25 ene 2020

Santo Evangelio 25 de Enero 2020



Día litúrgico: 25 de Enero: La Conversión de san Pablo, apóstol

Texto del Evangelio (Mc 16,15-18): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».


«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»

Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera
(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.

Eres viña selecta.

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Eres viña selecta... (JER 2)

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


Eres viña selecta
de cepa por mis manos escogida
mi viña predilecta
cuidada y protegida
plantada con mis manos, tan querida.

Eterno amor de Padre
en tu frágil perfil posé mis ojos
y con amor de madre
en mis brazos te acojo
y prometo por siempre ser tu Esposo.

Quiero beber tu fruto
el vino que entre todos he elegido
en el misterio oculto
a todos escondido
y que sólo tu amor ha conocido.

Pues vino has concebido
trituradas tus horas en mis manos
el fruto que yo he ungido
misterio soberano
mi tesoro ocultado en el arcano.

Mi viña preferida
en mi sol se acurrucaron hoy tus brotes
de todas, mi elegida
como preciosa gema
asolada en el fuego que me quema.

Santo Evangelio 24 de Enero 2020



Día litúrgico: Viernes II del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.


«Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.

¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).

Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.

Eres mi siervo...



Eres mi siervo...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


Eres mi siervo, sigue mi camino
no decaiga tu ánimo en la lucha
debes tener la fuerza del que escucha
mi Palabra que forja tu destino.

Eres mi hijo, en gracia te he engendrado
tu vida misma es don que se te ofrece
el aire que respiras me engrandece
para siempre mi hijo muy amado.

No quiero un corazón acongojado
no quiero llanto amargo ni tristeza
te llamé para gozar de mi realeza
te llamé para vivir resucitado.

No te quiero esclavo en tu pobreza
sometido a pasiones y pecado
pues con sangre divina te he comprado
para gozar en tu vida mi riqueza.

Vuelve a mi, Soy Aquel que te ha creado
deja ya la orfandad que da el olvido
eres mi hijo amado, tan querido
hoy te quiero en mi Amor reconquistado.

23 ene 2020

Santo Evangelio 23 de Enero 2020



Día litúrgico: Jueves II del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,7-12): En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a Él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.


«Le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón»

Rev. D. Melcior QUEROL i Solà
(Ribes de Freser, Girona, España)

Hoy, todavía reciente el bautismo de Juan en las aguas del río Jordán, deberíamos recordar el talante de conversión de nuestro propio bautismo. Todos fuimos bautizados en un solo Señor, una sola fe, «en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1Cor 12,13). He aquí el ideal de unidad: formar un solo cuerpo, ser en Cristo una sola cosa, para que el mundo crea.

En el Evangelio de hoy vemos cómo «una gran muchedumbre de Galilea» y también otra mucha gente procedente de otros lugares (cf. Mc 3,7-8) se acercan al Señor. Y Él acoge y procura el bien para todos, sin excepción. Esto lo hemos de tener muy presente durante el octavario de oración para la unidad de los cristianos.

Démonos cuenta de cómo, a lo largo de los siglos, los cristianos nos hemos dividido en católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos, y un largo etcétera de confesiones cristianas. Pecado histórico contra una de las notas esenciales de la Iglesia: la unidad.

Pero aterricemos en nuestra realidad eclesial de hoy. La de nuestro obispado, la de nuestra parroquia. La de nuestro grupo cristiano. ¿Somos realmente una sola cosa? ¿Realmente nuestra relación de unidad es motivo de conversión para los alejados de la Iglesia? «Que todos sean uno, para que el mundo crea» (Jn 17,21), ruega Jesús al Padre. Éste es el reto. Que los paganos vean cómo se relaciona un grupo de creyentes, que congregados por el Espíritu Santo en la Iglesia de Cristo tienen un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32-34).

