12 dic 2015

Santo Evangelio 12 de Diciembre 2015


Día litúrgico: Sábado II de Adviento


Santoral 12 de Diciembre: Santa Juana Francisca de Chantal, religiosa

Texto del Evangelio (Mt 17,10-13): Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.

«Elías vino ya, pero no le reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron»
Rev. D. Xavier SOBREVÍA i Vidal 
(Castelldefels, España)


Hoy, Jesús conversa con los discípulos cuando baja de la montaña, donde han vivido la Transfiguración. El Señor no ha acogido la propuesta de Pedro de quedarse, y baja respondiendo a las preguntas de los discípulos. Éstos, que acaban de participar brevemente de la gloria de Dios, están sorprendidos y no entienden que ya haya llegado el Mesías sin que antes haya venido el profeta Elías a prepararlo todo.

Resulta que la preparación ya ha sido realizada. «Os digo, sin embargo, Elías vino ya» (Mt 17,12): Juan Bautista ha preparado el camino. Pero los hombres del mundo no reconocen a los hombres de Dios, ni los profetas del mundo reconocen a los profetas de Dios, ni los prepotentes de la Tierra reconocen la divinidad de Jesucristo.

Es necesaria una mirada nueva y un corazón nuevo para reconocer los caminos de Dios y para responder con generosidad y alegría a la llamada exigente de sus enviados. No todos están dispuestos a entenderlo y, menos, a vivirlo. Es más, nuestras vidas y nuestros proyectos pueden estar oponiéndose a la voluntad del Señor. Una oposición que puede convertirse, incluso, en lucha y rechazo de nuestro Padre del Cielo.

Necesitamos descubrir el intenso amor que guía los designios de Dios hacia nosotros y, si somos consecuentes con la fe y la moral que Jesús nos revela, no han de extrañarnos los malos tratos, las difamaciones y las persecuciones. Ya que estar en el buen camino no nos evita las dificultades de la vida y Él, a pesar del sufrimiento, nos enseña a continuar.

A la Madre de Jesús, Reina de los Apóstoles, le pedimos que interceda para que a nadie le falten amigos que, como los profetas, le anuncien la Buena Nueva de la salvación que nos trae el nacimiento de Jesucristo. Tenemos la misión, tú y yo, de que esta Navidad sea vivida más cristianamente por las personas que encontraremos en nuestro camino.

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Nuestra Señora de Guadalupe. Patrona de México y Emperatriz de América Fiesta: 12 de Diciembre


Nuestra Señora de Guadalupe. Patrona de México y Emperatriz de América
Fiesta: 12 de Diciembre
Un sábado 9 de diciembre, el indio Juan Diego, recién convertido a la fe católica, se dirigió al templo para oir Misa. Al pie de un cerro pequeño llamado Tepeyac vio una nube blanca y resplandeciente y oyó que lo llamaban por su nombre. Vio a una hermosa Señora quien le dijo ser "la siempre Virgen María Madre de Dios" y le pidió que fuera donde el Obispo para pedirle que en aquel lugar se le construyera un templo. Juan Diego se dirigió a la casa del obispo Fray Juan de Zumárraga y le contó todo lo que había sucedido. El obispo oyó con admiración el relato del indio y le hizo muchas preguntas, pero al final no le creyó.

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo. De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano.

Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio. Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".


Fuente: Aci prensa

11 dic 2015

Gracias, Madre, mil gracias, por haber dicho que sí



Gracias, Madre, mil gracias, por haber dicho que sí
Reflexiones Adviento y Navidad

Sin luz, sin amor, sin sentido de vivir. ¿Qué hubiera sido de nosotros, sin Ti, Virgen Misericordiosa?

Por: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 


Gracias, Madre, mil gracias, Bendita,
por haber dicho que sí.
Nos trajiste lo mejor.
Estábamos destinados al eterno dolor
Éramos enemigos del Dios que tú amas.
Éramos hijos pródigos devorando bellotas,
Éramos casi como los animales que las comían,
pues apacentamos nuestras feas pasiones.
en los campos de Satanás.

