7 mar 2020

Santo Evangelio 7 de marzo 2020



Día litúrgico: Sábado I de Cuaresma


Texto del Evangelio (Mt 5,43-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».

«Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan»

Rev. D. Joan COSTA i Bou
(Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos exhorta al amor más perfecto. Amar es querer el bien del otro y en esto se basa nuestra realización personal. No amamos para buscar nuestro bien, sino por el bien del amado, y haciéndolo así crecemos como personas. El ser humano, afirmó el Concilio Vaticano II, «no puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». A esto se refería santa Teresa del Niño Jesús cuando pedía hacer de nuestra vida un holocausto. El amor es la vocación humana. Todo nuestro comportamiento, para ser verdaderamente humano, debe manifestar la realidad de nuestro ser, realizando la vocación al amor. Como ha escrito San Juan Pablo II, «el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente».

El amor tiene su fundamento y su plenitud en el amor de Dios en Cristo. La persona es invitada a un diálogo con Dios. Uno existe por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva, «y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente este amor y se confía totalmente a su Creador» (Concilio Vaticano II): ésta es la razón más alta de su dignidad. El amor humano debe, por tanto, ser custodiado por el Amor divino, que es su fuente, en él encuentra su modelo y lo lleva a plenitud. Por todo esto, el amor, cuando es verdaderamente humano, ama con el corazón de Dios y abraza incluso a los enemigos. Si no es así, uno no ama de verdad. De aquí que la exigencia del don sincero de uno mismo devenga un precepto divino: «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).

6 mar 2020

Santo Evangelio 6 de marzo 2020



Día litúrgico: Viernes I de Cuaresma

Texto del Evangelio (Mt 5,20-26): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.

»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

«Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano»

Fr. Thomas LANE
(Emmitsburg, Maryland, Estados Unidos)

Hoy, el Señor, al hablarnos de lo que ocurre en nuestros corazones, nos incita a convertirnos. El mandamiento dice «No matarás» (Mt 5,21), pero Jesús nos recuerda que existen otras formas de privar de la vida a los demás. Podemos privar de la vida a los demás abrigando en nuestro corazón una ira excesiva hacia ellos, o al no tratarlos con respeto e insultarlos («imbécil»; «renegado»: cf. Mt 5,22).

El Señor nos llama a ser personas íntegras: «Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano» (Mt 5,24), es decir, la fe que profesamos cuando celebramos la Liturgia debería influir en nuestra vida cotidiana y afectar a nuestra conducta. Por ello, Jesús nos pide que nos reconciliemos con nuestros enemigos. Un primer paso en el camino hacia la reconciliación es rogar por nuestros enemigos, como Jesús solicita. Si se nos hace difícil, entonces, sería bueno recordar y revivir en nuestra imaginación a Jesucristo muriendo por aquellos que nos disgustan. Si hemos sido seriamente dañados por otros, roguemos para que cicatrice el doloroso recuerdo y para conseguir la gracia de poder perdonar. Y, a la vez que rogamos, pidamos al Señor que retroceda con nosotros en el tiempo y lugar de la herida —reemplazándola con su amor— para que así seamos libres para poder perdonar.

En palabras de Benedicto XVI, «si queremos presentarnos ante Él, también debemos ponernos en camino para ir al encuentro unos de otros. Por eso, es necesario aprender la gran lección del perdón: no dejar que se insinúe en el corazón la polilla del resentimiento, sino abrir el corazón a la magnanimidad de la escucha del otro, abrir el corazón a la comprensión, a la posible aceptación de sus disculpas y al generoso ofrecimiento de las propias».

LA CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA




LA CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA
(se reza utilizando el rosario)

Jesús dijo a Sor Faustina (1, 197): Rezarás este rosario de la siguiente forma:

Primero, dirás un PADRENUESTRO, un AVEMARÍA y un CREDO. 

Después, en las cuentas del rosario correspondientes al PADRENUESTRO, dirás las siguientes palabras:

Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y de los del mundo entero.

En las cuentas del AVEMARÍA, dirás las siguientes palabras:

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Para terminar, díganse tres veces estas palabras:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

4 mar 2020

Santo Evangelio 5 de marzo 2020



Día litúrgico: Jueves I de Cuaresma

Texto del Evangelio (Mt 7,7-12): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas».


