Mi vida es de ustedes
No entrego mi vida a los verdugos ni a la muerte, se la entrego a ustedes cuando reciben la Comunión.
Por: Guillermo Ortiz, S.J. | Fuente: Catholic.net
Pan y vino en las manos, en la intimidad de la cena de amigos, con la sombra de la cruz agobiando la noche, Jesús recapitula su voluntad con la familia humana que asumió como suya, en el misterio de la Eucaristía. Entregando su vida como alimento Jesús está diciendo:
"Mi vida, este cuerpo y esta sangre, esta vida mía no es de los que hoy han dispuesto mi muerte, ni de la muerte misma. Mi vida es de ustedes. Este Cuerpo mío y esta sangre, palpitantes de amor perpetuamente enamorado, es de aquellos de los que me hice familiar y pariente, entre los desterrados hijos de Eva. Es de los que se dejan amar con este amor siempre nuevo que dura, más fuerte que el mal y más fiel que la muerte. Por eso hoy comparto mi cuerpo y mi sangre con ustedes. Soy el hombre que va a la muerte, y el Hijo de Dios que vive para siempre. Por eso, mi cuerpo y mi sangre son sólo indigestión para la muerte".
"No entrego mi vida a los verdugos ni a la muerte, se la entrego a ustedes".
"Y todos aquellos que lo reciben en la Comunión pueden decir lo mismo, mi vida no es de los que creen disponer de mi vida, tampoco soy de la muerte ni de los poderosos, yo soy de Jesucristo, soy del Hijo de Dios".
Acérquense a la comunión, y si están muy lejos de una iglesia o si no pueden moverse y no tiene quien les lleve la comunión, hagan una comunión espiritual. Recen diciéndole a Jesús: Jesús ven a mi vida, porque no soy de las criaturas y tampoco de la muerte. Yo soy de Dios.
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