En el camino hacia un perfecto abandono hay que estar dispuestos a que el Señor disponga de nosotros a su gusto. Es necesario que nuestra voluntad, si ha de conservarse en disposición de recibir todos los quereres divinos, esté constantemente desasida de las riquezas, de los parientes y amigos, desasida de la salud, del reposo, del bienestar, de sus propios quereres, de la ciencia, de las consolaciones, desasida de la estima y del cariño de los demás. En todas estas cosas y otras semejantes necesita estar siempre y por completo desprendida, no buscando sino a Dios y su santísima voluntad.
Dom Vital Lehodey
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