13 nov 2020

Os escribo para recordaros el mandamiento… amarnos unos a otros Lucas 17, 26-37

 


Os escribo para recordaros el mandamiento… amarnos unos a otros Lucas 17, 26-37

Bien sabemos que el tema preferido del apóstol Juan es el amor. Así lo vemos en su evangelio y en sus cartas. Una prueba de ello es este fragmento de su segunda carta, recogido en  la primera lectura de hoy. Sabe que Dios es amor, sabe que Jesús, su Hijo, es también amor. y sabe que todos los hombres, creados a imagen y semejanza de Dios, somos también amor, por lo que los seguidores de Jesús debemos imitarle y poner el amor en el lugar más alto de nuestra vida. Hoy san Juan nos aclara que para nosotros amar “significa seguir los mandamientos”, sabiendo que el principal es “amaos unos a otros como yo os he amado”. Quien ama, entre otras muchas recompensas, tiene una de gran valor: “El que me ama guardará mis mandamientos y mi Padre y yo vendremos a él y haremos morada en él”. Todo un Dios que estima que nuestro corazón es una digna morada para él.

En la segunda parte de la epístola, señala que hay muchos que no reconocen a Cristo. Algo parecido sucede en nuestros días, donde la descristianización está vigente. Pero nosotros seguimos creyendo que Cristo es el Hijo de Dios, al que envió hasta nosotros para decirnos lo mucho que nos quería y que nos apuntásemos a vivir el amor con todos, el mejor camino para encontrar sentido a nuestra existencia. Quien le hace caso, “quien permanece en la doctrina vive con el Padre y el Hijo”, como acabamos de recordar. 

El día que se manifieste el Hijo del hombre

Nos hallamos ante un pasaje un tanto oscuro, donde Jesús habla a sus discípulos del “día de la manifestación del Hijo del Hombre”. Pero ayudados de otros pasajes evangélicos, que también tocan este tema, podemos quedarnos con algunas verdades claras.

En tal día se producirá un juicio sobre la humanidad entera, hombres y mujeres. Sabemos lo que va a pasar ese día. Esclarecedora la frase en la que de Jesús vuelve a insistir en este pasaje: “El que pretenda ganarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará”. Por eso, los seguidores de Jesús no hemos de tener miedo a este día, porque hemos intentado en nuestro trayecto terreno hacer caso a Jesús y entregar nuestra vida amando a los demás y no reservándola para nosotros. Ya en esta tierra hemos experimentado el gozo de la entrega, el gozo del amor a los demás. En el día del juicio ese gozo se va a hacer más grande, va a inundar toda nuestra existencia y oiremos a Jesús decirnos: “Venid benditos de mi Padre a tomar posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”, porque entregasteis vuestra vida en la tierra, disteis de comer al hambriento, de beber al sediento…

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