27 nov 2016

¡Alto! ¿A Donde va sin metas?




¡Alto! ¿A Donde va sin metas? 
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.



¿Sabía usted que Dios nos hizo como algo muy especial, únicos e irrepetibles y que además nos hizo con un propósito específico? ¿Entonces, cómo es que usualmente caminamos por la vida dando tumbos aquí y allá? ¿Será que no nos hemos planteado en serio la vida? ¿o sencillamente no le hemos dado un verdadero sentido a nuestra existencia? ¿Será tal vez que nos asusta pensar en el ¿por qué vivimos? - en el ¿por qué estamos aquí y adonde vamos? - ¿qué queremos ser en la vida? y otras tantas interrogantes más. O simplemente que no encontramos respuestas porque hasta ahora, no nos habíamos hecho un planteamiento serio a este respecto. Sin embargo, pongámonos a pensar ¿qué puede esperar del futuro, una persona que vive sin ilusiones, sin metas? ¿Qué balance podrá hacer al final de su vida? 
Pues bien: para remediar esta situación y ser mejores, así como para darle un verdadero significado a nuestra vida, debemos fijarnos metas y objetivos precisos. Tener metas es tener razones para vivir, triunfos que conquistar y propósitos para luchar. 

Examinando cuidadosamente cada aspecto de nuestra vida podremos determinar los vacíos que deben ser llenados, pero no debemos hacernos un planteamiento superficial del problema. Tenemos que combinar razonablemente los aspectos materiales y espirituales y proponernos metas que abarquen todas las facetas de nuestro propio ser. Metas espirituales, humanas y materiales, pues subestimar alguno de estos aspectos nos llevaría a una vida vacía e incompleta. 

Triunfar significa mantener una verdadera armonía entre muchísimos factores. Entonces si queremos triunfar vamos a plantearnos en serio nuestra vida, ya que se vive sólo una vez. Plantémonos metas que realmente valgan la pena, que realmente nos sirvan para llevar una vida plena y más útil. Establezcamos metas en función de nuestras propias necesidades, de nuestro interés específico, del ambiente en que nos desenvolvemos. No copiemos. Seamos nosotros mismos, auténticos y no permitamos que nadie anule nuestro juicio personal. 

Sabemos que no es fácil, pero aún estamos a tiempo. Al igual que las grandes empresas, empecemos a planear el futuro, planifiquemos actividades a mediano y largo plazo. Organicemos planes y programas y cumplámoslos en la medida de nuestras posibilidades. 

Elijamos correctamente nuestros objetivos, pues el no hacerlo nos llevará a una existencia gris y sin perspectivas y nos llevará inevitablemente a un descontento con nosotros mismos, que se reflejará en nuestra propia autoestima, en el carácter y hasta en la salud. 

Pidámosle mucho a Dios sabiduría y discernimiento para conocer ¿cuáles son nuestras metas en la vida?. Hagamos una lista objetiva y sincera; que ésta se convierta en una verdadera declaración de principios y no en un pedazo de papel en el que hay un puñado de esperanzas; allí estará el programa de nuestra vida. 

Haciendo esto estaremos dando el paso que marca el principio de una existencia plena y feliz. 

Ánimo, empecemos hoy recordando siempre que CON DIOS USTED ES INVENCIBLE. 





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