«Todo el que pide recibe; el que busca, halla»

Rev. D. Joaquim MESEGUER García
(Rubí, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos habla de la necesidad y del poder de la oración. No podemos entender la vida cristiana sin relación con Dios, y en esta relación, la oración ocupa un lugar central. Mientras vivimos en este mundo, los cristianos nos encontramos en un camino de peregrinaje, pero la oración nos acerca a Dios, nos abre las puertas de su amor inmenso y nos anticipa ya las delicias del cielo. Por esto, la vida cristiana es una continua petición y búsqueda: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Mt 7,7), nos dice Jesús.

Al mismo tiempo, la oración va transformando el corazón de piedra en un corazón de carne: «Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!» (Mt 7,11). El mejor resumen que podemos pedir a Dios se encuentra en el Padrenuestro: «Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo» (cf. Mt 6,10). Por tanto, no podemos pedir en la oración cualquier cosa, sino aquello que sea realmente un bien. Nadie desea un daño para sí mismo; por esto, tampoco no lo podemos querer para los demás.

Hay quien se queja de que Dios no le escucha, porque no ve los resultados de manera inmediata o porque piensa que Dios no le ama. En casos así, no nos vendrá mal recordar este consejo de san Jerónimo: «Es cierto que Dios da a quien se lo pide, que quien busca encuentra, y a quien llama le abren: se ve claramente que aquel que no ha recibido, que no ha encontrado, ni tampoco le han abierto, es porque no ha pedido bien, no ha buscado bien, ni ha llamado bien a la puerta». Pidamos, pues, en primer lugar a Dios que haga bondadoso nuestro corazón como el de Jesucristo.

En el infierno brillas...

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En el infierno brillas...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv

En el infierno brillas por tu ausencia
y se proclama la dicha que no ha sido
ausente tu calor, allí hace frío
y el abandono reemplaza la presencia.

Es el lugar del dolor y la inclemencia
del sufrimiento mudo en el vacío
de la falta de rostros y el olvido
de la noche en la nada y la inconciencia.

Se ha perdido para siempre la inocencia
la libertad condenada a la ruptura
la opacidad total y la impotencia.

Se pierde para siempre la figura
de la luz que es santidad y transparencia
pues lejana quedó de tu hermosura.

3 mar 2020

Santo Evangelio 4 de marzo 2020



Día litúrgico: Miércoles I de Cuaresma

Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».

«Así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación»

Fr. Roger J. LANDRY
(Hyannis, Massachusetts, Estados Unidos)

Hoy, Jesús nos dice que la señal que dará a la “generación malvada” será Él mismo, como la “señal de Jonás” (cf. Lc 11,30). De la misma manera que Jonás dejó que lo arrojaran por la borda para calmar la tempestad que amenazaba con hundirlos —y, así, salvar la vida de la tripulación—, de igual modo permitió Jesús que le arrojasen por la borda para calmar las tempestades del pecado que hacen peligrar nuestras vidas. Y, de igual forma que Jonás pasó tres días en el vientre de la ballena antes de que ésta lo vomitara sano y salvo a tierra, así Jesús pasaría tres días en el seno de la tierra antes de abandonar la tumba (cf. Mt 12,40).

La señal que Jesús dará a los “malvados” de cada generación es su muerte y resurrección. Su muerte, aceptada libremente, es la señal del increíble amor de Dios por nosotros: Jesús dio su vida para salvar la nuestra. Y su resurrección de entre los muertos es la señal de su divino poder. Se trata de la señal más poderosa y conmovedora jamás dada.

Pero, además, Jesús es también la señal de Jonás en otro sentido. Jonás fue un icono y un medio de conversión. Cuando en su predicación «dentro de cuarenta días Nínive será destruida» (Jon 3,4) advierte a los ninivitas paganos, éstos se convierten, pues todos ellos —desde el rey hasta niños y animales— se cubren con arpillera y cenizas. Durante estos cuarenta días de Cuaresma, tenemos a alguien “mucho más grande que Jonás” (cf. Lc 11,32) predicando la conversión a todos nosotros: el propio Jesús. Por tanto, nuestra conversión debiera ser igualmente exhaustiva.

«Pues Jonás era un sirviente», escribe san Juan Crisóstomo en la persona de Jesucristo, «pero yo soy el Maestro; y él fue arrojado por la ballena, pero yo resucité de entre los muertos; y él proclamaba la destrucción, pero yo he venido a predicar la Buena Nueva y el Reino».

