Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,1-12):
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.
¡No hay amores infieles! (sobre el matrimonio)
REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI)
(Città del Vaticano, Vaticano)
Hoy vemos al Bautista ser decapitado por defender la verdad sobre el matrimonio. También hoy, los abusos legislativos —que etiquetan como "matrimonio" vivencias afectivas variopintas— deforman el rostro del amor conyugal, hasta hacerlo irreconocible para muchos. ¡La vida humana no es un experimento, ni un contrato de arrendamiento! Sólo un ámbito de fidelidad realmente sólido es adecuado para la dignidad de la convivencia matrimonial y para la educación de los hijos.
El matrimonio —instituido por Dios— es el lugar para el amor total entre un hombre y una mujer. La genuina medida de su amor es la "totalidad". Lo demás es "comercio" (donde los contratos ni obligan de "por vida" ni exigen "exclusividad"). Sólo darme por entero, sin reservarme una parte ni aspirar a una revisión / rescisión, responde plenamente a la dignidad humana.
—Jesús, María y José: iluminad a la humanidad para defender el amor hermoso, porque casarse con el "paracaídas" del divorcio no es casarse; es, simplemente, engañarse.
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