno de sus propósitos, metas y ambiciones y verá su gloria. Ponga toda su fe y amor en cada labor que emprenda. Así también alabamos a Dios y nos superamos cada día.

Tener una gran personalidad implica mucho esfuerzo y una gran madurez. El dueño de una gran personalidad irradia de su interior un corazón lleno de amor, un alma limpia y pura, y mucha felicidad en lo que hace. Todos tenemos derecho a ser felices. Dios nos da ese derecho. Cultive su personalidad superándose al máximo y no se olvide, ¡CON DIOS USTED ES INVENCIBLE!

3 sept 2019

Santo Evangelio 3 de deptiembre 2019



Evangelio según San Lucas 4,31-37.

Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.

En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". 

Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.

El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!".

Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

“¿Has venido para acabar con nosotros?”

Los ángeles y los hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino último por elección libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse. De hecho pecaron. Y fue así como el mal moral entró en el mundo, incomparablemente más grave que el mal físico. Dios no es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal moral. Sin embargo, lo permite, respetando la libertad de su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de él el bien [...]. Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia (cf Rm 5, 20), sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien.

    "En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8, 28). El testimonio de los santos no cesa de confirmar esta verdad. Así santa Catalina de Siena dice a "los que se escandalizan y se rebelan por lo que les sucede": "Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin". […] Y Juliana de Norwich: "Yo comprendí, pues, por la gracia de Dios, que era preciso mantenerme firmemente en la fe (...) y creer con no menos firmeza que todas las cosas serán para bien [...] Tú misma verás que todas las cosas serán para bien" ("Thou shalt see thyself that all manner of thing shall be well".

    Creemos firmemente que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios "cara a cara" (1 Co 13, 12), nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación hasta el reposo de ese Sabbat definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra.

Nuestro Dios es un Dios de paz

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Nuestro Dios es un Dios de paz

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.


Hay una bienaventuranza en el evangelio que dice así: "Bienaventurados aquellos que son pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios". Hijos de Dios, porque nuestro Dios es un Dios de paz, no es un Dios de venganza, no es un Dios violento; es un Dios que busca el amor, porque es amor. 

La historia de la Iglesia ha tenido hombres y mujeres maravillosos, como Francisco de Asís. Él se paseaba de pueblo en pueblo, de aldea en aldea, iba por los montes y por todos lados, alabando y glorificando al Señor, amando y respetando hasta las hormiguitas y los animales del campo, las flores y más aun las personas. Él no solamente le dice hermano al sol, a la luna, a las estrellas; sino también llama hermana a la propia muerte. Vive reconciliado con todo, amando a todos, aun y a pesar de que al principio lo echaban de los pueblos a pedradas, porque decían que estaba loco. Después se dieron cuenta que era un gran santo. Y como él, en la Iglesia Católica han existido miles de hombres y mujeres auténticamente santos. 



La santidad se manifiesta por la paz que uno vive dentro, por la paz que uno transpira y por la paz que da. Los hombres y las mujeres de Dios son mensajeros de paz, porque nuestro Dios es un Dios de paz, porque Dios es amor y el amor produce paz. Hay una incongruencia, una falta de lógica entre los que nos llamamos católicos o cristianos y la forma en que vivimos con una distancia radical entre el evangelio de Cristo y nuestra forma de vivir. 

En este siglo, un hombre - llamado Ghandi - que destacó inmensamente en la India, que movilizó una revolución increíble para destronar al imperio inglés usando la resistencia pacífica y nunca la violencia, demostró que se puede vivir en paz. 

Ghandi al final de su vida, entre sus posesiones, sólo tenía una máquina de tejer, sus sandalias y su pobre ropa, un crucifijo y también la Biblia. Él dijo que amaba el evangelio, que leía el evangelio, pero que nunca se hizo cristiano, porque no creía en los cristianos. Y tenía razón, porque en Europa, las dos guerras mundiales sangrientas de este siglo, que dejaron millones y millones de muertos, han sido entre cristianos. Y muchos cristianos del primer mundo siguen explotando a los cristianos del tercer mundo. Asimismo, muchos de los que decimos ser católicos mantenemos situaciones opresoras, económicamente inaceptables, que hacen más grave todavía la brecha entre ricos y pobres. 

Nuestro Dios es el Dios de la paz, es el Dios del amor. Nuestro Dios es el Dios de la justicia, es el Dios de la armonía, de la unidad y la alegría. Es el Dios que quiere un mundo nuevo y fraternal. Es el Dios que quiere que todos tengamos qué comer y qué vestir. Que todos tengamos las oportunidades para educarnos. Que podamos participar en todas las decisiones de la sociedad. Es el Dios que hizo un mundo maravilloso y que le duele cómo, por nuestro pecado, estamos acabando con su mundo. Pecado personal, pecado social, pecado ambiental. El Dios nuestro es el Dios de la paz, no es el Dios de la guerra, no es el Dios de la violencia; es el Dios de la reconciliación, es el Dios hecho carne. 