La desesperación hubiera sido nuestra forma de vivir,
una tristeza creciente, sin cambio, sin sol.
Las tinieblas de muchos pecados
nos ocultaban el sol del amor.
Sin luz, sin amor, sin sentido de vivir.
¿Qué hubiera sido de nosotros, sin Ti,
Virgen Misericordiosa?

No había esperanza para nosotros,
prisioneros de ese campo de concentración
que hubiera sido el mundo.
El número de suicidas hubiera sido mayor
que el de los que quisieran seguir viviendo,
Pero llegaste Tú, la elegida, la abogada,
la llena de gracia…

Y nuestro mundo triste y amargado
se convirtió en lugar de consuelo y de paz.
Gracias por haber existido, por ser quien eres, por ser como eres.
Gracias mil veces porque nos trajiste la salvación.

Durante nueve meses, como todas las madres,
paseaste a Jesús en tu seno
por las calles de Nazareth, de Belén,
por los caminos y campos de Palestina,
La noche del mundo se convirtió en mediodía
cuando diste a luz al que se llamaría a sí mismo
Luz del mundo.
Tú fuiste la esclava sublime del Dios Altísimo.
Tú respondiste al Dios tres veces Santo
en nuestro lugar.
Borraste todas nuestras indignas respuestas
con tu sí heroico y generoso.
Y Dios, al complacerse en Ti.
nos miró también a nosotros con amor.
Porque eres de carne y hueso como nosotros,
Eres de nuestra raza
Y nuestra raza dió en Ti
la respuesta que Dios esperaba.

Jesús viene. Es el salvador,
pero ha querido venir a través de Ti.
Antes de ser de todos como redentor
fue todo tuyo, porque nadie lo sabía,
ni siquiera José, tu fiel esposo,
Luego, desde la cuna de Belén
no lo quisiste solo para Ti,
nos lo diste a todos los hombres.
A mí me has dado con inmenso amor
el fruto de tus entrañas purísimas.
Jesús es tuyo y Jesús es mío, `
porque Él es mi hermano y salvador
desde que Tú eres madre de ambos.
¿Qué cosa más grande, más hermosa,
más maravillosa podías darnos que a Jesús?

Un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado, confirma la Sagrada Biblia.
Desde entonces puedo llamar padre a Dios,
igual que te llamo a Ti madre.

Mi Padre bendito, mi Madre bendita.
Desde entonces Jesús es mi Dios, mi compañero, mi padre, mi grande y único amor
y la única razón de mi existencia.
Desde entonces he bebido una y mil veces
de la fuente de agua vivas
en los sacramentos de la Iglesia.

Tú asististe a mi bautismo.
El primer beso en mi frente de niño cristiano
lo recibí de tus labios, oh Madre.

Tú preparaste mi alma para recibir
por primera vez a tu Jesús y a mi Jesús.
¡Qué día tan hermoso para mí,
para Ti y para Jesús.

Tú estuviste presente en mis bodas de Caná
Deseándome que me fuera como a Ti
en tu matrimonio con José.
Tal vez no me ha ido lo mismo…
Tú sabes mejor que nadie cómo me ha ido
en mis amores..
Ten misericordia de mi matrimonio,
esposa magnífica, como no ha habido
ni habrá ninguna.

Misericordia de mis hijos.
Aunque estén en malos pasos
quiero dejarlos siempre en tus manos buenas,
para que los salves del maligno,
del mundo y de sus pasiones.
Concédeme de parte de Dios una Navidad,
si no totalmente feliz, al menos en paz, alegría,
en amor, como debe ser.

Vienes a darnos, a darme otra vez a Jesús.
Y hoy es el día y la noche buena.
Si alguna vez y algún día debo estar feliz,
es en esta noche buena y el día de Navidad.
Permíteme disfrutar algo de la felicidad del cielo
en esta Navidad
porque viene a mi corazón y a mi familia
el cielo entero con Jesús.
Pero viene el cielo, viene Dios
de la forma más sorprendente.

A todos nos ha dejado sin palabra ese Dios niño,
ese gitanillo precioso.
Perdona que así lo llame,
porque ha nacido como otros gitanillos,
si no debajo de un puente,
sí en un portal de animales.
Gitanillo se hizo por mí,
por amor, por amor, por amor.

