Confío en Ti, porque eres rico en misericordia
Seguir a Jesús es triunfar, es gozar de su paz, no sólo de su cruz. Su yugo es suave y su carga ligera.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Confío en Ti porque eres el amigo que da la vida por sus amigos
Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos...Nadie me ama como Tú. Nadie me ama más que Tú.
Amor demostrado con grandes hechos, real, indudable. Me diste tu sangre y tu vida, me diste el cielo, me diste a tu Madre. ¿Qué más podías haberme dado? Amor infinito. Amor eterno. Amor personal. Demasiado hermoso para ser verdad, o demasiado hermoso y cierto.
Si Dios nos ama tanto ¿por qué preocuparnos? Preocupación y amor no van juntos, porque si me ama confío y si lo amo confío. Eres el amigo, el mejor, siempre fiel, el que busca siempre nuestro bien. Yo he sido muy infiel: Contigo, con la Iglesia, con las almas.
La Santísima Virgen también fue siempre fiel: Virgo fidelis. De tal palo tal astilla y de tal astilla tal palo. Hazme a mí, tu hermano y su hijo, fiel a Ti, fiel a Ella, fiel a mi vocación.
He meditado tal vez muchas veces en que has dado la vida por todos los hombres, pero he meditado poco en que has dado la vida por mí. Pablo sí lo meditó muchas veces y se le clavó en el alma esta verdad: Me amó y se entregó a la muerte por mí.
Si lo creo no puedo menos de amarte con locura. Si no lo creo, de poco me servirá. Creerlo o no creerlo. ¿Verdad o mentira? Los santos han creído, los mediocres han dudado. Yo seré un santo o un eterno mediocre según crea en el amor de Cristo o no lo crea.
Confío en ti, porque Tú solo tienes palabras de vida eterna.
Palabras dichas por Pedro en un contexto doloroso, de deserción general. ¿También vosotros queréis marcharos?
Porque es dura la doctrina de Jesús. La excusa de los malos discípulos. Porque nos cuesta aceptarla, por falta de amor y generosidad. Porque muchos lo abandonan. ¡Qué tristeza para Jesús! ¡Qué desgracia para ellos!
¿Qué le respondemos? Marcharse de la Iglesia, de los sacramentos e irse a otras religiones más fáciles donde no se aceptan todas las enseñanzas de Jesús es lo que algunos hacen. Tristes equivocados, aunque ellos se consideran ganadores. En realidad ganan algo, sí, pero pierden lo fundamental.
Tú solo tienes palabras de vida eterna. Es decir algo muy profundo: Tú nos llevas a la vida eterna, al cielo. Los demás nos enseñan cosas pasajeras, de este mundo, que morirán con nosotros. Tú tienes doctrina segura, doctrina eterna, doctrina divina.
Tú tienes una eternidad para darnos, una felicidad completa y para siempre. Tú tienes paz: La paz os dejo, mi paz os doy. Tú tienes luz para alumbrarnos: Yo soy la luz del mundo. Tú tienes pan para alimentarnos: Yo soy el pan de la vida. Tú tienes vida para vivificarnos: Yo soy la vida.
Tú lo tienes todo. Tienes todas las cosas porque eres dueño de todas las cosas.
Entonces, yo me quedo definitivamente contigo. ¿A dónde iré, si no? Al vacío, a la muerte, a la desesperación. ¿Dónde encontraré la paz, la alegría de vivir, la fuerza para caminar, lejos de Ti?
Con fío en Ti porque eres el buen Pastor que me llama por mi nombre
Buen Pastor hace indicar que no todos los pastores son buenos. Los malos pastores, descuidan a las ovejas, no cuidan a las enfermas, las descarriadas que se pierdan, maltratan a las que están fuertes. Huyen del lobo y dejan que éste destruya el rebaño.
Yo soy el Buen Pastor. El mejor. Un buen pastor es el que:
El que las conoce por su nombre
El que las lleva a buenos pastos
El que las cuida
El que las defiende del lobo, del demonio
El que da la vida por ellas
Por tanto, el que las ama de verdad.
Pastor que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño.
Tú que hiciste cayado de ese leño en que tiendes tus brazos poderosos,
vuelve mis ojos a tu fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño y la palabra de seguir te empeño tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, Pastor, pues por amores mueres, no te espante el rigor de mis pecados, pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero, ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
Pastor crucificado por defender a sus ovejas. Dio permiso. Doy la vida, no me la quitan. Pastor que alimenta con su cuerpo y sangre a sus ovejas.
