Algunas Actitudes para Vivir Más Feliz
Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.
Todos añoramos la felicidad, y ciertamente, Dios nos creó para que seamos felices. En este Mensaje al Corazón les detallaremos algunas actitudes que usted debe asumir para ser una persona feliz.
Adquiera la virtud de la valentía para enfrentarse a los problemas.
Confíe en Dios y en usted mismo.
Luche contra el miedo pues el miedo paraliza, le quita lucidez, le hace cometer torpezas, y lo lleva a la depresión. Sea valiente y decidido; con una postura así irá eliminando los efectos devastadores del miedo... al fracaso, al rechazo, a la muerte: todo esto infecta la mente, aturde e impide ver las cosas con lucidez.
Desarrolle su capacidad de asombro, de admiración, ante las cosas pequeñas o grandes del mundo llenas de maravillas; sí usted mantiene esa actitud a todo lo hermoso le garantizamos que desaparecerán sus tristezas, sus aburrimientos y más aún, su depresión. Conviértase en un ser sensible a lo positivo. Cultive el corazón de niño que ve todo como nuevo y bello.
Lo invitamos a levantarse por las mañanas y diga a sí mismo: ¡que maravilla que sigo vivo! ¡esto es un milagro de Dios! porque es un milagro la vida. Abra las ventanas de su cuarto, observe el amanecer, el sol que despierta y que va llenando con su brillo el horizonte. Asómbrese de ver el brillo en los ojos de sus hijos, maravíllese de que Dios lo sigue amando, lo sigue perdonando, de que aquel hombre sigue luchando con su enfermedad. El mundo sigue su curso y hay mucho de bello en él.
Sea optimista, siempre espere un mañana mejor, no deje de luchar, no se desanime, no se sienta derrotado, porque es usted el que admite su derrota; mientras usted no lo haga, nadie podrá derrotarlo, sólo usted mismo.
El triunfo será suyo si persevera, alimente esa perseverancia. El triunfo aparece cuando se corre esa milla más, cuando se hace ese esfuerzo adicional que mucha gente considera inútil, como un esfuerzo sin frutos; dé usted ese paso que pocos dan. La diferencia entre el que triunfa y el que cae derrotado es ese último esfuerzo para llegar a la meta; nunca se sienta derrotado y no olvide que Dios está con usted apoyándolo en su lucha. El vencerá y con El todo lo bueno triunfará; y si su causa es noble también usted triunfará.
Nuestro Dios es el Dios de la Victoria, el Dios de la Esperanza, del fruto feliz, es el Dios del Triunfo. Repítase siempre, "venceré, venceré porque Dios está conmigo"; jamás se sienta vencido.
Cultive su lenguaje para que sea positivo; se ha demostrado psicológicamente como el lenguaje influye en los pensamientos, en la manera como se miren las cosas. Evite expresiones como: ¡que tristeza!, ¡ya no hay nada que hacer!, ¡estoy hundido!, ¡estoy vencido!, ¡esto no tiene remedio!, ¡es imposible vivir en este mundo!, ¡que mundo más desgraciado!, ¡este mundo es de los malos!, ¡hemos venido aquí sólo a sufrir!, ¡es imposible la felicidad!, Evite el lenguaje negativo porque eso lo condiciona y lo lleva a la depresión, más bien transfórmelo a lenguaje positivo.
Públicamente diga: ¡estoy muy bien!, ¡todo irá mejor!, ¡esto tiene solución!, ¡todo cambiará!, ¡seguiré luchando y venceré!, ¡nunca me daré por vencido!, ¡no estoy derrotado!, ¡Dios nunca me abandona!, El está conmigo y yo venceré. La forma en que usted se exprese condiciona sus estados de ánimo.
Recuerde cuantos momentos le parecieron a usted intolerables, que no los podía soportar, y que al pasar el tiempo y con la ayuda de Dios, de la naturaleza, de sus amigos y familia y que gracias a su voluntad, perseverancia y uso de las facultades que Dios le ha dado, pudo triunfar. Decídase a triunfar y empéñese en ello superando así los estados de depresión ya que Dios está con usted y lo capacita para el triunfo.
Recuerde siempre que ¡CON DIOS USTED ES INVENCIBL!.
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