Recordemos que, como fruto de la Eucaristía —a la vez que la unión de cada uno con Jesús— se ha de manifestar la unidad de la Asamblea, ya que nos alimentamos del mismo Pan para ser un solo cuerpo. Por tanto, lo que los sacramentos significan, y la gracia que contienen, exigen de nosotros gestos de comunión hacia los otros. Nuestra conversión es a la unidad trinitaria (lo cual es un don que viene de lo alto) y nuestra tarea santificadora no puede obviar los gestos de comunión, de comprensión, de acogida y de perdón hacia los demás.

Desde la fuente...



Desde la fuente...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


Desde la fuente misma de mi origen
llega una voz que misteriosa y clara
penetra las honduras de mi nada
las tormentas y noches que me afligen.

La voz del Padre entregándome la vida
llega hasta mí, y amando constituye
el mismo río en que su esencia fluye
y toca mi presente cada día.

Es voz que me alimenta en su Palabra
susurro de un Amor hecho presencia
su toque misterioso y permanencia
pidiéndole a mi alma que se abra.

Es voz que me acaricia si me habla
que aquieta y suaviza mis sentidos
es brisa de su mar en mis oídos
unción primaveral que me consagra.

Gracias Padre que te haces tan cercano
cuando decide tu Amor llamarme hijo
a tu casa, peregrino, me dirijo,
camino en el misterio, de tu mano.


22 ene 2020

Santo Evangelio 22 de Enero 2020



Día litúrgico: Miércoles II del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,1-6): En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.


«¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?»

Rev. D. Joaquim MESEGUER García
(Rubí, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos enseña que hay que obrar el bien en todo tiempo: no hay un tiempo para hacer el bien y otro para descuidar el amor a los demás. El amor que nos viene de Dios nos conduce a la Ley suprema, que nos dejó Jesús en el mandamiento nuevo: «Amaos unos a otros como yo mismo os he amado» (Jn 13,34). Jesús no deroga ni critica la Ley de Moisés, ya que Él mismo cumple sus preceptos y acude a la sinagoga el sábado; lo que Jesús critica es la interpretación estrecha de la Ley que han hecho los maestros y los fariseos, una interpretación que deja poco lugar a la misericordia.

Jesucristo ha venido a proclamar el Evangelio de la salvación, pero sus adversarios, lejos de dejarse convencer, buscan pretextos contra Él: «Había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle» (Mc 3,1-2). Al mismo tiempo que podemos ver la acción de la gracia, constatamos la dureza del corazón de unos hombres orgullosos que creen tener la verdad de su parte. ¿Experimentaron alegría los fariseos al ver aquel pobre hombre con la salud restablecida? No, todo lo contrario, se obcecaron todavía más, hasta el punto de ir a hacer tratos con los herodianos —sus enemigos naturales— para mirar de perder a Jesús, ¡curiosa alianza!

Con su acción, Jesús libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo habían atado los maestros de la Ley y los fariseos, y le restituye su sentido verdadero: día de comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la esclavitud, día de la salvación de las fuerzas del mal. Nos dice san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo.

Contempla el místico roce...



Contempla el místico roce...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


Contempla el místico roce de mi aliento
que toca el alma y la pasión aquieta
que en esta hora mística y discreta
quiero cambiar tu vida en un momento.

Deja que toque con mi Soplo Santo
la cuerda quieta de tu lira arcana
y que te inunde, plena y soberana
la brisa suave de mi dulce canto.

Deja a mi voz abrir tu pensamiento
ilumina el templo de tu mente
deja que siembre, nueva, la simiente
que reverdece vida y sentimiento.

Abre a mi aurora el cofre de tus miedos
y a mi primicia el prado de tus valles
deja ya lejos el ruido de las calles
y siente la caricia de mis dedos.

Pídeme el cielo que quiero regalarte
pide brillar como una estrella nueva
siente que acaba el tiempo de tu espera
hoy quiero en mi designio consagrarte.

21 ene 2020

Con aliento del cielo ...



Con aliento del cielo ...

