Autor: Francisco Gras | Fuente: http://blog.micumbre.com/
La virtud de recibir aunque duela
Recibir algo puede suponer realizar un acto de profunda humildad, puesto que preferiríamos no recibir nada, para no tener que deber favores, demostrar agradecimiento, admitir una humillación
La virtud de recibir aunque duela
Duele recibir consejos, opiniones o ejemplos, pedidos o no, que nos hagan pensar en nuestros defectos o errores. Suelen ser llamadas de atención a la conciencia, para que reflexionemos y obremos de otra manera. Sobre todo cuando al reflexionar aceptamos, aunque sea internamente, que tienen razón. Algunas veces ese dolor suele durar hasta que cambiamos de actitud, pues mientras no lo hagamos, quedará pegado en nuestras mentes, como la arena y el cemento cuando fraguan. Máxime si esos consejos se reciben en las edades que nos creemos que lo sabemos todo, adolescencia y vejez y si se han analizado y sopesado bien y aún con todo, se insiste en no cambiar el comportamiento, pues está presidido por terquedad, orgullo y soberbia.
Duele recibir consejos si estos abren el entendimiento o la conciencia, para cambiar algo de lo que cuesta hacer. Duele más si los consejos recibidos no han sido pedidos, máxime si el que los da, sabe que los necesitamos o es una persona que no nos cae del todo bien, porque nos fijamos más en los defectos del que da el consejo, que en el consejo en si mismo. Preferimos descalificar al mensajero, antes que analizar el mensaje.
Al recibir consejos, muy pocas veces, nos suscitan un sentimiento de profundo agradecimiento, hacia el que nos los da gratuitamente y en nuestro propio beneficio. Al recibirlos deberíamos sentirnos más humildes y menos engreídos. Nos duela o nos guste, todos debemos sentir que necesitamos recibir de los demás, algún tipo de ayuda material o espiritual, de lo contrario seríamos unos auténticos soberbios y prepotentes, creyendo que lo tenemos o sabemos todo. Dicen: Del viejo, el consejo.
Recibir consejos no duele, al contrario, alegran tontamente cuando se paga a adivinos, brujos, charlatanes, echadores de cartas y todo ese mundo exotérico, que con su parafernalia engañan a los incautos e ignorantes clientes.
Necesitamos recibir de los demás, nos duela o no. No podemos hacer todo solos, pues el hombre es un ser social por naturaleza. Es imprescindible dar y recibir amor, pues sin amor no podemos vivir. Este amor suele estar reflejado también en consejos, opiniones y ejemplos. Recibir amor de los demás, nos debe llenar de inmensa alegría. Todos queremos que piensen en nosotros, se acuerden, nos comprendan, etc. Y si el amor que recibimos, es del todo desinteresado, aún nos llena más, aunque tengamos que reconocer nuestro dolor, porque nos ha herido nuestra vanidad u orgullo.
También duelen los consejos de los médicos, sacerdotes, pastores, rabinos, imanes, asesores financieros, buenos amigos, etc. porque nos indican lo que debemos o tenemos que hacer, en nuestro propio beneficio o en de la familia o sociedad. Duelen porque no queremos que nadie nos diga, lo que tenemos que hacer.
Cuando nos dan un consejo, duela o no, tenemos que sentir agradecimiento hacia el que nos lo ha dado, e intentar corresponderle directa o indirectamente, con hechos o con palabras, aunque nos cueste hacerlo. Decir muchas veces “gracias” con sinceridad, es una manera de reconocer a esa persona, que estamos apreciando el favor o servicio que nos ha prestado, aunque nos haya dolido aceptarlo. Siempre cabe pagar con oraciones, a aquellos que han sido generosos con nosotros. Además de las oraciones, hay mil maneras de devolver a la comunidad los favores recibidos, aunque desconozcamos quien nos la dado.
Recibir algo puede suponer realizar un acto de profunda humildad, puesto que preferiríamos no recibir nada, para no tener que deber favores, demostrar agradecimiento, admitir una humillación, etc. Duele cuando hay que recibir algo que nos humilla, que creemos que nos hace de menos o que nos recuerda nuestras desgracias. Por eso al dar algo, incluso con la mejor buena voluntad, hay que ponerse siempre en el lugar del que lo recibe, para no herirle nunca con lo que se da. Sean cosas materiales o espirituales.
Aceptar lo que dan, puede suponer una adhesión hacia el que lo da, conllevando posibles obligaciones comprometedoras, como en el caso de los sobornos disimulados, que posteriormente son reclamados o insinuados, para que se haga algo de intenciones obscuras. Puede doler en el momento de recibir lo ilegal, por lo que se intenta rápidamente olvidar la obligación adquirida.
Los padres enseñan a los hijos a contestar “Gracias” cuando les dan algo. Pero tienen que saber inculcarles, el que no sea solamente un “da las gracias Pepito a este señor” Porque desgraciadamente, esta frase es para muchos niños donde empieza y termina la única educación que reciben sobre el agradecimiento, al hacerlo por presión y no por convencimiento enseñado.
Los padres tienen que enseñar a sus hijos a mostrarse agradecidos y enseñarles, que tienen que devolver de alguna manera lo que les han dado gratuitamente. Desde ese gracias educado, hasta tener el propósito de compartir lo recibido con sus hermanos, parientes o amistades. Si en el momento no lo pueden compartir, deben tenerlo en cuenta, para cuando puedan hacerlo, pues saben que cuando se recibe, hay que corresponder dando, cuando sea, lo que sea e inmediatamente que se pueda.
Duele tener que pedir favores económicos o sociales para familiares o amigos, pues muchas veces, supone humillarse ante quien lo da, dejar el orgullo y la soberbia aparcados, para conseguir que alguien nos de algo.
