LA CENA NUPCIAL DEL SEÑOR
Por Antonio García-Moreno
1.- LA SANGRE DE LA ALIANZA.- Los ritos ancestrales de la Pascua judía hunden sus raíces en ritos aún más antiguos, aunque adquieren un sentido nuevo y prefiguran al mismo tiempo el sacrificio por excelencia, el sacrificio definitivo, el sacrificio de Cristo. La sangre ha sido siempre un elemento que ha estremecido al hombre, al mismo tiempo que ha visto en ella una fuerza misteriosa.
Al relacionarla con la alianza se pone el acento en la unidad. En cierto modo es una realidad que también hoy está en vigor. Y así se dice que los hermanos tienen la misma sangre, o se establece una especial relación entre quien da su sangre y el que la recibe. Así al participar los pactantes de la misma sangre se establecía entre ellos una estrecha unión.
2.- LA SANGRE DE CRISTO.- El Misterio de la Redención alcanza cotas muy altas en la Eucaristía. Hemos de recordarlo de modo especial hoy, día en que se celebra la gran fiesta del Corpus Christi, en la que los cristianos rendimos adoración al Santísimo Sacramento del altar, le tributamos el culto supremo a Jesús sacramentado. Él quiso derramar su sangre en sacrificio de expiación por nosotros. Antes esta realidad el hagiógrafo exclama: "Si la sangre de los machos cabríos... tienen el poder de consagrar a los profanos, ¡cuánto más la sangre de Cristo que, en virtud del Espíritu eterno se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo!"... Sangre de Cristo, embriágame.
3.- CRISTO, CORDERO DE DIOS.- Los ázimos es el nombre que recibían los panes preparados sin levadura, para comerlos durante los días de la Pascua. El pan de días anteriores, confeccionados con levadura, tenía que haberse consumido ya o ser destruido, pues se consideraba que la fermentación de la masa ludiada era una especie de impureza, incompatible con la fiesta pascual.
Pero más importante que el pan ázimo era el cordero inmolado en esa fiesta. Se recordaba así la sangre de aquellos corderos con la cual se tiñeron los dinteles de las casas de los hebreos, librándolos así de la muerte...En la nueva fiesta pascual, en la Pascua cristiana, Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, como lo recordamos antes de la comunión de su Cuerpo y su Sangre, Alma y Divinidad. En ese momento se nos recuerda, con palabras del Apocalipsis, que estamos invitados a la cena nupcial del Señor.
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