17 oct 2020

Santo Evangelio 17 de Octubre 2020

  



Texto del Evangelio (Lc 12,8-12): 


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

»Cuando os lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué os defenderéis, o qué diréis, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir».

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Hoy, el Dios infinitamente misericordioso nos sorprende. ¿Qué es lo que no se perdonará? ¿Por qué no se perdonará? La respuesta es sencilla: ¡Dios no puede “imponer” su perdón! Ahí emerge con toda su fuerza “mi” libertad: ¡Dios se hace impotente frente a ella! Si alguien prefiere reírse o burlarse de Dios…, sin atender a su misericordia, entonces ese alguien se queda en la burla y no alcanza ni a “oler” el perdón de Dios.

—Jesús, hasta da miedo que nos hayas concedido tanto poder. Desde ahora mismo te regalo mi libertad: ¡tuya es, Señor mío!

Reflexión Evangelio (Lc 12,8-12)

 (Lc 12,8-12)


Hoy, el Dios infinitamente misericordioso nos sorprende. ¿Qué es lo que no se perdonará? ¿Por qué no se perdonará? La respuesta es sencilla: ¡Dios no puede “imponer” su perdón! Ahí emerge con toda su fuerza “mi” libertad: ¡Dios se hace impotente frente a ella! Si alguien prefiere reírse o burlarse de Dios…, sin atender a su misericordia, entonces ese alguien se queda en la burla y no alcanza ni a “oler” el perdón de Dios.


—Jesús, hasta da miedo que nos hayas concedido tanto poder. Desde ahora mismo te regalo mi libertad: ¡tuya es, Señor mío!

16 oct 2020

Santo Evangelio 16 de Octubre 2020

  




Texto del Evangelio (Lc 12,1-7): 


En aquel tiempo, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, Jesús se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. Os digo a vosotros, amigos míos: no temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos».

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Hoy Jesús quiere transmitirnos paz y esperanza. Él sabe que en nuestras vidas habrá dificultades, incluso hasta toparnos con algunos de «los que matan el cuerpo», es decir, gente que puede maltratarnos o despreciarnos. Jesús nos anima: «no temáis, no pueden hacer más».


—No pueden hacer más porque el Dios Resucitado siempre está presente. Y, porque vive resucitado para siempre, ni uno de nosotros cae en olvido ante Él. Tú no sabes cuántos cabellos tienes; ¡Jesús sí lo sabe!

Reflexión Evangelio (Lc 12,1-7)

  (Lc 12,1-7)


Hoy Jesús quiere transmitirnos paz y esperanza. Él sabe que en nuestras vidas habrá dificultades, incluso hasta toparnos con algunos de «los que matan el cuerpo», es decir, gente que puede maltratarnos o despreciarnos. Jesús nos anima: «no temáis, no pueden hacer más».

—No pueden hacer más porque el Dios Resucitado siempre está presente. Y, porque vive resucitado para siempre, ni uno de nosotros cae en olvido ante Él. Tú no sabes cuántos cabellos tienes; ¡Jesús sí lo sabe!

15 oct 2020

Santo Evangelio 15 de Octubre 2020

  



Texto del Evangelio (Lc 11,47-54): 


En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso dijo la Sabiduría de Dios: ‘Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán’, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación. ¡Ay de vosotros, los legistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia! No entrasteis vosotros, y a los que están entrando se lo habéis impedido».

Y cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca.


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Hoy, nuestro Dios silencioso alza la voz más que nunca. ¡Vaya bronca! Y eso que Dios lleva la discreción en su ADN. Al otro lado están los de siempre: fariseos, legistas y otros líderes que —manteniendo la fachada de personas honorables— se aprovechan de la gente sencilla. ¡Jesús no puede con eso! Su indignación explota en palabras severísimas.


—Dios no se las calla, aunque eso le cueste caro: «comenzaron a acosarle implacablemente». Nunca de desanimes; Dios está a nuestro favor. Más aún: ¡Jesús resucitado tiene la última palabra!

Reflexión Evangelio de hoy (Lc 11,47-54)


 Hoy, nuestro Dios silencioso alza la voz más que nunca. ¡Vaya bronca! Y eso que Dios lleva la discreción en su ADN. Al otro lado están los de siempre: fariseos, legistas y otros líderes que —manteniendo la fachada de personas honorables— se aprovechan de la gente sencilla. ¡Jesús no puede con eso! Su indignación explota en palabras severísimas.


