Libérese del stress
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
El stress es una reacción del organismo a un estímulo, generalmente externo, que conduce a estar demasiado tenso tratando de superar los problemas. La tensión invade el ser, el sistema nervioso se agota, la mente no razona, se siente nervios, descontrol y debilidad física. Esta situación rodea constantemente a la persona y daña su reserva de energía y entusiasmo. La persona se encuentra sometida a un «estiramiento del ser», como quien estira una goma hasta que se rompe. El stress agota lentamente y conduce a un estado de zozobra y fatiga que eventualmente produce frustración, duda de sí mismo, ansiedad y depresión.
Toda persona que lucha y trabaja para superarse experimenta stress. La que vive sin algún tipo de tensión, sin motivaciones, ni espíritu de lucha, ni deseos de superación se aburre y cae en inercia. Este stress, que es transitorio y no hace daño realmente, es necesario e incluso bueno. Pero el stress dañino invade el ser sin piedad y al final trae graves consecuencias como depresión y muchas otras enfermedades.
El stress muchas veces es inconsciente y no discrimina ni al rico, ni al científico, ni al obrero, ni al cantante de rock, ni al religioso y definitivamente puede llevar a la depresión. Por ejemplo, una persona se enfrenta a problemas y circunstancias difíciles en su empleo, luego de una jornada ardua de trabajo, espera la llegada del autobús bajo la lluvia o sol intenso, llega finalmente a su hogar a enfrentarse con el trabajo casero, con los problemas de la convivencia conyugal y familiar, problemas y preocupaciones económicos y otros conflictos.
Los niños también están sometidos a presiones en las relaciones personales, y están sujetos a la tensión de la disciplina escolar, con su carga de exámenes y trabajo adicional en casa. Los niños en las capas sociales más marginadas padecen muchas veces de tensión debido a su pobreza, enfermedades y duros trabajos físicos que consumen su energía. Si los niños experimentan stress y apenas comienzan a vivir, cuánto más un adulto.
Aunque es definitivamente nuestro enemigo, no todo stress es malo. Se vuelve peligroso cuando toma posesión de todo el ser y lo mantiene en tensión permanente. A un nivel normal, el stress no perjudica y proporciona capacidad de desafío, acelera el pulso, da brillo a la mirada y mantiene a la persona física y mentalmente bien. El stress puede ser un medio fabuloso para mantenerse despierto y ágil, como aquellas personas que tienen trabajos que son emocionantes y apasionantes o practican algún deporte que los mantiene en una situación de continua vigilancia.
Hay que cuidarse mucho del stress, tener tiempos de descanso, medir las fuerzas, hacer lo que se puede sin exagerar y estar siempre atentos para responder debidamente a situaciones excesivas de presión. Hay causas de stress que no se pueden eliminar y es necesario acondicionar la mente y aprender a reaccionar positivamente. Por ejemplo, usted sabe que es imposible que los niños no lloren, que no molesten o que no se enfermen. No se puede evitar que algunas veces los supermercados estén abarrotados de gente, que haya congestión de tráfico, que se acumule el trabajo en la oficina, que existan vecinos ruidosos y colegas difíciles. Ante estas situaciones, recuerde que usted tiene poder sobre sí mismo y sobre el modo de vivir su vida. Si cree y tiene una profunda fe en Dios, El lo ayudará a buscar un remedio efectivo para que esto no le produzca un stress nocivo.
Guarde la calma cuando tiene que confrontar a su cónyuge o a un familiar que interfiere mucho en su vida o a un compañero de trabajo que le hace la vida imposible. Utilice otra forma de transporte y no maneje su automóvil en horas cuando el tránsito está insoportable. Si no se siente bien en su trabajo, trate de encontrarle el gusto o consiga otro empleo. Recuerde además que usted no puede controlar su mundo externo, salvo en ciertas circunstancias limitadas. Por ejemplo, en nuestro país el clima es caluroso y por más que se queje del calor, allí estará. ¡Qué ganará con lamentarse continuamente! Definitivamente, enfrentarse al problema le ayudará a eliminar la tensión y encontrar una solución. ¡No se duerma!
Para aliviar la depresión causada por el stress continuo, los psicólogos recomiendan reposo y el reposo más profundo es con Jesús, quien dijo «Vengan a mi los que se sienten cargados y agobiados, porque yo los aliviaré.» (Mt 11,28) El es el único que puede calmar y aliviar su crisis y situación depresiva, sus emociones dañadas, su cansancio y caminar gastado.
Cuando esté en un momento difícil, quédese diez o quince minutos ante el Sagrario, o en su habitación leyendo la Palabra de Dios, en oración profunda con fe, y Dios le calmará. Cristo es el único que le puede aliviar de su cansancio y agotamiento. Así lo ha prometido y El es el único que jamás le fallará. No olvide que el Señor está dentro de su corazón, nunca le abandona y solo CON DIOS, USTED SERÁ . . . ¡INVENCIBLE!