Evangelio según san Lucas (11,1-13), del domingo, 28 de julio de 2019
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,1-13):
UNA vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo:
«Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”».
Y les dijo:
«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:
“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:
“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».
Palabra del Señor
El “Padrenuestro”: la 4ª petición (el pan de cada día)
REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI)
(Città del Vaticano, Vaticano)
Hoy apreciamos la cuarta petición del “Padrenuestro” como la más “humana” de todas: el Señor, que orienta nuestra mirada hacia lo esencial, a lo “único necesario”, sabe también de nuestras necesidades terrenales y las tiene en cuenta.
Él, que dice a sus Apóstoles que no estén agobiados por la vida pensando qué van a comer, ahora nos invita a pedir nuestra comida. El pan es “fruto de la tierra y del trabajo del hombre”, pero la tierra no da fruto si no recibe desde arriba el sol y la lluvia. Esta combinación de las fuerzas cósmicas que escapa de nuestras manos se contrapone a la tentación de nuestro orgullo, de pensar que podemos darnos la vida por nosotros mismos o sólo con nuestras fuerzas.
—Aquí, además, se habla de “nuestro” pan: oramos en la comunión de los discípulos, en la comunión de los hijos de Dios, y por eso nadie puede pensar sólo en sí mismo. Nosotros pedimos nuestro pan, es decir, también el pan de los demás.
El “Padrenuestro”: la 4ª petición (el Pan de la Eucaristía)
REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI)
(Città del Vaticano, Vaticano)
Hoy, la petición del “pan para hoy” nos recuerda los cuarenta años de marcha por el desierto, en los que el pueblo de Israel vivió del maná que Dios le mandaba —día a día— del cielo.
De hecho, los Padres de la Iglesia han interpretado casi unánimemente la cuarta petición del “Padrenuestro” como la petición de la Eucaristía. Así, la oración del Señor aparece en la liturgia de la santa Misa como si fuera la bendición de la mesa eucarística. Los Padres piensan en los diversos sentidos de esta expresión que parte de la petición de los pobres del pan para ese día: precisamente de ese modo —mirando al Padre celestial que nos alimenta— recuerda al pueblo de Dios errante, al que Él mismo alimentaba.
—El milagro del maná, a la luz del gran sermón de Jesús sobre el pan, remitía a los cristianos casi automáticamente más allá, al nuevo mundo en el que la Palabra eterna de Dios será nuestro pan, el alimento del banquete de bodas eterno.
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