La semana pasada, el Miércoles de Ceniza, nos cubrimos con ceniza, y cada uno escuchó las palabras de la primera homilía de Jesucristo, «Arrepiéntete y cree en el Evangelio» (cf. Mc 1,15). La pregunta que debemos hacernos es: —¿Hemos respondido ya con una profunda conversión como la de los ninivitas y abrazado aquel Evangelio?

Ella les dirá



Ella les dirá

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv



Ella les dirá que Yo estoy vivo
fecundará de alegría su esperanza
la Rúaj que suscita la alabanza
la brisa de los santos redimidos.

Ella arderá volviendo semejante
tu trono al de santos serafines
la llama que penetra en los confines
recónditos del alma del amante.

Ella será como el agua cristalina
de la fuente que brota a mi costado
o como luz que todo lo ilumina.

Ella será tu amor enamorado
que en la noche todo lo domina
para dejarte en mi pecho transformado.

2 mar 2020

Santo Evangelio 3 de marzo 2020



Día litúrgico: Martes I de Cuaresma

Texto del Evangelio (Mt 6,7-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.

»Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».


«Al orar, no charléis mucho (...) porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis»

Rev. D. Joaquim FAINÉ i Miralpech
(Tarragona, España)

Hoy, Jesús —que es el Hijo de Dios— me enseña a comportarme como un hijo de Dios. Un primer aspecto es el de la confianza cuando hablo con Él. Pero el Señor nos advierte: «No charléis mucho» (Mt 6,7). Y es que los hijos, cuando hablan con sus padres, no lo hacen con razonamientos complicados, ni diciendo muchas palabras, sino que con sencillez piden todo aquello que necesitan. Siempre tengo la confianza de ser escuchado porque Dios —que es Padre— me ama y me escucha. De hecho, orar no es informar a Dios, sino pedirle todo lo que necesito, ya que «vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo» (Mt 6,8). No seré buen cristiano si no hago oración, como no puede ser buen hijo quien no habla habitualmente con sus padres.

El Padrenuestro es la oración que Jesús mismo nos ha enseñado, y es un resumen de la vida cristiana. Cada vez que rezo al Padre nuestro me dejo llevar de su mano y le pido aquello que necesito cada día para llegar a ser mejor hijo de Dios. Necesito no solamente el pan material, sino —sobre todo— el Pan del Cielo. «Pidamos que nunca nos falte el Pan de la Eucaristía». También aprender a perdonar y ser perdonados: «Para poder recibir el perdón que Dios nos ofrece, dirijámonos al Padre que nos ama», dicen las fórmulas introductorias al Padrenuestro de la Misa.

Durante la Cuaresma, la Iglesia me pide profundizar en la oración. «La oración, el coloquio con Dios, es el bien más alto, porque constituye (...) una unión con Él» (San Juan Crisóstomo). Señor, necesito aprender a rezar y a sacar consecuencias concretas para mi vida. Sobre todo, para vivir la virtud de la caridad: la oración me da fuerzas para vivirla cada día mejor. Por esto, pido diariamente que me ayude a disculpar tanto las pequeñas molestias de los otros, como perdonar las palabras y actitudes ofensivas y, sobre todo, a no tener rencores, y así podré decirle sinceramente que perdono de todo corazón a mis deudores. Lo podré conseguir porque me ayudará en todo momento la Madre de Dios.

El Salvador, el Mesías..




El Salvador, el Mesías...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


El Salvador, el Mesías, el Dios vivo
el Goel, el Vengador resucitado
de las fauces de la muerte rescatado
te canto mi alabanza arrepentido.

Eres la luz de un Amor resplandeciente
la pureza inmaculada que te pido
si contemplo tus ojos conmovido
y me siento rescatado eternamente.

Liberador de las fuerzas opresoras
resucitas de la tumba victorioso
y liberas tu potencia sanadora.

Eres del alma restaurada el fiel esposo
que la envuelve en su paz reparadora
y la proteges con tu brazo poderoso.


