¡Oh Jesús!, a quien los ángeles desean siempre contemplar,
haced que mi corazón sin cesar tenga hambre de Ti,
se alimente de Ti,
y lo más profundo de mi alma sea regalado con dulzura de tus delicias.
Que mi corazón tenga siempre sed de Ti, oh fuente de vida,
manantial de sabiduría y de ciencia,
río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la casa de Dios.
Que no ambicione otra cosa sino poseerte,
que te busque y te encuentre,
que a Ti me dirija y a Ti llegue, en Ti piense,
de Ti hable y todo lo haga en loor y gloria de tu nombre,
con humildad y discreción, con amor y deleite,
con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin;
y que Tu sólo seas siempre mi esperanza,
toda mi confianza, mis riquezas, mi deleite,
mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad,
mi paz, mi suavidad, mi olor, mi dulcedumbre,
mi alimento, mi comida, mi refugio,
mi auxilio, mi sabiduría, mi heredad,
mi posesión, mi tesoro,
en el cual esté siempre fija,
firme y hondamente arraigada mi alma mi corazón.
Amén
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