Al empezar este nuevo día, estrénalo con alegría
Descubre en todos los acontecimientos de las próximas horas la caricia de Dios y el milagro que es estar vivo.
Autor: P Idar Hidalgo | Fuente: Catholic.net
Cada día Dios, hasta hoy nos ha permitido despertar cada día, es decir abrimos los ojos, volvemos a la conciencia de estar en este mundo, al despertar se nos abren nuevamente los sentidos y podemos contemplar todas las maravillas que Dios nos da para que podamos ser felices.
Pero quizá no siempre ni todos los días despertamos al amor, porque nos quedamos enfrascados en los remordimientos, en los sufrimientos tanto del pasado como del futuro, o el miedo a lo que vendrá, pero la vida se nos da como el maná, solo para cada día.
Despertar cada día es tomar conciencia de ese presente, de ese instante en que somos amados por Dios, que nos ama con amor eterno, y descubrimos que todo es don de Dios, que todo es una caricia de su amor.
Despertar cada día es conectar nuestra alma a lo trascendente, conectarse con Él Absoluto que es Dios, y percibir lo relativo de la criatura, lo pasajero que es este mundo.
Despertar cada día es saber que estamos en el mundo pero que nos somos de este mundo, que estamos de viaje, que somos peregrinos, que somos forasteros en patria extraña.
Despertar cada día es conocer desde la fe mi pequeñez y la grandeza del amor de Dios.
Al empezar este nuevo día, estrénalo con alegría, porque realmente es un nuevo día con toda su grandeza con todo su esplendor, y en este nuevo día también despierta al amor, y descubre en todos los acontecimientos de las próximas horas la caricia de Dios y el milagro que es estar vivo.
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