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10 feb 2013
Benedicto XVI: que la Unión Europea no olvide los valores y las leyes morales
Antorcha 21. Año de la Fe
Actividades de la vida de la Iglesia del 2 al 8 de febrero de 2013
Benedicto XVI: que la Unión Europea no olvide los valores y las leyes morales
«La ley moral inscrita en el corazón del hombre» y «los valores del Evangelio» deben seguir construyendo «los pilares de una política dirigida al bien del hombre». Lo recomendó Benedicto XVI en el Mensaje dirigido al encuentro "Cincuenta años de amistad franco-alemana al servicio de Europa: la Unión Europea, ¿modelo para otras reconciliaciones?". El encuentro se lleva a cabo con la participación de la Pontificia Universidad Gregoriana y las embajadas de Francia y Alemania ante la Santa Sede, en ocasión del 50 aniversario del Tratado del Eliseo, acuerdo institucional que fue firmado por el general Charles de Gaulle y por el canciller Konrad Adenauer el 22 de febrero de 1963.
En el texto que envió el cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y que leyó el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, Benedicto XVI recordó «el compromiso personal de los padres del Tratado» por la reconciliación, e insistió en que «la paz no es solamente una tranquila ausencia de conflicto, sino compromiso cotidiano que se construye en el corazón de cada uno». En este contexto, según el Papa, «la amistad franco-alemana» debe contribuir en «la construcción de la paz en Europa y en el mundo». Se trata, de hecho, de «una tarea que pemanece y que debe ser cumplida constantemente».
Antes de que el acuerdo fuera firmado, «los dos grandes protagonistas de la Europa post-bélica, con su participación en la Misa de reconciliación en la Catedral de Reims, pusieron en evidencia que la política se basa en principios que ella no puede dar por sí misma». Según el Papa Ratzinger, hay que revitalizar constantemente las razones que llevaron a la firma del acuerdo, para que todo lo que ha sido posible lograr en estos 50 años «no sea minado por nuevos desafíos y por miopes intereses particulares, o incluso abandonado». El Pontífice subrayó la importancia del intercambio de ideas y del sano debate actual. «Es necesario -concluyó- alimentar sin cesar la llama de la esperanza».
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