—Dios no se las calla, aunque eso le cueste caro: «comenzaron a acosarle implacablemente». Nunca de desanimes; Dios está a nuestro favor. Más aún: ¡Jesús resucitado tiene la última palabra!

 (Lc 11,47-54)

14 oct 2020

Santo Evangelio 14 de Octubre 2020

  



Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): 


En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».


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Hoy, el Divino Pastor se queja de que aquellos “falsos pastores” —fariseos y doctores de la ley— hacían y cumplían, pero no amaban. Jesús, el Buen Pastor, se pone al frente del rebaño. De igual modo, los buenos padres han de ser un buen modelo: el ejemplo arrastra; los buenos educadores se esfuerzan en vivir las virtudes que enseñan. Esto es la coherencia. No solamente con un dedo, sino poniendo la vida.


—¡Menos teorías y más hechos!: las almas grandes son grandes porque ponen amor en las cosas pequeñas.

Reflexión Evangelio (Lc 11,42-46)

 


Hoy, el Divino Pastor se queja de que aquellos “falsos pastores” —fariseos y doctores de la ley— hacían y cumplían, pero no amaban. Jesús, el Buen Pastor, se pone al frente del rebaño. De igual modo, los buenos padres han de ser un buen modelo: el ejemplo arrastra; los buenos educadores se esfuerzan en vivir las virtudes que enseñan. Esto es la coherencia. No solamente con un dedo, sino poniendo la vida.


—¡Menos teorías y más hechos!: las almas grandes son grandes porque ponen amor en las cosas pequeñas.


(Lc 11,42-46)

13 oct 2020

Santo Evangelio 13 de Octubre 2020

 




 Texto del Evangelio (Lc 11,37-41): 


En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con él; entrando, pues, se puso a la mesa. Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros».


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Hoy el Maestro, que no tiene manías, está comiendo con un fariseo. Jesús es amigo de todos. Y, como buen amigo, no se calla las cosas y denuncia los vicios: «Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad».

—Esta denuncia sigue vigente también para nosotros. ¿Nosotros?. ¡Pues sí! He aquí algunos de nuestros deportes favoritos: “lo políticamente correcto”, “tirar la piedra y esconder la mano”… El “cómo” sin importar el “qué”. ¿Te suena?

Hoy el Maestro, que no tiene manías, está comiendo con un fariseo.




 Hoy el Maestro, que no tiene manías, está comiendo con un fariseo. Jesús es amigo de todos. Y, como buen amigo, no se calla las cosas y denuncia los vicios: «Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad».

—Esta denuncia sigue vigente también para nosotros. ¿Nosotros?. ¡Pues sí! He aquí algunos de nuestros deportes favoritos: “lo políticamente correcto”, “tirar la piedra y esconder la mano”… El “cómo” sin importar el “qué”. ¿Te suena?


 (Lc 11,37-41)

12 oct 2020

Santo Evangelio 12 de Octubre 2020

 


Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): 


En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente alrededor de Jesús, Él comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».


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«Esta generación es una generación malvada; pide una señal»


P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP


(San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)

Hoy, la voz dulce —pero severa— de Cristo pone en guardia a los que están convencidos de tener ya el “billete” para el Paraíso solamente porque dicen: «¡Jesús, qué bello que eres!». Cristo ha pagado el precio de nuestra salvación sin excluir a nadie, pero hay que observar unas condiciones básicas. Y, entre otras, está la de no pretender que Cristo lo haga todo y nosotros nada. Esto sería no solamente necedad, sino malvada soberbia. Por esto, el Señor hoy usa la palabra “malvada”: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás» (Lc 11,29). Le da el nombre de “malvada” porque pone la condición de ver antes milagros espectaculares para dar después su eventual y condescendiente adhesión.


Ni ante sus paisanos de Nazaret accedió, porque —¡exigentes!— pretendían que Jesús signara su misión de profeta y Mesías mediante maravillosos prodigios, que ellos querrían saborear como espectadores sentados desde la butaca de un cine. Pero eso no puede ser: el Señor ofrece la salvación, pero sólo a aquel que se sujeta a Él mediante una obediencia que nace de la fe, que espera y calla. Dios pretende esa fe antecedente (que en nuestro interior Él mismo ha puesto como una semilla de gracia).


Un testigo en contra de los creyentes que mantienen una caricatura de la fe será la reina del Mediodía, que se desplazó desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y resulta que «aquí hay algo más que Salomón» (Lc 11,31). Dice un proverbio que «no hay peor sordo que quien no quiere oír». Cristo, condenado a muerte, resucitará a los tres días: a quien le reconozca, le propone la salvación, mientras que para los otros —regresando como Juez— no quedará ya nada qué hacer, sino oír la condenación por obstinada incredulidad. Aceptémosle con fe y amor adelantados. Le reconoceremos y nos reconocerá como suyos. Decía el Siervo de Dios Don Alberione: «Dios no gasta la luz: enciende las lamparillas en la medida en que hagan falta, pero siempre en tiempo oportuno».


Reflexión Evangelio

 


(Lc 11,29-32)

Hoy Jesús es contundente. ¡Se le nota disgustado! ¿Por qué? Está harto de que le pidan milagros y, cuando los hace, entonces le dicen que está endemoniado… Volvemos a lo de siempre: Dios no es un actor de circo; no hace “milagritos” para entretener a la gente, sino para aliviar el sufrimiento de los pobres. He ahí el “gran milagro”: al tercer día apareció vivo (¡como Jonás!) después de haber entregado su Vida por ti en la Cruz.

—Ya han pasado 21 siglos: que Dios nos ayude a tener más fe que aquella generación “exasperante”.


11 oct 2020

Santo Evangelio 11 de Octubre 2020

 


Texto del Evangelio (Mt 22,1-14):


 En aquel tiempo, tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: ‘Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda’.


»Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.


»Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda’. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.


»Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».


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«Id a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda»


P. Julio César RAMOS González SDB

(Mendoza, Argentina)


Hoy, Jesús nos muestra al rey (el Padre), invitando —por medio de sus “siervos” (los profetas)—, al banquete de la alianza de su Hijo con la humanidad (la salvación). Primero lo hizo con Israel, «pero no quisieron venir» (Mt 22,3). Ante la negativa, no deja el Padre de insistir: «Mirad mi banquete está preparado, (...) y todo está a punto; venid a la boda» (Mt 22,4). Pero ese desaire, de escarnio y muerte de los siervos, suscita el envío de tropas, la muerte de aquellos homicidas y la quema de “su” ciudad (cf. Mt 22,6-7): Jerusalén.


Así es que, por otros “siervos” (apóstoles) —enviados a ir por «los cruces de los caminos» (Mt 22,9): «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas...», dirá más tarde el Señor Jesús en Mt 28,19— fuimos invitados nosotros, el resto de la humanidad, es decir, «todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales» (Mt 22,10): la Iglesia. Aún así, la cuestión, no es sólo estar en la sala de bodas por la invitación, sino que, tiene que ver también y mucho, con la dignidad con la que se está («traje de boda», cf. v. 12). San Jerónimo comentó al respecto: «Los vestidos de fiesta son los preceptos del Señor y las obras cumplidas según la Ley y el Evangelio que son las vestiduras del hombre nuevo». Es decir, las obras de la caridad con las que se debe acompañar a la fe.


Conocemos que Madre Teresa, todas las noches, salía a las calles de Calcuta a recoger moribundos para darles, con amor, un buen morir: limpios, bien arropados y, si era posible, bautizados. Cierta vez comentó: «No tengo miedo de morir, porque cuando esté delante del Padre, habrá tantos pobres que le entregué con el traje de bodas que sabrán defenderme». ¡Bienaventurada ella! —Aprendamos la lección nosotros.

Hoy Jesús nos presenta al “Dios-mendigo"

 



Hoy Jesús nos presenta al “Dios-mendigo”. Sí, Dios mendigando nuestro amor para llevarnos con Él. Tanto mendigar… y al final acabó en la Cruz hecho un pordiosero. Y en la Cruz, Jesús pide al Padre que disculpe a esos hombres tan difíciles de “conquistar”.


— Desde el día de la Cruz, el Cielo está de “rebajas”. Fíjate en Dimas, el “buen ladrón”: ¡supo aprovechar las “rebajas”!


(Mt 22,1-14)