Una de las tentaciones del diablo consistió en decirle a Jesús que probara su fuerza y su poder lanzándose de lo alto del techo del tempo, porque los ángeles lo apañarían y la gente diría: ¡Oh, ése sí que es Dios! Y Cristo dijo que no. No aceptó la tentación de la vanidad y del orgullo y le respondió al diablo: "Está escrito, no tentarás al Señor tu Dios". La tentación del triunfo fácil, la tentación de exhibir cualidades, la tentación de creerse uno más que los demás. La tentación de usar los carismas, dones y demás cualidades para provecho de uno mismo. La tentación, simplemente, de usar las cosas que Dios nos ha dado para beneficio propio. 

¡Fuera los rasgos de orgullo, de vanidad ridícula! A las muchachas les decimos: ¡Fuera esa coquetería ridícula que es un arma de doble filo, porque está jugando con fuego! Asuma los rasgos maravillosos de María Santísima: limpia, pura, sana y virginal. Una mujer sencilla, una mujer profunda, una mujer humilde, que siendo Madre de Dios, no andaba por allí exhibiendo su maternidad; sino que estaba detrás de Cristo, sumisa y dócil. Porque una persona mientras más grande es, más sencilla es. Y Cristo Jesús, el más grande, fue el más sencillo. Imitándolo a Él seremos ¡invencibles! 


2 sept 2019

Santo Evangelio 2 de septiembre 2019



Evangelio según San Lucas 4,16-30.

Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.

Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".

Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?".

Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún".

Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.

Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.

Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.

También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio".

Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron

y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

El bien común: el bien de todo el hombre para todos los hombres

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, las palabras proféticamente anunciadas y concretamente cumplidas en Jesucristo —según su propio testimonio— nos hablan de la necesidad de la gracia (ayuda) de Dios para el bien del hombre. La Doctrina Social de la Iglesia ha acuñado el concepto de "bien común", destacándolo como una exigencia moral para el desarrollo de la humanidad.

No hay desarrollo pleno sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo. A la vez, en una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él, han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando así forma de unidad y de paz a la "ciudad del hombre", y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras. 

—Consecuentemente, la Doctrina Social de la Iglesia ha llegado a definir el "bien común" como el "bien de todo el hombre para todos los hombres".

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Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

Sitio Web: Un mensaje al corazón



Hay un par de actitudes acompañadas de sus ideas fijas y sentimientos intensos: amor-odio; cuya combinación es explosiva. Las personas que pueden al mismo tiempo "amar" y "odiar" realizan dentro de sí mismas una mezcla peligrosa que les impide ser plenamente felices en la tierra. "Amo a mi familia, pero odio a los drogadictos". "Amo a los que creen y luchan por la democracia, pero odio a los comunistas". "Amo a los que son cristianos, pero odio a los ateos". "Amo a los que tienen una conducta moral buena, pero odio a los homosexuales, a las lesbianas". "Amo a los de mi partido político, pero odio a los contrarios". 

Estas actitudes y sentimientos son una combinación nefasta. Porque si su hijo se hace drogadicto, ¿lo odiará? ¿Si su hija se hace comunista, la odiará? ¿Si descubre que su hermano es homosexual, lo odiará? ¿Si su padre pierde la fe, dejará de amarlo? No, dirá usted; sigo odiando a los homosexuales pero amo a mi hermano. Sigo odiando a los viciosos, a los drogadictos, pero amo a mis hijos. ¿Y por qué esos privilegios? ¿Y por qué esa falta de lógica y de ser consecuente con sus principios? Lo que ha pasado es que usted descubrió la persona, una persona concreta en el grupo de los viciosos, su hijo. Y se dio cuenta de que no puede odiar a su hijo. ¿Y no son personas todos los demás viciosos? Y por otra parte usted puede decir: "mi hijo es bueno, pero sus amistades lo llevaron a eso; es una víctima más". ¿Y no puede decirse eso de cualquiera de los otros muchachos que están metidos en esa terrible trampa de la droga? No han sido ellos acaso víctimas del ambiente, de las circunstancias terribles de nuestro tiempo? ¿No son también ellos hijos de alguien? 

