12 dic 2021

«Viene el que es más fuerte que yo» (Lc 3,10-18)



 «Viene el que es más fuerte que yo» (Lc 3,10-18)


+ Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I.

(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy la Palabra de Dios nos presenta, en pleno Adviento, al Santo Precursor de Jesucristo: san Juan Bautista. Dios Padre dispuso preparar la venida, es decir, el Adviento, de su Hijo en nuestra carne, nacido de María Virgen, de muchos modos y de muchas maneras, como dice el principio de la Carta a los Hebreos (1,1). Los patriarcas, los profetas y los reyes prepararon la venida de Jesús.

Veamos sus dos genealogías, en los Evangelios de Mateo y Lucas. Él es hijo de Abraham y de David. Moisés, Isaías y Jeremías anunciaron su Adviento y describieron los rasgos de su misterio. Pero san Juan Bautista, como dice la liturgia (Prefacio de su fiesta), lo pudo indicar con el dedo, y le cupo —¡misteriosamente!— hacer el Bautismo del Señor. Fue el último testigo antes de la venida. Y lo fue con su vida, con su muerte y con su palabra. Su nacimiento es también anunciado, como el de Jesús, y es preparado, según el Evangelio de Lucas (caps. 1 y 2). Y su muerte de mártir, víctima de la debilidad de un rey y del odio de una mujer perversa, prepara también la de Jesús. Por eso, recibió él la extraordinaria alabanza del mismo Jesús que leemos en los Evangelios de Mateo y de Lucas (cf. Mt 11,11; Lc 7,28): «Entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan Bautista». Él, frente a esto, que no pudo ignorar, es un modelo de humildad: «No soy digno de desatarle la correa de sus sandalias» (Lc 3,16), nos dice hoy. Y, según san Juan (3,30): «Conviene que Él crezca y yo disminuya».

Oigamos hoy su palabra, que nos exhorta a compartir lo que tenemos y a respetar la justicia y la dignidad de todos. Preparémonos así a recibir a Aquel que viene ahora para salvarnos, y vendrá de nuevo a «juzgar a los vivos y a los muertos».

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Aprended del mismo Juan un ejemplo de humildad. No permitió que lo confundieran, se humilló a sí mismo. Comprendió dónde tenía su salvación; comprendió que no era más que una antorcha, y temió que el viento de la soberbia la pudiese apagar» (San Agustín)

«En estos días, recemos. Pero no lo olvidéis: recemos pidiendo la alegría de la Navidad. Demos gracias a Dios por las muchas cosas que nos ha dado, primero de todo la fe. Ésta es una gracia grande» (Francisco)

«Juan Bautista, ‘que precede al Señor con el espíritu y el poder de Elías’ (Lc 1,17), anuncia a Cristo como el que ‘bautizará en el Espíritu Santo y el fuego’ (Lc 3,16), Espíritu del cual Jesús dirá: ‘He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviese encendido!’ (Lc 12,49) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 696)

No hay comentarios:

Publicar un comentario