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


Con aliento del cielo fui creado
soy polvo de la nada que te aclama
la voz de la creación que gime y ama
chispa del universo enamorado.

Con tu Soplo de Vida me formaste
con perfume del viento matutino
y con sangre de ocaso vespertino
la savia de mis venas transformaste.

Fue el toque de tu dedo el que me hizo
caricia de un instante estremecido
el momento oportuno que has querido
regalarme en abrazo primigenio.

A gloria de tu nombre fue hecho todo
y es regalo del Padre que me quiso.
Si fue para tu gloria que Él me hizo
en Él quiero alabarte yo a mi modo.

En Él quiero entregarte mi pobreza
el deseo de ser lo que no he sido
y el amor de mi pecho sumergido
en el aire que ofrece tu pureza.

20 ene 2020

Santo Evangelio 20 de Enero 2020



Día litúrgico: Lunes II del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 2,18-22): Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen a Jesús: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.

»Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos».


«¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?»

Rev. D. Joaquim VILLANUEVA i Poll
(Barcelona, España)

Hoy comprobamos cómo los judíos, además del ayuno prescrito para el Día de la Expiación (cf. Lev 16,29-34) observaban muchos otros ayunos, tanto públicos como privados. Eran expresión de duelo, de penitencia, de purificación, de preparación para una fiesta o una misión, de petición de gracia a Dios, etc. Los judíos piadosos apreciaban el ayuno como un acto propio de la virtud de la religión y muy grato a Dios: el que ayuna se dirige a Dios en actitud de humildad, le pide perdón privándose de aquellas cosas que, satisfaciéndole, le hubieran apartado de Él.

Que Jesús no inculque esta práctica a sus discípulos y a los que le escuchan, sorprende a los discípulos de Juan y a los fariseos. Piensan que es una omisión importante en sus enseñanzas. Y Jesús les da una razón fundamental: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?» (Mc 2,19). El esposo, según la expresión de los profetas de Israel, indica al mismo Dios, y es manifestación del amor divino hacia los hombres (Israel es la esposa, no siempre fiel, objeto del amor fiel del esposo, Yahvé). Es decir, Jesús se equipara a Yahvé. Está aquí declarando su divinidad: llama a sus discípulos «los amigos del esposo», los que están con Él, y así no necesitan ayunar porque no están separados de Él.

La Iglesia ha permanecido fiel a esta enseñanza que, viniendo de los profetas e incluso siendo una práctica natural y espontánea en muchas religiones, Jesucristo la confirma y le da un sentido nuevo: ayuna en el desierto como preparación a su vida pública, nos dice que la oración se fortalece con el ayuno, etc.

Entre los que escuchaban al Señor, la mayoría serían pobres y sabrían de remiendos en vestidos; habría vendimiadores que sabrían lo que ocurre cuando el vino nuevo se echa en odres viejos. Les recuerda Jesús que han de recibir su mensaje con espíritu nuevo, que rompa el conformismo y la rutina de las almas avejentadas, que lo que Él propone no es una interpretación más de la Ley, sino una vida nueva.

Vas predicando, viajero

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Vas predicando, viajero

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv



Vas predicando, viajero
y el mar te lleva en sus olas
tienes alas de amapola
y pasión de pregonero.

Apóstol de las tormentas
del huracán y del fuego
eres de Cristo el arquero
tus Palabras son sus flechas.

Se clavan hondo en el alma
y abren heridas sagradas
porque están enamoradas
de Jesucristo que salva.

Vas navegando tu viaje
cautivo de un Amor Santo
y vas cantando tu canto
con valentía y coraje.

Aquel que te ha cautivado
va contigo en el camino
y comparte tu destino
porque es Él quien te ha llamado.

19 ene 2020

Santo Evangelio 19 de Enero 2020



Día litúrgico: Domingo II (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Jn 1,29-34): En aquel tiempo, vio Juan venir Jesús y dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel».

Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».