El Niño Jesús es todo amor,
sólo amor y siempre amor para mí.
Déjame besarlo, abrazarlo con cariño,
y amarlo con todas las fuerzas de mi alma.
Déjame besarte, déjame abrazarte, Madre querida,
con toda la ternura de mi corazón.

¿Cómo no amarte, ángel de mi vida, Madre bendita,
si nos has traído al tres veces Santo,
si nos has dado al Verbo de Dios,
si has convertido al Hijo eterno del Padre
en un niño de esta tierra.
Con qué seriedad y cariño se llamará a sí mismo
el Hijo del Hombre.
El Hijo amadísimo del Padre
en quien tiene todas sus complacencias
insiste en llamarse el Hijo del Hombre,
para que quedara claro cuánto nos amaba.

Pues Tú, Madre bendita, convertiste al Hijo de Dios
en hijo del hombre, al darle tu sangre.
Nos diste un Dios niño, con cuerpecito de niño,
con un corazón de niño.
Pero a través de sus latidos
nos ama el Dios que es Amor.
Lloraba ese niño lágrimas de niño
y lágrimas de Dios.

Latía aquel corazón chiquito
como el de cualquier niño
pero era el corazón de Dios
que nos ha amado con eterno amor.
Madre admirable,
Enséñame a amar a tu Hijo divino…
Enséñame a amarlo todo lo que Él quiera,
todo lo que Tú quieras.

¿Será tan difícil amar entrañablemente
a un niño como el tuyo, María,
a un Dios que se hace niño por mí,
a un salvador que me ama con infinito amor?

En esta Navidad, Madre querida,
dame al Jesús de tus entrañas adorables,
al Jesús de tu alma y de tu vida,
al Jesús que amas como Virgen purísima
y como Madre amantísima.
Quiero amar a tu hijo con todo mi ser,
al mismo Jesús que Tú amas así,
quiero amarlo yo también,
con mi pobre corazón,
con mi vida que no es tan pura,
con mi alma que necesita ser redimida por Él.
Quiero amar y servir a ese ser divino
pero que es también carne de tu carne
y sangre de tu sangre,
rosa de tu rosal, a Jesús niño.

Reto a los ateos a que vengan al portal de Belén
¿A quién niegan? ¿A quién odian?
A un pedacito de carne, de carne viva
que se ha hecho niño por amor a ellos.
Él te ha dado la vida, ateo desconcertante,
ateo inexplicable, ateo desagradecido.
No sabes a quién desprecias.
Odias no a un ser cualquiera,
odias al ser más adorable,
al que han adorado hasta el martirio
millones y millones de tus hermanos hombres
Que vengan los perversos…
¿Quién no puede arrodillarse ante ese Dios hecho niño?

Te adoro, mi Dios, con cuerpecillo de niño.
Te adoro mi Rey en trono de paja.
Te adoro mi Señor, que no sabes ni hablar.
Te adoro y te amo…


Preguntas o comentarios al autor    P. Mariano de Blas LC




Santo Evangelio 11 de Diciembre 2015


Día litúrgico: Viernes II de Adviento

Texto del Evangelio (Mt 11,13-19): En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras».

«¿Con quién compararé a esta generación?»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy debiéramos removernos ante el suspiro del Señor: «Con quién compararé a esta generación?» (Mt 11,16). A Jesús le aturde nuestro corazón, demasiadas veces inconformista y desagradecido. Nunca estamos contentos; siempre nos quejamos. Incluso nos atrevemos a acusarle y a echarle la culpa de lo que nos incomoda. 

Pero «la Sabiduría se ha acreditado por sus obras» (Mt 11,19): basta contemplar el misterio de la Navidad. ¿Y nosotros?; ¿cómo es nuestra fe? ¿No será que con esas quejas tratamos de encubrir la ausencia de nuestra respuesta? ¡Buena pregunta para el tiempo de Adviento!

Dios viene al encuentro del hombre, pero el hombre —particularmente el hombre contemporáneo— se esconde de Él. Algunos le tienen miedo, como Herodes. A otros, incluso, les molesta su simple presencia: «Fuera, fuera, crucifícalo» (Jn 19,15). Jesús «es el Dios-que-viene» (Benedicto XVI) y nosotros parecemos "el hombre-que-se-va": «Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (Jn 1,11).

