El Señor es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar;
aunque bramen y se agiten sus olas, y con su ímpetu sacudan las montañas. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Salmo 46:2-4
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