Hoy, nuestro Dios silencioso alza la voz más que nunca. ¡Vaya bronca! Y eso que Dios lleva la discreción en su ADN. Al otro lado están los de siempre: fariseos, legistas y otros líderes que —manteniendo la fachada de personas honorables— se aprovechan de la gente sencilla. ¡Jesús no puede con eso! Su indignación explota en palabras severísimas.
—Dios no se las calla, aunque eso le cueste caro: «comenzaron a acosarle implacablemente». Nunca de desanimes; Dios está a nuestro favor. Más aún: ¡Jesús resucitado tiene la última palabra!
(Lc 11,47-54)
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