Virgen Fiel
En dos sentidos puede entenderse este título.
La palabra fidelis o deriva de Fides (FE) y entonces alabamos a la Bienaventurada Virgen porque se distinguió en la fe y ejerció perfectamente esta primera Virtud Teologal o la palabra fidelis que es adjetivo de fidelitas (FIDELIDAD) y en este caso se da gloria a la Virgen María porque fue muy fiel a las Promesas que le hizo a Dios y a los deberes que Jesús le asignó. ¡Con qué fidelidad respondió a los planes de Dios y con cuánto amor aceptó de su Divino Hijo ser nuestra Madre!.
Procuraremos conocer una y otra virtud de esta Virgen Fiel.
La fe, con relación al entendimiento, debe tener dos cualidades principales: ser sencilla y firme.
La sencillez exige nuestro pronto asentimiento, a todas las verdades propuestas por la fe, aún a los más inaccesibles misterios, asentimiento que se apoya únicamente en la autoridad de Dios revelante.
Para introducirnos en el mundo de la materia, Dios nos dio los ojos del cuerpo; para introducirnos en el mundo de los principios, de la ciencia, de las leyes que gobiernan todo lo creado, nos dio la luz de la inteligencia; para introducirnos en el mundo sobrenatural, nos dio la luz de la fe y puso como Maestra a su Iglesia que, con autoridad materna e infalible, nos introduce en este tercer mundo que supera infinitamente en magnitud y magnificencia a los otros dos.
Debemos ir a través de la vida con la sencillez de un niño conducido de la mano de su madre. Jesús dijo: "quien no acoge el reino de Dios como un niño no entrará en él" (Lc. 18;17).
No olvidemos que la fe es un don de Dios que se manifiesta a los humildes y a los sencillos: "Te doy gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños". (Mt. 11:25).
• La fe debe ser firme, no dudosa ni vacilante. Esta certeza inmutable, que debe extenderse a todas las verdades reveladas, tiene un fundamento más sólido e infalible que cualquier testimonio de la razón, de los sentidos o de la experiencia, porque estos elementos de certeza humana pueden ser débiles y falibles, mientras que el fundamento de la veracidad de Dios es luz eterna, indefectible e inmutable.
¿Dónde estaría el mérito de la fe, sí se apoyase, no sobre la autoridad de Dios, sino sobre la razón y sobre el testimonio de los sentidos?
Nuestra fe está fundada, además, sobre la infalibilidad de la Iglesia, columna y fundamento de verdad, a la cual Jesucristo ha prometido asistir hasta la consumación de los siglos.
FE
--- María Santísima poseyó en grado heroico todas las virtudes y debió poseer en grado singular la Fe, que es la primera de todas ellas; Ella llevó a la máxima altura su propia santidad, y debió poner el más sólido fundamento. Ella agradó a Dios más que ninguna criatura porque tuvo muy viva la fe ... fe formada por la mas ardiente caridad.
• El Arcángel le anuncia el altísimo misterio y Ella da el humilde y dócil asentimiento de su Fe y exclama "he aquí la esclava del Señor, HÁGASE en mí..."
• El mismo Mensajero le anuncia la maternidad milagrosa de Isabel, Ella lo cree y va solícita para asistir a su anciana prima.
• En la pobreza de la gruta de Belén nace el Hijo de Dios como el más pobre de los niños. Ella es la primera en adorarlo.
• El Rey de Reyes debe huir al destierro, escondido bajo el velo de la Madre y sustraerse a la ira de un rey terrenal y Ella, adora el misterio de la aparente debilidad del Omnipotente.
• Los habitantes de Nazaret verán durante treinta años, en Jesús, a un joven humilde y lo creerán hijo del carpintero. La fe de María ve y adora en El al Divino Artífice del cielo, de la tierra y de los siglos.
• Ella ve a su Hijo perseguido, calumniado, condenado, llevado a la cruz, traicionado por un discípulo, negado por otro, abandonado de todos (menos San Juan), comparado con vulgares ladrones, crucificado, muerto. Ella se mantuvo en la sombra y no quiso mostrarse como Madre del triunfador (durante la vida pública de Jesús ... cuando hizo milagros) pero su Fe la llevó al Calvario como Madre del Condenado, y adora en el Altar de la Cruz, al Pontífice Eterno, al triunfador de la muerte y del mal.
¡Qué fe la de María Santísima!, sencilla, firme, constante, vivísima, hecha más espléndida por el dolor.
El Espíritu Santo hizo a María depositaria de esta fe y Ella instruyó en esta virtud a los Apóstoles durante el tiempo que transcurrió entre la Ascensión de Jesús y la de su propia, amorosa y gloriosa muerte.
FIDELIDAD
La fidelidad es aquella virtud que nos inclina a mantener, a cumplir las promesas hechas. Es una virtud afín a la justicia.
María poseyó eminentemente también esta virtud; Ella fue constante y perfectamente fiel a Dios y a nosotros. Fue siempre toda de Dios, atenta a cumplir su voluntad.
Fiel en el gozo y en el dolor, en el oprobio y en la gloria, en Nazaret y en Belén, en Judea y en Egipto, durante el triunfo del Hijo y en su muerte sobre la Cruz en el Calvario.
Imitemos esta admirable fidelidad en nuestros deberes, en la fidelidad a la voluntad Divina en nuestra sublime misión, a nuestra vocación a la santidad, a los designios que sobre nosotros tiene la paternal Bondad del Señor.
María Santísima, Virgen fiel a nosotros. Atendiendo a las palabras de su Hijo moribundo, Ella es Madre para todos, nos ama, nos favorece, nos obtiene el perdón de los pecados, la perseverancia en el bien y la vida eterna. Ella es la Madre de la santa esperanza.
Pongamos primero en Dios nuestra esperanza y luego en Ella y jamás seremos confundidos.
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