¿Por qué huimos? Por nuestra falta de humildad. San Juan Bautista nos recomendaba "menguarnos". Y la Iglesia nos lo recuerda cada vez que llega el Adviento. Por tanto, hagámonos pequeños para poder entender y acoger al "Pequeño Dios". Él se nos presenta en la humildad de los pañales: ¡nunca antes se había predicado un "Dios-con-pañales"! Ridícula imagen damos a la vista de Dios cuando los hombres pretendemos encubrirnos con excusas y falsas justificaciones. Ya en los albores de la humanidad Adán lanzó las culpas a Eva; Eva a la serpiente y…, habiendo transcurrido los siglos, seguimos igual. 

Pero llega Jesús-Dios: en el frío y la pobreza extrema de Belén no vociferó ni nos reprochó nada. ¡Todo lo contrario!: ya empieza a cargar sobre sus pequeñas espaldas todas nuestras culpas. Entonces, ¿le vamos a tener miedo?; ¿de verdad van a valer nuestras excusas ante ese "Pequeño-Dios"? «La señal de Dios es el Niño: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad» (Benedicto XVI).

«La Sabiduría se ha acreditado por sus obras»
+ Rev. D. Pere GRAU i Andreu 
(Les Planes, Barcelona, España)

Hoy reparamos en que muy frecuentemente hemos de ir a entierros. Pero... pocas veces pensamos en nuestro propio funeral. Viene a ser como una jugada del subconsciente que pospone sine die la propia muerte.

La misma contemplación del ritmo de la naturaleza que nos rodea nos recuerda también este hecho. Deducimos que —en cierto modo— no estamos tan distantes de una planta, de un ser vivo... Estamos sometidos, tanto si nos gusta como si no, a la misma ley natural de las criaturas que nos rodean. Con la diferencia, ¡importante!, del origen de nuestra vida, de la vida a imagen y semejanza de Dios, con proyección de eternidad.

Todo el Adviento está informado por esta idea. El Señor llega con gran esplendor a visitar a su pueblo, con la paz, comunicándole la vida eterna. Es un toque de alerta: «La Sabiduría se ha acreditado por sus obras» (Mt 11,19). ¡Tengamos una actitud receptiva ante el Señor!

«Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas» (Mc 1,3), se anunciaba en la dominica II de Adviento (ciclo B). ¡Vigilad con las conductas sociales!, nos viene a decir hoy. Es como si dijera: «No pongáis trabas a la comunicación amorosa de Dios».

Hemos de pulir nuestro carácter. Hemos de reconstruir nuestra manera de hacer. Todo aquello que, en definitiva, falsea nuestra responsabilidad: el orgullo, la ambición, la venganza, la dureza de corazón, etc. Aquellas actitudes que nos hacen como dioses del poder en el mundo, sin querer reconocer que no somos los amos del mundo. Somos una pequeñez dentro de la extensa historia de la Humanidad.

Los discípulos de Juan experimentaban la purificación de sus errores. Nosotros, los discípulos de Jesús, nuestro Amigo, podemos vivir la insuperable experiencia de la purificación de todo aquello que es pecado, con esperanza de vida eterna: ¡otra Navidad!

Renovemos nuestro diálogo con Él. Hagamos nuestra oración de esperanza y amor, sin hacer caso del ruido mundanal que nos envuelve.

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Santa Maravillas de Jesús, Virgen 11 de Diciembre


Santa Maravillas de Jesús, Virgen
11 de Diciembre
Carmelita Descalza

María de las Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán nació en Madrid el 4 de noviembre de 1891. Desde su infancia deseó consagrarse a Dios y dedicó su juventud a ayudar a los necesitados. Atraída por la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, y movida por su amor a la Virgen María, ingresó en el Carmelo de El Escorial el 12 de octubre de 1919.

En 1924 fundó un monasterio de Carmelitas Descalzas en El Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la península, junto al monumento del Corazón de Jesús, como lugar de oración y de inmolación por la Iglesia y por España.

