Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,38-44):
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.
Pero él les dijo: «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Palabra del Señor
Sacramento de la "Unción de enfermos"
REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI)
(Città del Vaticano, Vaticano)
Hoy, conmovido ante tanto sufrimiento, Cristo se deja tocar por los enfermos y asume sus dolores. Dios —como Dios— no puede padecer, pero el hombre tiene un valor tan grande para Él, que se hizo Hombre para "com-padecer". Así, redimiendo al hombre mediante el dolor, Jesús ha redimido el mismo dolor (le ha impreso un nuevo sentido): ahora el hombre puede unir sus sufrimientos al dolor salvador de Cristo-Redentor.
Con el sacramento de la "Unción de enfermos" la Iglesia reza por los enfermos y les ayuda a unirse al Señor sufriente. Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento, sino la capacidad de aceptar la tribulación y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito. Realmente, en cada pena humana ha entrado "Uno" que comparte el padecer y, desde ahí, se difunde en cada sufrimiento el consuelo de "tocar" el amor de Dios.
—Jesús, ayúdanos a crecer en humanidad siendo más capaces de sufrir por amor (¡sin quejarnos!).
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