Salmo 23
El Señor es mi pastor, nada me falta
¡Qué seguridad, qué alegría!, qué gusto tenerlo como pastor de nuestras almas. Venid a Mí...
Nada me falta: Tengo su palabra, su Eucaristía, su perdón en la confesión, su Madre. Tengo el pan de cada día: No os preocupéis qué comeréis.
En verdes praderas me hace recostar.
Mi yugo es suave y mi carga ligera.
Él nos quiere decir que seguirle es fácil, somos nosotros los que hacemos pesada la cruz con nuestras reticencias y egoísmos.
Venid a Mí todos...La vida con Cristo es muy hermosa, aunque tengamos que cargar la cruz. La vida sin Cristo es muy triste aunque nos la pinten de colores. La vida sin Él no me gusta, no me interesa, no la quiero.
Me conduce a hacia fuentes tranquila y repara mis fuerzas
La Eucaristía es una fuente de aguas vivas y un alimento que repara nuestras fuerzas. "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna".
Venid a Mí, todos los que andáis fatigados y abrumados por la carga y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas. Pues mi yugo les suave y mi carga ligera.
Me guía por el sedero justo por el honor de su nombre, puesto que Él es el Camino. Sendero estrecho y con piedras pero que lleva a la verdadera vida y en última instancia, al cielo. El camino que lleva a la felicidad eterna, aunque sea difícil, es bendito.
Por contraste, los caminos de los hombres se presentan atractivos, llenos de flores, amplios, pero llevan a la perdición. Díganlo, si no, todos los hijos pródigos que los han recorrido.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado ame dan seguridad.
Tú vas conmigo todos los días de mi vida, aunque no te vea, aunque no te sienta, aunque te hagas el dormido, pero la fe me asegura de manera firmísima que Tú nunca me dejarás solo.
No temas, Yo estoy contigo. Esta frase la dijo Dios a tantos siervos suyos e incluso a la Santísima Virgen: El Señor está contigo. Ella, a su vez, siempre está con sus hijos, como Jesús. Y lo dice: ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?
Preparas una mesa ante en mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa.
Si es verdad que Dios prueba a sus hijos como el oro en el crisol, también es verdad que les hace gustar de su amor y su bondad más que a los demás. Los santos son los que más han sufrido y los que han sido más felices en la tierra.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida. Y habitaré en la casa del Señor por años sin término .(para siempre)
Seguir a Jesús es triunfar, es gozar de su paz, no sólo de su cruz. Su yugo es suave y su carga ligera. Así opina nuestro Señor. Somos nosotros los que nos hacemos pesada la carga con nuestro desamor y nuestro egoísmo.
Confío en Ti, porque eres rico en misericordia.
Tus parábolas lo dicen, en particular las de la dracma perdida, la oveja perdida y la del Hijo pródigo. Tu comportamiento con los pecadores lo grita: ¿Qué es sino pura misericordia el Yo tampoco te condenodicho a la adúltera, el Hoy ha llegado la salvación a esa casa que le dijiste a Zaqueo, el Dame de beber a la Samaritana, el Hoy estarás conmigo en el Paraíso con que te dirigiste al ladrón?
Tu venida al mundo, el tomar nuestra naturaleza es una gran misericordia. Tu naturaleza de hombre grita tu bondad, tu amor y tu misericordia de manera permanente y muy sincera. Pero tu naturaleza flagelada, coronada de espinas, crucificada es el culmen de tu misericordia, porque fue el amor y ninguna otra la motivación que te llevó a este grado de heroísmo por nosotros.
En nuestros tiempos ejerces más que nunca tu misericordia. Lo sabemos porque Tú lo has dicho y prometido por medio de Santa Faustina y porque lo palpamos todos los días. Tiempo de misericordia, como si en otros tiempos no lo hubieras sido. ¡Qué triste para Ti y qué arriesgado para nosotros el despreciar el tribunal de la misericordia y tener que presentarnos ante el tribunal de la justicia. Porque también eres justicia infinita.
Tener misericordia es perdonar, perdonar todo, perdonar siempre. Perdonar incluso en el último instante. Perdonaste a Pedro con infinita ternura, preguntándole simplemente si te amaba. ¿Cómo no amarte, Señor? Perdonaste a María Magdalena, y la convertiste en santa. Ella fue la mensajera de tu resurrección para los apóstoles. María, ¿nos podrías decir si Jesús es misericordioso? Perdonaste al buen ladrón con las palabras de un amigo entrañable. Te invitaste a comer en casa de un pecador, Zaqueo, para decirle palabras sublimes: Hoy ha llegado la salvación a esta casa.
Por eso, confío en Ti con todas mis fuerzas.
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