¿PIERDE O GANA NUESTRA FE?
Por Javier Leoz
1.- Hasta no hace mucho tiempo, en España (al igual que en otros tantos países) pensábamos que por el hecho de poseer el carnet de conducir ya lo éramos indefinidamente para siempre y que, como mucho, una extralimitación o imprudencia, no iría más allá de una sanción. Con el carnet por puntos ya no vale todo. Quien la hace, no es que la pague, pero sí que va restando en su haber y puede llegar un momento en el cual no pueda circular. Eso es sabido y ahora se quiere volver a reformar
En el inicio de nuestra vida cristiana también se nos dio un carnet por el Bautismo. Y como cristianos también corremos el riesgo de pensar que, por el hecho de estar bautizados, y de que Dios sea bueno y grande, tengamos derecho a todo, muy pocas obligaciones y que, incluso, nos podamos dar la satisfacción de infringir –una y otra vez- las normas mínimas de cara a una cierta calidad de vida cristiana.
Pero lo cierto es que sería bueno pensar que, en la gran carretera que son los años que vivimos, hay momentos en los que vamos restando puntos a nuestra vida ética, a nuestra conducta moral, a nuestro ser hijos de Dios, a nuestro compromiso con el mundo. Lo realizamos, unas veces, conscientemente y otras sin darle demasiada importancia. El mundo, entre otras cosas, nos ha habituado a alejar de nosotros el concepto de “culpa” o de “pecado”. Como si el “todo cuela” y el “todo vale” se constituyese en un factor-cloroformo para no desarrollar los valores evangélicos o justificar nuestras infracciones a Dios y a los demás.
2.- En este domingo, entre otras cosas, el Señor nos dice que estamos faltos de fe:
-Fallo de fe en lo que hacemos
-Ausencia de fe en lo que decimos
-Déficit de fe en lo que creemos y en Aquel en quien creemos
Ya que hablamos del carnet por puntos, nos dice que hay todo un grupo de “conductores” tocados por la fe, pero que viven rebeldemente ante Dios; que hace un tiempo que lo han olvidado; que lo han sustituido por diminutos dioses del tres al cuarto; que conducen su vida (familia, profesión, conciencia, etc.) sin más criterio que la moral personal.
Hoy nos recuerda con San Pablo, que lejos de presumir de hacerlo todo bien, hemos de ser conscientes de aquello que nos falta para, un día, presentarnos ante Dios intachables o por lo menos con la humildad de haber intentado ser sus hijos.
Mientras tanto, y metidos en el verano, el Señor nos escolta. A unos en la playa (para que no se broncee solamente el cuerpo sino el corazón), a otros en la montaña (para que el pulmón sea oxigenado por la fe) y a otros, simplemente, en el lugar donde nos encontramos.
3 .Lo importante es saber que el Señor sigue apostando por nosotros. Nos acompaña. Se fía de nosotros y, lejos de restar puntos a nuestras posibilidades de entrar en el Reino de los cielos, nos trae hasta la parroquia (auténtica autoescuela de fe y de esperanza) para que recuperemos la alegría de vivir, el deseo de ser fieles a él y la capacidad de no olvidarle.
¿Qué no está de moda el ser cristiano? ¿Qué ha perdido “puntos” el pertenecer a la Iglesia y defenderla? ¿Qué te señalan por el camino de la vida por ser miembro de…? ¿Qué te pueden criticar por ir contracorriente?
¡Que no nos condicione¡ Es mejor salir de la tierra, con el marcador a “0” según ciertos cánones que rigen en el mundo, y pensar que hay otro anotador, muy distinto y con otros parámetros en la eternidad, que es al fin y al cabo el que cuenta para llegar a la gran final: el encuentro con Dios.
Que no nos importe perder “ciertos puntos” en la sociedad que nos toca vivir, antes que perder aquellos otros que otorga el Señor, a los que creen en El, esperan en Él y viven según Él.
Para finalizar una breve reflexión; el maligno –a veces— se entrecruza en la felicidad del hombre. Eso es lo que ha ocurrido en los recientes atentados de corte islamista que, una vez más, nos recuerda las consecuencias de unas sociedades debilitadas y con incapacidad para defenderse ante la violencia sin razón.
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