Autor: Víctor Alejandro Ramírez | Fuente: Catholic.net
El alimento que permanece para la vida eterna
Juan. 6,22-29. Pascua. Ayúdame Señor a buscarte a Ti como único alimento que permanece para la vida eterna.
Del santo Evangelio según san Juan 6,22-29
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: « ¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado».
Oración introductoria
Ilumina Señor mis pasos con tu palabra para que camine siempre por tus sendas. No dejes que convierta los medios en fines ni que pierda la conciencia de que sólo Tú eres el alimento que necesita mi alma en este peregrinar hacia el cielo. Te ofrezco esta meditación por todos aquellos hombres que sumergidos en las necesidades materiales no pueden levantar la vista hacia Ti.
Petición
Ayúdame Señor a buscarte a Ti como único alimento que permanece para la vida eterna.
Meditación del Papa Benedicto XVI
La vida del hombre, más allá de las necesidades materiales, adquiere su sentido más profundo en la búsqueda de la vida eterna. Esta conciencia de que sólo Dios puede saciar las inquietudes más íntimas del hombre, nos recuerda la fugacidad de nuestro paso por este mundo evitando que seamos víctimas de ilusiones fugaces.
Buscar a Dios porque es Dios y no sólo porque nos puede dar algo, es una actitud noble del hombre que sabe que las cosas pasajeras jamás le llevarán a una felicidad plena. La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en Él. Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres y a su existencia personal (Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2011)
Reflexión
Nuestra vida transcurre entre momentos de paz y de angustia, de alegría y de lágrimas, de bonanza y de necesidad. Una tendencia común es acordarse de Dios sólo en los momentos difíciles cuando necesitamos algo. Sin embargo, Dios nos espera con los brazos abiertos en todo momento, en cualquier circunstancia.
Busquemos acercarnos a Él no sólo en el dolor sino también en la paz y la alegría de cada día para agradecerle lo que tenemos o simplemente para compartir con Él pequeños momentos de amistad y de cariño, como lo hacemos con un hermano o con un padre. No reduzcamos nuestro trato con Dios a simples peticiones. Dios quiere concedernos lo que le pedimos pues conoce nuestras necesidades, pero además de esto, quiere estar con nosotros, simplemente estar con nosotros dialogando de las pequeñas cosas que nos ocurren cada día.
Propósito
Antes de acostarme agradecer a Dios con una pequeña oración el día que nos ha regalado y pedirle fuerzas para vivir cristianamente el día siguiente.
Oración con Cristo
Señor Jesús, que cuando te busque no sea sólo para pedirte por mis necesidades inmediatas sino porque quiera estar contigo como un amigo. Enséñame a apreciar tu compañía y a buscarte en todos los momentos de mi vida. Que sepa prescindir de mis planes y cálculos humanos para abandonarme confiadamente en tus manos y dejarme guiar por tu providencia hasta el cielo, mi destino último.
Si tienes afecto desordenado a los bienes presentes, perderás los del cielo... No puedes llenarte con ningún bien temporal, porque no fuiste creado solamente para gozarlos. (Tomás de Kempis. La imitación de Cristo Libro III, Capítulo 16)
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