1 mar 2020

El infierno proclama tu victoria Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv El infierno proclama tu victoria fuente divina de amor inagotable pues mantienes tu promesa inalterable tu bondad es reflejo de tu gloria. Pues para siempre donas la existencia tu justicia que es también misericordia la libertad como esencia de la historia y tu Amor, teofanía de clemencia. Eres premio de los justos que murieron en la esperanza firme en tu venida y por ella en el mundo padecieron. Y sufrimiento eterno y sin medida de aquellos que tu Amor aborrecieron renegando de la fuente de la vida.

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El infierno proclama tu victoria

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv



El infierno proclama tu victoria
fuente divina de amor inagotable
pues mantienes tu promesa inalterable
tu bondad es reflejo de tu gloria.

Pues para siempre donas la existencia
tu justicia que es también misericordia
la libertad como esencia de la historia
y tu Amor, teofanía de clemencia.

Eres premio de los justos que murieron
en la esperanza firme en tu venida
y por ella en el mundo padecieron.

Y sufrimiento eterno y sin medida
de aquellos que tu Amor aborrecieron
renegando de la fuente de la vida.

Santo Evangelio 2 de Marzo 2020



Día litúrgico: Lunes I de Cuaresma

Texto del Evangelio (Mt 25,31-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.

»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».


«Cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo»

Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart
(Tarragona, España)

Hoy se nos recuerda el juicio final, «cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles» (Mt 25,31), y nos remarca que dar de comer, beber, vestir... resultan obras de amor para un cristiano, cuando al hacerlas se sabe ver en ellas al mismo Cristo.

Dice san Juan de la Cruz: «A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar a Dios como Dios quiere ser amado y deja tu propia condición». No hacer una cosa que hay que hacer, en servicio de los otros hijos de Dios y hermanos nuestros, supone dejar a Cristo sin estos detalles de amor debido: pecados de omisión.

El Concilio Vaticano II, en la Gaudium et spes, al explicar las exigencias de la caridad cristiana, que da sentido a la llamada asistencia social, dice: «En nuestra época, especialmente urge la obligación de hacernos prójimo de cualquier hombre que sea y de servirlos con afecto, ya se trate de un anciano abandonado por todos, o de un niño nacido de ilegítima unión que se ve expuesto a pagar sin razón el pecado que él no ha cometido, o del hambriento que apela a nuestra conciencia trayéndonos a la memoria las palabras del Señor: ‘Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’ (Mt 25,40)».

Recordemos que Cristo vive en los cristianos... y nos dice: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

El Concilio Lateranense IV define el juicio final como verdad de fe: «Jesucristo ha de venir al fin del mundo, para juzgar a vivos y muertos, y para dar a cada uno según sus obras, tanto a los reprobados como a los elegidos (...) para recibir según sus obras, buenas o malas: aquellos con el diablo castigo eterno, y éstos con Cristo gloria eterna».

Pidamos a María que nos ayude en las acciones de servicio a su Hijo en los hermanos.

El sincero deseo de ser santos



EL SINCERO DESEO DE SER SANTOS

Por Ángel Gómez Escorial

1.- San Mateo –y también los sinópticos— sitúan, tras la entrada triunfal de Jerusalén, una serie de relatos, en forma de parábolas, que son alegatos contra el inmovilismo e hipocresía de la religión oficial, representada por los fariseos. Pero es precisamente en el párrafo del evangelio de Mateo que leemos hoy donde la parábola sería puramente accidental y Jesús realiza sus acusaciones a las claras. Qué las prostitutas y los publicanos antecedan a los fariseos en el Reino de los Cielos es una acusación muy fuerte y provocadora. El Señor los comparaba con los pecadores públicos más despreciados y odiados por la sociedad judía de su tiempo.

2.- Y es, sin duda, el fenómeno de la hipocresía lo que más despreciables hace a los fariseos, letrados y doctores. Por eso la parábola desciende al ejemplo de dos hijos. Uno, contestará con buenas palabras a su padre y, luego, hará lo que le venga en gana. Otro, se resistirá al principio, pero terminará obedeciendo el mandato paterno. El que dice que va a ir, pero no va, tiene pensado desde el principio su desobediencia. Es un golpe de hipocresía manifiesta. Por el contrario, este que aparece en primer lugar en el relato de Mateo y dice que no irá para recapacitar después y acudir a la viña, tuvo un acto de arrepentimiento muy válido. Su actitud fue sincera en todos los momentos.

3.- La hipocresía es habitual en mucha gente que anda cerca de los temas de religión. Se ha acostumbrado a dar un aspecto de aceptación, pero luego –bajo su sayo— hace lo que quiere. Son aquellos que mantienen una conducta pública aparentemente intachable y luego son verdaderamente malvados. O, simplemente, que simulan una conducta amable dentro del templo, pero luego son verdaderas fieras para con sus hermanos. Y ahí meteríamos el ejemplo del empresario que es cumplidor de los preceptos, ritos y sacramentos y, luego, estafa a sus clientes o no paga lo justo a sus trabajadores. O, también, aquella persona que clama por la justicia social y por la liberación de los oprimidos y en su actividad trabaja mal o roba a su jefe. O, también, aquella mujer de "moral estricta", azote de las prostitutas, pero que no va a dudar en forzar la entrega de su hija a un hombre inadecuado para ella, porque simplemente es rico o poderoso. Puede haber, además, una hipocresía menos culpable. Que alojada en lo más profundo de nuestras conciencias haga despreciar al pecador, al débil, al marginado y ello lleve a ensalzar la propia virtud, creando una barrera infranqueable respecto a esos hermanos necesitados de nuestra ayuda. El consejo de Jesús es actual y necesario. La hipocresía florece, precisamente, entre los que están cerca de la virtud, pero ya no la entiendes por rutina o por soberbia.

4.- "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis." Estas palabras de Jesús nos deben servir de llamada de alarma para quienes creemos que estamos en el camino de la verdad. Lo más importante del mensaje de Jesús –y, por tanto, de la religión católica— es el amor. La anhelada –y deseable— perfección es una consecuencia de nuestro amor por Dios y por los hermanos. Si falta el amor estamos muy lejos de Cristo. Y ese amor se desvela ante los pequeños, los pobres, los enfermos, los pecadores. Si para reafirmar nuestra bondad pretendemos hundir aún más a los hermanos con problemas, estamos, sin duda, haciéndole el juego al Mal, al diablo. Hemos, pues, de analizar nuestra vida y la proyección de esta en todos los campos; incluido --¡cómo no!— el religioso. Es seguro que aquellos que se consideran buenos estarán llenos de faltas, de pecados, de faltas de omisión y de falta de amor. Solo una humildad sincera y la sensación de nuestra enorme pequeñez comparada con la grandeza amorosa de Dios nos haré ver nuestros errores.

5.- Si estamos seguros de que somos buenos y un día nos damos cuenta que somos malos caeremos en una cierta depresión. No importa. Es mejor reconocer nuestros fallos, que proclamar nuestras falsas virtudes. La oración es medicina para todos los males, porque todo lo que pidamos a Dios, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, nos lo va a dar. El Salmo 24 que hemos cantado hoy nos marca un camino concreto de oración. Respondemos todos: "Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna". Todos los versos que hemos oído al lector son materia de oración. Podemos repetirlos como jaculatorias. Los últimos que se han proclamado parecen redactados a la medida de lo que venimos diciendo:

El  Señor es bueno y es recto, 

y  enseña el camino a los pecadores; 

hace  caminar a los humildes con rectitud, 

enseña  su camino a los humildes. 

6.- Como se revisan periódicamente las posibilidades de marcha y vuelo de un automóvil o de un avión, debemos someter nuestra actuación como cristianos a revisiones profundas y frecuentes. El Tentador ataca donde cree que va a tener éxito y nos puede intentar influir bajo el disfraz de "ángel de luz". Y será precisamente en el contexto del trabajo religioso donde propondrá caminos de pecado. Hemos de insistir mucho en estos términos porque la caída es frecuente.

7.- Pablo de Tarso en su Carta a los Filipenses nos da recetas para conseguir la conducta adecuada. Dice primero: "manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir." A su vez explica el procedimiento para conseguirlo: "No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás". Queda claro. Y, en fin, muchos siglos antes que Pablo escribiera a la Iglesia de Filipos, el profeta Ezequiel da la pauta para el arrepentimiento. Dice: "si (el malvado) recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá." Un eje principal tanto en el Antiguo Testamento, como en la Buena Nueva, es la espera constante de Dios Padre para la conversión de todos sus hijos. La Redención --la bajada de su Hijo Único a la tierra-- forma parte de ese deseo divino de perdón, concordia y amor. No debemos olvidarlo.