El problema es que etiquetamos a las personas y nos dividimos en dos grupos: los buenos y los malos. Los honestos y los tramposos, los sanos y los viciosos, los demócratas y los totalitarios, los cristianos y los ateos. Y que fácil es ver la vida así. Que cómodo es vivir teniendo esas fronteras tan tajantes y amando a unos y odiando a otros. ¿Y si usted hubiera nacido en un barrio muy pobre y desde pequeñito hubiera tenido que robar para vivir? ¿Y si usted tuviera problemas de alcoholismo, porque eso es muchas veces congénito, hereditario y fuera un borracho, un viciosos alcohólico? ¿Y si usted perteneciera a un grupo minoritario? ¿Le gustaría estar en el otro lado de la frontera? Le gustaría oir: "Ojalá mataran a todos los ladrones o exterminaran a todos los borrachos, o a todos los ricos de este país, o a los blancos." ¿Le gustaría que le escribieran en los restaurantes: "No se permiten perros ni negros aquí". Y que lo excluyeran prácticamente de la sociedad. O que lo persiguieran por ser cristiano en tiempos de Nerón, o por ser liberal cuando los conservadores gobernaban, o viceversa? ¿Le gustaría que le llevaran a los hornos de gas a sus tres hijos, esposa y usted, por ser judío en tiempos de los nazis? ¿Verdad que no? Entonces dejemos ya de clasificar a las personas y separarnos como si fuéramos gentes de diferentes planetas. De ver a otros como seres raros porque no pertenecemos a su clan político, religioso, cultural, moral. 

Somos seres humanos. Participamos de la misma vida. Venimos del mismo Dios. Todos tenemos derecho a vivir. Todos tenemos ilusiones, sentimientos, grandes valores que realizar en la vida. Todos tenemos alma. Todos somos amados por Dios y por todos nosotros murió Jesucristo. Todos tenemos algo de bueno y de malo. Yo puedo condenar hoy al que cometió un robo y mañana, desgraciadamente, por la necesidad y el hambre caer en lo mismo. No hay nadie totalmente bueno ni nadie totalmente malo. Las circunstancias, el ambiente influyen mucho. Lo que tenemos que hacer es amar a todos y, si usted quiere, odiar actitudes, comportamientos, acciones. Luchar para que mejoremos todos. para que este mundo se supere, pero respetando, comprendiendo, entendiendo que no todos tenemos que pensar igual, hacer todo igual. Que hay que hacer campañas contra la droga, contra la corrupción moral, contra la maldad, pues tomemos conciencia de la importancia de esto y organicémonos para hacerlo y que todo sea para mejorar a la humanidad. Pero sin clasismos, fanatismos, odios contra grupos, porque el odio contra personas nos empobrece moralmente, nos daña a nosotros y nos impide amar. Amar a todos. Somos miembros de la misma humanidad. Somos de la misma familia. Que eso le cuesta? Pídale al Dios de la vida que renueve su corazón, lo llene de amor y extirpe el odio, porque con El todo el posible, CON EL SOMOS INVENCIBLES. 

Nosotros-Ellos

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Nosotros-Ellos

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.



Hay un par de actitudes acompañadas de sus ideas fijas y sentimientos intensos: amor-odio; cuya combinación es explosiva. Las personas que pueden al mismo tiempo "amar" y "odiar" realizan dentro de sí mismas una mezcla peligrosa que les impide ser plenamente felices en la tierra. "Amo a mi familia, pero odio a los drogadictos". "Amo a los que creen y luchan por la democracia, pero odio a los comunistas". "Amo a los que son cristianos, pero odio a los ateos". "Amo a los que tienen una conducta moral buena, pero odio a los homosexuales, a las lesbianas". "Amo a los de mi partido político, pero odio a los contrarios". 

Estas actitudes y sentimientos son una combinación nefasta. Porque si su hijo se hace drogadicto, ¿lo odiará? ¿Si su hija se hace comunista, la odiará? ¿Si descubre que su hermano es homosexual, lo odiará? ¿Si su padre pierde la fe, dejará de amarlo? No, dirá usted; sigo odiando a los homosexuales pero amo a mi hermano. Sigo odiando a los viciosos, a los drogadictos, pero amo a mis hijos. ¿Y por qué esos privilegios? ¿Y por qué esa falta de lógica y de ser consecuente con sus principios? Lo que ha pasado es que usted descubrió la persona, una persona concreta en el grupo de los viciosos, su hijo. Y se dio cuenta de que no puede odiar a su hijo. ¿Y no son personas todos los demás viciosos? Y por otra parte usted puede decir: "mi hijo es bueno, pero sus amistades lo llevaron a eso; es una víctima más". ¿Y no puede decirse eso de cualquiera de los otros muchachos que están metidos en esa terrible trampa de la droga? No han sido ellos acaso víctimas del ambiente, de las circunstancias terribles de nuestro tiempo? ¿No son también ellos hijos de alguien? 