Que dolor, pero cuanta satisfacción se siente, si es que se puede clasificar así, cuando rechazamos algo que nos dan, porque sabemos que no debemos recibirlo, pues no es bueno para nuestra salud física, mental, religiosa, económica, legal o social. Puede ser desde alguna comida que nos apetezca, pero que no sea sana o sea muy cara, ropa que no deberíamos ponernos, conversación para que continuemos con una crítica, actividades que nos alejan de la moral o de la religión o cosas que sean contrarias, a la práctica de las virtudes y valores humanos. Cuando nos dan o quieren darnos una propina o regalo económico, que nos puede comprometer por acción u omisión contra nuestras personas, creencias o leyes.
Pedir tiene sus técnicas, las cuales son utilizadas por los profesionales pedigüeños. A éstos nos les duele recibir, al contrario, tienen muchos trucos para saber alimentar el ego, orgullo o incluso la avaricia, de los que quieren que les den. Estimulan con sus palabras, gestos e invenciones, los más profundos sentidos de la avidez humana, ya que prometen lo increíble, para conseguir sus objetivos.
Recibir vacunas también duele, pero beneficia. Las medicinas son amargas, pero curan. Recibir una reprimenda o castigo duele, pero se puede aprovechar para aprender. Los consejos que hacen cambiar las actitudes, también duelen, pero ayudan a triunfar. Los golpes que da la vida, si los recibimos con inteligencia, podemos aprovecharlos para sacarles buenos rendimientos. Para algunos duele estudiar, porque dicen que es aburrido o no lo entienden, pero hay que sacrificarse y dejar de disfrutar de lo que apetece, pues siempre produce grandes satisfacciones. Recibir normas de educación y cumplirlas también duele, pero sirven para mejorar las relaciones con la familia, los amigos y la sociedad y permiten portarse educadamente con los demás, aunque ellos no lo hagan con uno. También duele recibir enfermedades, penurias, desgracias, sean propias o ajenas, pero hay que recibirlas con conformidad y aceptación.
Recibir consejos de los médicos puede doler, porque algunas veces limitan nuestras apetencias, por ejemplo: Comer demasiado o determinadas cosas que nos hacen daño, tomar bebidas alcohólicas, fumar, mantenerse sin hacer ejercicio, etc. Pero aunque duelan, debemos hacer caso a lo que nos dicen.
Incluso duele recibir, cuando vemos que otras personas que nos quieren, sufren por cuidarnos o consolarnos. Sufrimos por hacer sufrir. Máxime si nos están dando su cariño hasta límites insospechados, ocasionándonos un fuerte dolor al ver la situación que, voluntaria o voluntariamente hemos producido y los esfuerzos que hacen para mitigárnosla. Recibir el cuidado, consuelo y cariño de familiares, enfermeros, sacerdotes, pastores, rabinos e imanes y comprobar como sufren al darlo, duele internamente. Algunas personas prefieren no permitirles que les ayuden, para no verles sufrir. Es una gran virtud recibir el sufrimiento con resignación, aunque duela.
27 Sentencias sobre recibir, aunque duela:
1. Abandonarse al dolor sin resistir, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado.
2. Algunos piensan que el dolor sólo se combate con la medicina. Sin embargo, hay dolores que se curan con el amor.
3. Allí donde está el dolor, está también lo que lo salva.
4. Amado, bendito, glorificado y santificado sea el dolor propio, si se emplea en beneficio propio o de los demás.
5. Bien poco enseñó la vida, a aquellos a los que no enseñó a soportar el dolor.
6. Dad palabra al dolor: el dolor que no habla, gime en el corazón hasta que lo rompe.
7. Donde hay mucho sentimiento, hay mucho dolor.
8. El dolor lleva a buscar las causas de las cosas, mientras que el bienestar induce a la pasividad y a no volver la mirada atrás.
9. El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro.
10. El dolor es para el alma, un alimento fecundo.
11. El dolor es por sí mismo una medicina.
12. El dolor no es malo, a menos que nos supere.
13. El dolor que se calla, es más doloroso.
14. El dolor es para el alma un alimento fecundo.
15. El dolor tiene un gran poder educativo: nos hace mejores, más misericordiosos, nos vuelve hacia nosotros mismos y nos persuade de que esta vida no es un juego, sino un deber.
16. El verdadero dolor, es el que se sufre sin testigos.
17. El hombre a quien el dolor no educó, siempre será un niño.
18. En huir del dolor, nunca hay victoria.
19. Es un alivio llorar; las penas se desahogan y son arrastradas por las lágrimas, el dolor es la sal de nuestra vida.
20. No hay grito de dolor, que en lo futuro no tenga al fin por eco, una alegría.
21. No se puede edificar felicidad sobre el dolor de nadie.
22. Nunca se olvidan las lecciones aprendidas en el dolor.
23. Para comprender el dolor, no hay inteligencia como el dolor mismo.
24. Para superar el dolor, hay que aceptarlo.
25. Si no está en tus manos, cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud, con la que afrontes ese sufrimiento.
26. Quien recibe lo que no merece, pocas veces lo agradece.
27. Si tu afán es recibir, aprende a ser generoso.
Recibir aunque duela, para algunos puede ser un problema, grande o pequeño. Si es grande, es que es una serie de pequeños problemas sin resolver, que han dejado pasar, por estar ocupados o preocupados con otros asuntos.
Artículo realizado con la colaboración de Doña Marisa Ruiz de la Torre, de Valencia, España.
Consulta también: Las virtudes de dar hasta que duela
Si tiene algún comentario, por favor escriba a francisco@micumbre.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario