(Lc 12,8-12)
Hoy, el Dios infinitamente misericordioso nos sorprende. ¿Qué es lo que no se perdonará? ¿Por qué no se perdonará? La respuesta es sencilla: ¡Dios no puede “imponer” su perdón! Ahí emerge con toda su fuerza “mi” libertad: ¡Dios se hace impotente frente a ella! Si alguien prefiere reírse o burlarse de Dios…, sin atender a su misericordia, entonces ese alguien se queda en la burla y no alcanza ni a “oler” el perdón de Dios.
—Jesús, hasta da miedo que nos hayas concedido tanto poder. Desde ahora mismo te regalo mi libertad: ¡tuya es, Señor mío!
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