El problema es que etiquetamos a las personas y nos dividimos en dos grupos: los buenos y los malos. Los honestos y los tramposos, los sanos y los viciosos, los demócratas y los totalitarios, los cristianos y los ateos. Y que fácil es ver la vida así. Que cómodo es vivir teniendo esas fronteras tan tajantes y amando a unos y odiando a otros. ¿Y si usted hubiera nacido en un barrio muy pobre y desde pequeñito hubiera tenido que robar para vivir? ¿Y si usted tuviera problemas de alcoholismo, porque eso es muchas veces congénito, hereditario y fuera un borracho, un viciosos alcohólico? ¿Y si usted perteneciera a un grupo minoritario? ¿Le gustaría estar en el otro lado de la frontera? Le gustaría oir: "Ojalá mataran a todos los ladrones o exterminaran a todos los borrachos, o a todos los ricos de este país, o a los blancos." ¿Le gustaría que le escribieran en los restaurantes: "No se permiten perros ni negros aquí". Y que lo excluyeran prácticamente de la sociedad. O que lo persiguieran por ser cristiano en tiempos de Nerón, o por ser liberal cuando los conservadores gobernaban, o viceversa? ¿Le gustaría que le llevaran a los hornos de gas a sus tres hijos, esposa y usted, por ser judío en tiempos de los nazis? ¿Verdad que no? Entonces dejemos ya de clasificar a las personas y separarnos como si fuéramos gentes de diferentes planetas. De ver a otros como seres raros porque no pertenecemos a su clan político, religioso, cultural, moral. 

Somos seres humanos. Participamos de la misma vida. Venimos del mismo Dios. Todos tenemos derecho a vivir. Todos tenemos ilusiones, sentimientos, grandes valores que realizar en la vida. Todos tenemos alma. Todos somos amados por Dios y por todos nosotros murió Jesucristo. Todos tenemos algo de bueno y de malo. Yo puedo condenar hoy al que cometió un robo y mañana, desgraciadamente, por la necesidad y el hambre caer en lo mismo. No hay nadie totalmente bueno ni nadie totalmente malo. Las circunstancias, el ambiente influyen mucho. Lo que tenemos que hacer es amar a todos y, si usted quiere, odiar actitudes, comportamientos, acciones. Luchar para que mejoremos todos. para que este mundo se supere, pero respetando, comprendiendo, entendiendo que no todos tenemos que pensar igual, hacer todo igual. Que hay que hacer campañas contra la droga, contra la corrupción moral, contra la maldad, pues tomemos conciencia de la importancia de esto y organicémonos para hacerlo y que todo sea para mejorar a la humanidad. Pero sin clasismos, fanatismos, odios contra grupos, porque el odio contra personas nos empobrece moralmente, nos daña a nosotros y nos impide amar. Amar a todos. Somos miembros de la misma humanidad. Somos de la misma familia. Que eso le cuesta? Pídale al Dios de la vida que renueve su corazón, lo llene de amor y extirpe el odio, porque con El todo el posible, CON EL SOMOS INVENCIBLES. 

1 sept 2019

Santo Evangelio 1 de septiembre 2019



Evangelio según San Lucas 14,1.7-14.

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!".

Cristo ocupó el último puesto en el mundo, la Cruz

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) 
(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, la conciencia de que Dios mismo se ha entregado por nosotros hasta la muerte, tiene que llevarnos a vivir no ya para nosotros mismos, sino para Él y, con Él, para los demás.

La íntima participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro se convierte así en un darme a mí mismo: para que el don no humille al otro, no solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser parte del don como persona. Éste es un modo de servir que hace humilde al que sirve. No adopta una posición de superioridad ante el otro, por miserable que sea momentáneamente su situación. Cristo ocupó el último puesto en el mundo —la cruz—, y precisamente con esta humildad radical nos ha redimido. 

—Quien es capaz de ayudar reconoce que también él es ayudado; el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo. Cuanto más se esfuerza uno por los demás, mejor comprenderá la palabra de Cristo: “Somos unos pobres siervos”.

