Evangelio según San Lucas 6,27-38.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante.
Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
El pecado es destrucción de la relación de amor
(elaborado a partir de textos de Benedicto XVI)
Hoy descubrimos en el "mandato" de Jesucristo que las "relaciones" con los demás son muy importantes —¡esenciales!— en el hombre. Las Personas Trinitarias —Padre, Hijo y Espíritu Santo— son Relaciones de donación (en grado infinito): Paternidad, Filiación y Amor. El hombre —creado a imagen de Dios Trinidad— también es un "ser relacional", es un "ser para", realiza su vida verdadera sólo como "relación".
Yo solo no soy nada; sólo en el "tú" y "para el tú" soy "yo-mismo". Verdadero hombre significa: estar en la relación del amor, del "por" y del "para" los demás. Y pecado significa estorbar, interrumpir o destruir la relación. Por eso, este fenómeno llamado "pecado" afecta también a los demás y a todo. El pecado es siempre una ofensa que perturba al mundo (no es un fenómeno que sólo y únicamente me afecte a mí).
—Jesús, ¡cuánto me cuesta pensar y vivir pensando en los demás! Concédeme ser siempre "siendo para" Ti y "para mis hermanos".
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