MISIÓN POSIBLE
Por Javier Leoz
1.- Con un buen capitán, toda travesía es posible. Con una mente lúcida, la idea realizable y, con Jesús por delante, el Reino de Dios comienza a instalarse en este mundo con un punto de partida: el Bautismo.
“Este es mi Hijo amado, escuchadle”. Son las cartas de presentación de un Jesús que, en hechos y palabras, no dejará indiferente a nadie.
A partir de ahora, el pobre, comenzará a ser rico y –el rico- llamado a ser un poco más pobre pero interiormente más rico.
A partir de ahora, el enfermo, sabrá que no es tan mala la enfermedad como la parálisis de corazón, alma, mente o espíritu.
A partir de ahora, los marginados, sabrán y entenderá que hay “alguien” que comparte su condición –de mendigo y descartado- con la fuerza del amor de Dios.
2.- Ser discípulo de Jesús, en este día de su Bautismo, es interpelarnos sobre el cómo llevamos nuestra identificación con Él. ¿Somos entusiastas o apáticos? ¿Orientamos nuestra vida desde Él o marginándolo a Él? ¿Conocemos su vida o solamente nos acercamos en momentos más sociales que cristianos?
Aquel Niño que nació en una noche estrellada y silenciosa, hablará con fuerza sobre el amor y la justicia. Nos dirá que, el perdón, es distintivo de aquellos que se dicen amigos suyos y, sobre todo, nos invitará a ser testigos de lo que, El, dice, forja y enseña.
Si Jesús, desde el día de su nacimiento, comparte nuestra condición humana, ahora, con su Bautismo carga con nuestras deficiencias y pecados, se compromete de lleno en un intento de recuperarnos y de llevarnos a Dios.
¿Qué ser cristiano no es cómodo ni fácil? ¡Por supuesto! ¡Nunca lo ha sido! Pero, Jesús, no se conformó con descender al Jordán para hacer el numerito. No cumplió el rito por simple tradición o presión social. En su ascenso, a la tierra llana y dura, comprobó enseguida que su mensaje era causa de tensión. ¡No dejaba indiferente a nadie! Fue un Niño que, siendo joven, no dejó frío a nadie.
3.- Me gusta pensar en aquel momento del Bautismo del Señor: “Jesús haciendo cola para ser bautizado por las manos de Juan Bautista”. Pero lo hacía con todas las consecuencias. Sabedor del compromiso que adquiría. Consciente de las dificultades que le esperaban en el recorrido del anuncio de su reino.
Y, también, me preocupa –por comparación- recordar la escena de tantos cristianos que se acercan (con muy poca paciencia, sin hacer cola y si puede ser, sin preparación alguna, mejor que mejor) para ser bautizados pero muy poco conscientes de lo que implica el vivir y sentirse como bautizados.
Con el Señor, renovemos en el inicio de este año 2017 nuestro deseo de que la presencia de Dios en nuestra vida sea algo real, vivo, visible y testimonial.
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