«He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»

Rev. D. Joaquim FORTUNY i Vizcarro
(Cunit, Tarragona, España)

Hoy hemos escuchado a Juan que, al ver a Jesús, dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). ¿Qué debieron pensar aquellas gentes? Y, ¿qué entendemos nosotros? En la celebración de la Eucaristía todos rezamos: «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros / danos la paz». Y el sacerdote invita a los fieles a la Comunión diciendo: «Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo...».

No dudemos de que, cuando Juan dijo «he ahí el Cordero de Dios», todos entendieron qué quería decir, ya que el “cordero” es una metáfora de carácter mesiánico que habían usado los profetas, principalmente Isaías, y que era bien conocida por todos los buenos israelitas.

Por otro lado, el cordero es el animalito que los israelitas sacrifican para rememorar la pascua, la liberación de la esclavitud de Egipto. La cena pascual consiste en comer un cordero.

Y aun los Apóstoles y los padres de la Iglesia dicen que el cordero es signo de pureza, simplicidad, bondad, mansedumbre, inocencia... y Cristo es la Pureza, la Simplicidad, la Bondad, la Mansedumbre, la Inocencia. San Pedro dirá: «Habéis sido rescatados (...) con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1Pe 1,18.19). Y san Juan, en el Apocalipsis, emplea hasta treinta veces el término “cordero” para designar a Jesucristo.

Cristo es el cordero que quita el pecado del mundo, que ha sido inmolado para darnos la gracia. Luchemos para vivir siempre en gracia, luchemos contra el pecado, aborrezcámoslo. La belleza del alma en gracia es tan grande que ningún tesoro se le puede comparar. Nos hace agradables a Dios y dignos de ser amados. Por eso, en el “Gloria” de la Misa se habla de la paz que es propia de los hombres que ama el Señor, de los que están en gracia.

San Juan Pablo II, urgiéndonos a vivir en la gracia que el Cordero nos ha ganado, nos dice: «Comprometeos a vivir en gracia. Jesús ha nacido en Belén precisamente para eso (...). vivir en gracia es la dignidad suprema, es la alegría inefable, es garantía de paz, es un ideal maravilloso».

Una nueva mañana en que alabarte

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Una nueva mañana en que alabarte

Autor: Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv



Una nueva mañana en que alabarte
que se levanta en la luz del Sol naciente
en el fuego que se enciende de repente
en el pecho del hombre al adorarte.

Un día más en la experiencia de encontrarte
compartiendo el jardín del hombre nuevo,
un río de vida en el que me recreo,
un día más en el que vivo para amarte.

La filigrana de luz que ya me envuelve
y se entreteje en el alma de las cosas
me permite contemplar que son hermosas,
el espejo de luz en el que puedo verte.

Tu Espíritu que es aliento del misterio
descubre nuevamente tu presencia
insinúa del Amor la permanencia
y transforma en paraíso el cautiverio.

Enciende hogueras ardientes en el frío
y purifica la noche en sus desvelos,
es la fuente de todos tus consuelos
y la presencia del cielo prometido.

En Él desaparece, del misterio, la distancia
y se colma mi sed de trascendencia
es luz del paraíso encontrado y transparencia
del Amor divino que es meta de mis ansias.

Tu Espíritu de Amor todo lo mueve
y en lo profundo del alma te consagra
la vida que me diste para darla
en la ofrenda matutina que me envuelve.

Y por eso quiero cantarte un canto nuevo
en el coro de la creación que se despierta
ser voz y melodía que surge de la tierra
adorador del Dios viviente en el que espero.

A Ti la gloria, Padre que regalas
la luz de tu presencia matutina
la gracia en la que el hombre se encamina
la providencia amorosa en que nos amas.

A Ti la gloria Hijo eterno y entregado
en la cruz del Amor para salvarnos
Tú que vienes con el sol a iluminarnos
par llevarnos al Padre en tu costado.

Gloria al Espíritu fuente de la vida
que se renueva en su calor cada mañana
el santificador en el Amor que se derrama
la fuente de la alabanza y la alegría.