La recompensa eterna de Dios

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LA RECOMPENSA ETERNA DE DIOS

Por Antonio García-Moreno

1.- SÍ, HUMILDAD. "Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso" (Si 3, 19). Son consejos de Ben Sirac, el sabio inspirado por Dios. Palabras llenas de ciencia, fórmulas cargadas de sabiduría. En este pasaje el maestro aconseja al discípulo la humildad. Si en su vida procede humildemente será querido por todos, se le estimará más que al hombre generoso. Y es cierto. La persona que es humilde, sinceramente humilde, es sencilla, afable. Por su trato se da a querer... Ser humilde, ser sencillo. Olvidarse de sí mismo, estar contento con lo poco o lo mucho que la vida trae consigo. Ser consciente de la propia limitación, atribuir a Dios todo lo bueno que se pueda tener o que se pueda ser. No considerarse más que los demás, tratar a todos con la misma sonrisa, sin mirar a nadie por encima del hombro... El hombre humilde no tiene complejos, no teme quedar mal; no le importa que noten sus limitaciones. El humilde es por eso un hombre realmente libre.

"Hazte pequeño en las grandezas humanas y alcanzarás el favor de Dios" (Qo 3, 20). La fuerza de atracción de la humildad es tan grande, que ni Dios se resiste a ella. Sí, el Señor también se siente atraído por el que es humilde. Muchas veces vemos a Jesús inclinarse hacia el que es pequeño, pobre, enfermo, limitado, humilde. La mujer que Dios escoge por madre es una muchacha oculta entre la gente de su tiempo, una muchacha sencilla que habita en un pueblecito olvidado en las montañas de Galilea. La Virgen lo comprende y exclama: "Porque has mirado la pequeñez de tu esclava, por eso me llamarán bienaventurada todas las generaciones". Sí, Dios ensalza al humilde y abate al soberbio, enriquece al pobre y despide vacío al rico. Desprecia al que se cree justo y abraza al que se siente pecador... Luz, Señor, luz para descubrir la propia pequeñez. Valentía para aceptarla con sencillez. Humildad siempre, por muy alto que tú nos subas. Conscientes de que somos la nada, de que tú eres el todo.

2.- LOS PRIMEROS PUESTOS. "Notando que los invitados escogían los primeros puestos..." (Lc 14, 7) El Señor no hizo distinción de personas. Ni siquiera tuvo prevención con los que le miraban con malos ojos, aquellos que le invitaban para observarle de cerca y espiarle a gusto. Jesús conocía sus intenciones, pero no les esquiva ni se esconde. Él había venido para salvar a todos y a todos les da la posibilidad de que le conozcan y puedan amarle. Podemos decir que lo mismo ocurre ahora. En efecto, Jesucristo por medio de la Iglesia abre sus brazos a todos, no distingue entre rico o pobre, entre hombre o mujer, entre blanco o negro. El Señor quiere acercarse a la humanidad entera y se acerca de continuo de mil formas. Lo que ocurre a veces es que hay quienes no le acogen como se merece, quienes les cierran sus puertas, o se las abren a medias.

En aquella ocasión Jesús observa a los que han sido invitados a la boda, se da cuenta de cómo, a medida que van entrando, se colocan en los mejores puestos. Entonces el Maestro toma ocasión de este hecho para enseñarles cuál ha de ser la actitud y la conducta de un discípulo suyo. Quien quiera seguir su doctrina ha de actuar de una manera totalmente distinta. No ha de buscar el propio lucimiento, no ha de intentar ser el centro de la atención de los demás. Al contrario, ha de buscar la penumbra, el lugar más bajo, el pasar oculto. En un caso como el que están presenciando ha de elegir el último puesto, ser alzado a un sitio de más categoría por el dueño mismo de la casa. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Es una enseñanza cuyo alcance va más allá del caso de una invitación a un banquete. El Señor está pensando en otro banquete de más trascendencia, el banquete de las moradas eternas. Allí cada uno tendrá su puesto, cada uno gozará de su propia categoría. Entonces no valdrán los empujones ni las zancadillas para colocarse en los primeros puestos, no servirán las mentiras ni las apariencias. Entonces cada uno ocupará el puesto que realmente le corresponde, el suyo propio, ese que sólo Dios conoce. Puesto muy distinto quizá del que los hombres asignamos a los demás, o nos escogemos para nosotros mismos. Por eso no nos ha de preocupar otra cosa que ser grandes a los ojos de Dios, merecer sólo ante él y no ante los hombres.

El Maestro sigue exponiendo su enseñanza apoyado en ese banquete del que toma parte. Al hombre que le ha invitado le dice que cuando dé una comida o una cena no invite a quienes le pueden corresponder con otra invitación semejante. Cuando des un banquete, le dice, invita a los pobres, a esos que no podrán corresponderte. Sólo así será Dios mismo el que les pague, el que recompense su buena acción. Es decir, Jesús nos enseña que hemos de hacer siempre el bien, buscando no la recompensa y la gratitud de los hombres, sino la recompensa eterna de Dios.