REINA DE LOS APOSTOLES
Apóstol significa enviado, mensajero. Se da este nombre:
1. Por excelencia, a aquellos hombres escogidos por Nuestro Señor Jesucristo, que vivieron con El, que fueron educados en su escuela y por El enviados, después de haber recibido el Espíritu Santo, a predicar el Evangelio por todo el mundo.
2. Por participación, a todos aquellos que, a semejanza de los Apóstoles, predican el Evangelio, especialmente a aquellos que van a otros países para anunciar la Buena Nueva, esto es a los Misioneros.
3. Por analogía, a aquellos fieles cristianos que desarrollan algún trabajo apostólico en general o acción misionera en particular, con lo cual cooperan con la Jerarquía a extender el Reino de Jesucristo.
De todos ellos, María es Madre y Reina.
La superioridad de la Virgen sobre los Apóstoles se funda en tres razones:
a) Ella tuvo relaciones más íntimas con el Divino Redentor. Los Apóstoles fueron los amigos de Jesús. ¡Es el mismo Hijo de Dios quien se profesa amigo de unos pobres y rústicos pescadores!. María en cambio fue la Madre de Jesús. No hay comparación entre las relaciones de la amistad y las relaciones de la maternidad.
Los Apóstoles fueron llamados a seguir a Jesús y vivieron con El tres años, pero María, desde el instante de la Encarnación del Verbo hasta la Ascensión de Cristo, vivió en íntima unión con su Divino Hijo.
Los Apóstoles fueron elegidos para predicar al mundo la divina palabra; María fue escogida para traer a la tierra la Palabra substancial, personal, el Verbo de Dios.
b) Ella tuvo mayor poder que los Apóstoles. A éstos les dijo el Divino Maestro: "vosotros que me habéis seguido ... estaréis sentados sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel" (Mt. 19:28). De María canta la Iglesia: "María penetró en las alturas de los cielos, alegraos, porque Ella reina con Cristo eternamente. Jesús comparte con los Apóstoles su poder judicial, con su Madre comparte el Reino.
Ella fue enriquecida con mayor abundancia de los carismas del apostolado en el día de Pentecostés.
c) María mientras vivió, fue la Maestra y Consejera de los Apóstoles.
No hay otra razón que explique la permanencia de María en la tierra, aún después de la Ascensión de Jesús a los cíelos, sino la gran necesidad que de María tenía la Iglesia naciente. Esta Iglesia no era más que la continuación, la prolongación, de la personalidad de Cristo y de su cuerpo místico. La Providencia, obraba de manera conveniente a sus designios confiando a los cuidados de María la Iglesia recientemente constituida, de la misma manera que le había confiado anteriormente el cuidado del pequeño Jesús.
El Divino Maestro, en el momento de volver al Padre, de donde había salido, le dejó a Ella su escuela y su cátedra, no para que rigiese las ovejas de la grey, como Pedro, sino para que alimentase a los Apóstoles con aquella celestial Sabiduría de la cual estaba enriquecida.
Hija predilecta del Padre. Esposa muy amada del Espíritu Santo. Madre de Jesucristo, autor de toda gracia. Reina de los Apóstoles. ¡Ruega por nosotros!.
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