FE DEL SER HUMANO Y COMPASIÓN DE JESÚS
Por José María Martín OSA
1.- Dios ama la vida. Sobre todo le importa la vida del hombre y no se recrea en la destrucción y en la muerte. Ha creado todas las cosas "para que sean". Sin embargo, la muerte existe. El autor del Libro de la Sabiduría considera la muerte física como una consecuencia de la muerte moral o pecado. Ninguna de las dos muertes existía en el principio. El universo creado por Dios era armonioso; no había en él criaturas maléficas ni dominaba sobre la tierra el poder del Abismo. El universo salido de las manos de Dios era el reino de la paz, pero el pecado del hombre ha comprometido el orden del mundo y ha puesto en peligro la vida, ha introducido la muerte, que es el reverso del acto creador. No obstante, la "justicia es inmortal"; esto es, los que practican la justicia no morirán para siempre. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, participante de la inmortalidad divina; pero el poder del pecado lo sedujo, y con el pecado del hombre vino la muerte. El nuevo Adán salvador es Jesucristo. Por El hemos sido salvados de la muerte cuantos creemos en él si practicamos la justicia.
2.- Compartir nuestros bienes con los necesitados. Los primeros cristianos, según el Libro de los Hechos, compartían sus bienes. Se da una situación de necesidad entre los hermanos de Palestina. Pablo recuerda a los corintios que su comunidad se ha destacado en todo y que sería un absurdo que no sobresaliera igualmente por su generosidad. Apela al cariño especial que siempre han demostrado por su persona. Pero la última razón y el verdadero motivo no puede ser otro que el ejemplo del amor de Cristo. El cual, siendo rico, se hizo pobre para que todos nos enriqueciéramos con su pobreza. También los corintios han sido objeto del amor de Cristo y han recibido, por el ministerio de Pablo, la verdadera riqueza. El amor cristiano nivela las diferencias y busca la igualdad como expresión de la común fraternidad en el Señor. Las comunidades cristianas primitivas trataron de poner en práctica este principio. La colecta de Pablo en favor de los cristianos de Palestina es una demostración de ecumenismo. Los cristianos de hoy tenemos también que compartir, pero no solo lo que nos sobra.
3.- Compasión de Jesús hacia todo ser humano. Jesús regresa con sus discípulos a la orilla occidental del lago de Genesaret. Han sido unas jornadas agotadoras, tras la cuales regresa a Cafarnaún, pueblo en el que se había establecido durante la misión evangélica en Galilea. Dos personajes, dos realidades, se acercan a Jesús: un judío y una gentil, Jairo y la hemorroísa Posiblemente los dos habían visto cómo Jesús curaba a los enfermos imponiéndoles las manos. Ahora Jairo espera que le acompañe a su casa y haga otro tanto con su hija enferma. En el camino ocurre otro milagro en beneficio de la pobre mujer que padece una enfermedad vergonzosa. Ella sabía muy bien que, según la Ley, debía evitar todo contacto con las personas, pues era una mujer "impura". Sin embargo, no perderá la ocasión de acercarse sigilosamente a Jesús y de tocar la orla de su manto para ser curada. La fe de esta mujer es impresionante. Jesús demuestra su compasión por ella. No le importa de qué lugar viene, es un ser humano enfermo. Lo vivido estos días de atrás en el Mediterráneo con el barco “Aquarius” nos sitúa a nosotros ante una realidad sufriente ante la que no podemos permanecer impasibles. Cáritas ha demostrado una vez más su humanidad desde el espíritu evangélico, mientras muchos políticos solo querían hacerse la foto. Pero no podemos olvidar que son miles los que llegan en pateras cada día desde África y muchos los perecen en el mediterráneo, una cruel tumba, como ha denunciado el Papa.
4.- Jairo también demuestra su fe en Jesús. Los que le acompañan se ríen después al oír decir a Jesús que la niña estaba dormida. La resurrección de la niña acontece por el poder de la palabra de Jesús, que Marcos ha conservado en original arameo. Jesús se manifiesta como señor de la vida y de la muerte. Todos los milagros que se refieren a resurrecciones no son más que la proclamación de que en Jesús y por Jesús la vida triunfa sobre la muerte. Con frecuencia vemos como Jesús impone silencio a los testigos de sus milagros. Tanto que se ha hablado de la "ley del silencio". Si Jesús establece esa ley es para evitar que sus paisanos confundan el sentido de su mesianismo y caigan en falsos triunfalismos. Él ha venido a demostrar cuál es su mensaje: misericordia y espíritu compasivo.
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