16 mar 2013

el recepcionista de la Casa de los Jesuitas, estupefacto




el recepcionista de la Casa de los Jesuitas, estupefacto

«Soy el Papa Francisco, quisiera hablar con el Padre General. No, de verdad que soy el Papa»



El Papa llamó por teléfono a la Casa General de los Jesuitas en Roma pero tuvo que convencer con paciencia al recepcionista de que realmente era el Papa.



Pensó que era una broma. El joven portero de la Casa General de la Compañía de Jesús en Roma nunca esperó recibir una llamada telefónica del Papa Francisco, quien con paciencia y cariño tuvo que convencerle de su identidad para poder hablar con el superior general de los Jesuitas y agradecerle la carta que éste le había enviado la víspera.

El hecho ocurrió a las 10:15 a.m. (hora de Roma) de este viernes y según el relato del Padre jesuita Claudio Barriga, que ha enviado por correo electrónico a las comunidades y amigos de los Jesuitas en todo el mundo, en la casa de Roma se vivieron momentos intensos con la inesperada llamada, según recoge la agencia Aciprensa.

"El portero respondió al teléfono. Le dicen que tiene una llamada desde Santa Marta, y escucha una voz suave y serena: Buon Giorno, sono il Papa Francesco, vorrei parlare con il Padre Generale. (Buenos días, soy el Papa Francisco, quisiera hablar con el Padre General)".

"El portero casi le responde: ´Y yo soy Napoleón´, pero se contuvo. Le respondió secamente: ´¿De parte de quién?´ El Papa entendió que el joven portero italiano no le estaba creyendo y le repite dulcemente: "No, de verdad, soy el Papa Francisco, ¿y usted cómo se llama?"

"Desde la elección del Papa el teléfono de nuestra casa suena cada dos minutos y muchos llaman, incluso gente desequilibrada", señala el Padre Barriga. "A esa altura el portero responde con voz titubeante, dándose cuenta de su error y casi desvaneciéndose: ‘Me llamo Andrés’. El Papa le contesta: ‘¿cómo estás, Andrés?’ Respuesta: ‘Yo bien, disculpe, sólo un poco confundido’. El Papa le dice: ‘No te preocupes, por favor comunícame con el Padre General, quisiera agradecerle por la hermosa carta que me ha escrito’. El portero: ‘Disculpe, Su Santidad, lo voy a comunicar. El Papa: No, no hay problema; yo espero lo que sea necesario’".

El joven portero, Andrés, entregó el teléfono al hermano Afonso, secretario privado del Padre Adolfo Nicolás y ocurrió la siguiente conversación:

-Afonso: "¿Aló?"

-Papa Francisco: "¿Con quién hablo?"

-Afonso: "Soy Afonso, secretario personal del Padre General".

-Papa Francisco: "Soy el Papa, quisiera saludar al Padre General, para agradecerle la bonita carta que me envió".

-Afonso:: "Sí, un momento".

Tras este diálogo en italiano, Afonso se dirige "incrédulo hacia la oficina del Padre General, al lado de la suya, mientras sigue la conversación. Le dice: ‘¡Santo Padre, felicidades por su elección, aquí estamos todos contentos por su nombramiento, estamos rezando mucho por usted!’"

"¿Rezando para que yo vaya para adelante o para atrás?", bromea el Papa. "Naturalmente para adelante", le responde Afonso mientas caminaba. El Papa responde con una risa espontánea.

"Aturdido por la impresión, el hermano ni siquiera llamó a la puerta de la oficina del Padre General y se dirigió hasta donde estaba él, quien lo miró sorprendido. Afonso extendió la mano con el teléfono y le dijo al Padre General, mirándole a los ojos: ´El Papa´".

"Lo que siguió después no lo sabemos en detalle, pero el Papa agradeció muy cordialmente al Padre General por su carta. El General le dijo que le gustaría verlo para saludarlo. El Papa le respondió que va a dar instrucciones a su secretario para que eso pueda ser lo más pronto posible, y que del Vaticano le irían a avisar", concluyó el Padre Barriga.

Religión en libertad

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