Hoy, el Divino Pastor se queja de que aquellos “falsos pastores” —fariseos y doctores de la ley— hacían y cumplían, pero no amaban. Jesús, el Buen Pastor, se pone al frente del rebaño. De igual modo, los buenos padres han de ser un buen modelo: el ejemplo arrastra; los buenos educadores se esfuerzan en vivir las virtudes que enseñan. Esto es la coherencia. No solamente con un dedo, sino poniendo la vida.
—¡Menos teorías y más hechos!: las almas grandes son grandes porque ponen amor en las cosas pequeñas.
(Lc 11,42-46)
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