VIRGEN DIGNA DE ALABANZA
Debemos imitar las virtudes de la Virgen María y procurar que los demás también lo hagan y que se conozca y admire su singular santidad. Es una exigencia del amor, que es difusivo por naturaleza, propagar, glorificar, hacer conocer a la persona amada. Este es el sentido de esta invocación VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.
María vivió en la piadosa sombra de una oscuridad que conmueve, en profunda y perfecta humildad. Aparece en la primera parte del Evangelio y después solamente reaparece en el Calvario cuando participó en las penas de la Cruz.
Después de Jesucristo, el alma más santa y más excelsa fue sin duda la de María Santísima, por eso debe ser, la más exaltada y colmada de alabanzas.
Estas alabanzas y esta gloria tuvieron principio antes que Ella estuviera sobre la tierra participando del privilegio del Hijo. Fue exaltada mucho antes de nacer.
La Iglesia en su Liturgia, ha coronado a María con las fiestas en su honor introducidas en el año eclesiástico, los oficios, los himnos, las Letanías, las procesiones, la solemne coronación de sus imágenes, etc., que manifiestan el amor de la Iglesia hacia su Madre Celestial.
Para Ella, el genio de los grandes Doctores de la Iglesia, la pluma de los Teólogos, la palabra enamorada de los oradores sagrados y la oración confiada de todos los que la aman.
Bienaventurada la boca que habla de María Santísima frecuentemente y con reverencia.
Bienaventurada la persona que a través de la pluma celebra y escribe con santo entusiasmo las grandezas y la gloria de tan excelsa Madre. VIRGEN DIGNA DE ALABANZA.
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