Quizás a Usted le está pasando esto...
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
Que se esté preocupando por todo y a todas horas; que esté martillando su mente con golpes incesantes de miedos y desgracias que pueden suceder; que su imaginación corra veloz, descontrolada y casi demente, visualizando sucesos que pueden ocurrir y que usted percibe con un realismo tan grande que su cerebro y su sistema nervioso lo experimentan como si estuvieran ocurriendo. Si a usted le está pasando esto, le decimos: Dios le perdona sus errores si se arrepiente. Probablemente mucha gente también le perdone si usted pide perdón, pero su sistema nervioso no perdona. Si usted cultiva la preocupación obsesiva y vive siempre alterado por cosas que están ocurriendo en su imaginación o en la realidad, pero agrandadas al máximo por su yo interior, su sistema nervioso se enfermará y puede ser irreversible el daño. El médico católico Alexis Carrel, premio Nóbel, dice que quienes no saben combatir las preocupaciones, mueren jóvenes. Puede ser que la vida física les dure bastantes años, pero su vida psicológica se les acaba pronto y quedan reducidos a ser unos seres entristecidos y huraños. Su sistema nervioso pueden dañarse para siempre. ¡Cuidado!
El andar preocupados y llenos de temores y tristezas produce en el organismo la más completa colección de enfermedades, cada cual más desagradable. La persona preocupada sufre de indigestiones nerviosas, úlceras estomacales (que al sangrar abundantemente pueden producir la muerte en pocas horas), perturbaciones cardíacas, insomnio, jaquecas, etc. El estar tenso y nervioso afecta las glándulas que producen los jugos que intervienen en la digestión y esto daña el estómago. La preocupación pone demasiado tensos los músculos del cuello y esto afecta las arterias que llevan sangre al cerebro y de ahí pueden venir desvanecimientos. Y si todo esto es cierto, ¿por qué estar preocupado siempre, viviendo tenso, alterado, nervioso? Jesús, el Médico del alma, nos dice: ¿De qué nos sirve ganarnos el mundo entero si al final perdemos la vida, si al final perdemos la salud? Muchísima gente vive excesivamente preocupada por las cosas materiales y sus muchas tareas, pagando un precio muy alto por conseguir triunfos, honores, dinero, posesiones para al final perder su salud física y mental. Y algunos consiguen tantas cosas, pero con úlceras, jaquecas, insomnio o perturbaciones del corazón. ¿Es esto un triunfo? Creo que no. Claro que hay que luchar por ideales y metas, pero de manera equilibrada poniendo todo en su lugar, manteniendo una jerarquía de valores. Y el triunfo no se mide por las posesiones adquiridas, sino por la realización plena de todo el ser y por haber contribuido a hacer de este mundo, un mundo mejor.
No se preocupe tanto y viva el hoy. Jesús dice que cada día tiene su afán y que si buscamos el Reino de Dios y su justicia, lo demás se nos dará por añadidura. Jesús no quería que sus discípulos se dejaran envenenar por las tribulaciones y repetía frecuentemente: No se preocupen ni por el alimento, ni por el vestido, ni por el día de mañana. No se preocupen. Mi Padre los ama y sabe lo que van a necesitar. ¿No han visto que a las aves que no tienen graneros de aprovisionamiento mi Padre Dios cuida de ellas? ¿No han visto que a las flores del campo que no hilan ni tejen, mi Padre Dios las viste tan elegantemente? No se preocupen. Ustedes valen más que muchas aves y flores. Jesús nos manda a confiar totalmente en nuestro Padre Dios y nos prohíbe las ansiedades excesivas, las que son enfermizas. No quiere que convirtamos nuestra vida en un infierno. Él quiere que mantengamos la paz, el equilibrio, la serenidad, el dominio de nosotros mismos. Por eso, no se preocupe tanto. No sea tan pesimista. Mire la vida positivamente. Tenga una gran fe en Dios y en la vida.
¿Sabía usted que es alarmante el número de los que diariamente tratan de suicidarse? Algunos no lo consiguen, pero muchos sí. Y es muy probable que en muchos la preocupación enfermiza haya sido la causa que los haya llevado a buscar un fatal desenlace. Una tortura muy antigua consistía en dejar caer una gota de agua sobre la cabeza de la víctima, minuto por minuto. Esto terminaba enloqueciendo a la persona. Eso es la preocupación: una gota de agua que va taladrando su sistema nervioso y termina por hacer de usted un andrajo humano. Jesús no quiere eso para usted. Entréguele a Él sus inquietudes y angustias. Dígale que confía totalmente en Él y que usted va a luchar por ser mejor y no va a permitir más que la preocupación lo atormente. Y no se olvide que con Dios puede vencer cualquier cosa, porque con Él, ¡usted es invencible!
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