19 may 2014

El amar del hombre, no es igual al amar de la mujer


El amar del hombre, no es igual al amar de la mujer

El amor de un hombre es el mundo y el mundo de una mujer es el amor
Autor: Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net

El hombre y la mujer reaccionan de diferente manera en su forma de amar.
El amor no significa lo mismo para el hombre que para la mujer.
Saber esto, es saber ya desde el noviazgo que habrá que estar dispuesto a poner esfuerzo para comprender mejor al otro.

Alguien escribió: El amor de un hombre es el mundo y el mundo de una mujer es el amor.
Estas palabras ilustran bastante bien la importancia que cada sexo atribuye al amor. El hombre está volcado al mundo que debe construir y organizar.
El amor que él tiene por su mujer y el amor que le llega desde su mujer, son ciertamente muy importantes para él.
Pero vistas sus obligaciones que tiene en el mundo de su profesión, de su actividad va descubriendo cosas que tiene que hacer y organizar y que le lleva tiempo. Y eso le acapara gran parte de su mente.

La mujer no es indiferente a lo que pasa en el mundo pero para ella lo más grande es el amor. Decir que el amor es algo importante para una mujer, no es suficiente, es necesario decir también que el amor, para una mujer, es todo. Porque la mujer se da totalmente en su amor, no sabe darse hasta la mitad: ella se da enteramente y para siempre.

Un novio que no sospecha el inmenso lugar del amor en el corazón de la novia, no podrá comprenderla.
Lo mismo un esposo que no es consciente de la primacía del corazón en su esposa, no llega a llevarla a la felicidad.

El amor del hombre es un amor de iniciativa, de conquista. Así vemos comúnmente que es el muchacho el que va en busca de la chica y le declara su amor. La chica acepta o rechaza.
Porque en el amor, la actitud femenina es una actitud de acogida del otro, de disponibilidad hacía el otro. La mujer cuando ama tiene una total entrega.

Otro rasgo que caracteriza el modo de amar propio de cada sexo es la rapidez con que el hombre llega a reacciones físicas y la lentitud de la mujer frente a estas mismas reacciones.
Para hablar claramente y se entienda bien, el hombre no tiene necesidad de larga preparación para sentirse preparado para el acto conyugal. Esta disposición es provocada con mucha facilidad en él.

Puesto en presencia de la mujer atractiva, todo hombre se sentirá rápidamente atraído. Muy pronto experimentará el poderoso dinamismo del instinto. Es que la sexualidad del hombre está más concentrada y localizada que la sexualidad de la mujer. En la mujer está como más distribuida, como más oculta en todo su cuerpo.

Alguien lo graficaba muy bien así: el hombre es como una estufa eléctrica: se enciende y ya calienta. La mujer es como un hogar, necesita tiempo para distribuir su calor. 
Los esposos deberán tener muy en cuenta estas dos actitudes sobre la marcha que deben dar a su intimidad amorosa. La esposa siempre necesita de una amorosa preparación.

A la mujer no le basta ser amada y amar. No basta que uno se entregue y que uno gane la vida para ella y para los hijos.
A ella le gusta y le hace falta, que aquel que la ama se lo diga y a veces no necesita palabras: con señales y actos de afecto y ternura.

Que los novios y los maridos que deseen hacer feliz a su novia o a su esposa se acuerden de esto y, por su parte, vamos a rogar que las esposas sean comprensivas por los olvidos que con frecuencia tenemos los esposos. 
Salvador Casadevall
salvadorcasadevall@yahoo.com.ar

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