Durante la persecución religiosa la Madre Maravillas brilló por su espíritu de reparación, fortaleza, serenidad y confianza en el Señor. Bajo el signo de la fidelidad a Santa Teresa fundó otros diez Carmelos recuperando lugares de tradición teresiano-sanjuanista. Priora durante largos años, enseñó a sus hermanas con el testimonio de sus virtudes y se distinguió por su vida mística, ardor apostólico y por la bondad unida a la firmeza ante quienes la tenían por verdadera madre. Murió en el Carmelo de La Aldehuela, el 11 de diciembre de 1974, expresando “¡Qué felicidad morir Carmelita!”.

Fue beatificada por vuestra Santidad el 10 de mayo de 1998.

Fue canonizada por el Papa Juan Pablo II, el domingo 4 de mayo de 2003 (tercer domingo de Pascua), durante la V visita de Su Santidad a España. La misa de canonización se realizó en la Plaza Madrid de Colón.

Fuente: www.vatican.va * El texto ha sido tomado del Misal del Viaje en España, el cual se está preparando

10 dic 2015

Ya te falta poco para nacer....Oh Señor de la historia



Ya te falta poco para nacer....Oh Señor de la historia

Reflexiones Adviento y Navidad

En la mitad del Adviento... ¿Cómo estás nuestros caminos? ...y ahí andamos corriendo, para que no se nos olviden las "cosas" 


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 


¡YA TE FALTA POCO PARA NACER.... OH, SEÑOR DE LA HISTORIA!

En la mitad del Adviento... ¿Cómo estás nuestros caminos?

Todos sabemos que falta poco para que llegue la Navidad....y ahí andamos corriendo, hasta hemos hecho una lista para que no se nos olviden las "cosas" que tenemos que hacer, regalos, alimentos para la cena de Nochebuena o la comida de Navidad.... ¡y los turrones!, ah, eso si no nos pueden faltar y los vinos....otra cosa importante para brindar....

Cada quién, según sus posibilidades, trataremos que esa noche o día, se pueda celebrar lo mejor posible y sobre todo, si es que llega a ser en nuestra casa, quedar con el mejor de los éxitos....

Todo esto está muy bien, pero.... ¿Cómo están nuestros caminos? Los "caminos" de nuestro interior, los "caminos" de nuestro corazón....

Hace muchísimos años, Juan, comenzó a predicar la penitencia, un bautismo para el perdón de los pecados y su arrepentimiento, es tiempo de mortificación por eso vemos que los sacerdotes visten de color morado al celebrar la misa, y todavía muchos miles de años antes, podemos leer al profeta Isaías: "Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios".

Es ahora cuando ha llegado nuestro tiempo... ¿Cómo preparamos esos "caminos"... sin allanar las crestas de nuestra soberbia, de nuestra altanería... sin poner rectos nuestros deseos de ambición cambiándolos por generosidad, sin suavizar esa aspereza pidiendo perdón o dándolo con un gesto de amor....?

Es el momento de pensar, de "bucear" en nuestro interior para ver si nos hace falta cambiar nuestro modo de ser, cambiar nuestra vida... para poder ofrecer "algo", para poder "regalarle" algo al Hijo de Dios que ya no tarda en llegar, que ya no tarda en aparecer en nuestra Historia, siendo El el Señor y Dueño de la misma, y sin embargo
lo vamos a ver naciendo en la más profunda humildad y solo ý únicamente por amor.

Es tiempo de regalar. y de recibir regalos..., todo está bien.

Pero El solo vino a buscar mi corazón para que lo ame.... ¿se lo daré?......


Preguntas o comentarios al autor Ma. Esther de Ariño

Santo Evangelio 10 de Diciembre 2015


Día litúrgico: Jueves II de Adviento

Texto del Evangelio (Mt 11,11-15): En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga».

«El Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan»
Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents 
(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos habla de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías, aquel que ha venido a preparar los caminos del Señor. También a nosotros nos acompañará desde hoy hasta el día dieciséis, día en el que acaba la primera parte del Adviento.

Juan es un hombre firme, que sabe lo que cuestan las cosas, es consciente de que hay que luchar para mejorar y para ser santo, y por eso Jesús exclama: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mt 11,12). Los “violentos” son los que se hacen violencia a sí mismos: —¿Me esfuerzo para creerme que el Señor me ama? ¿Me sacrifico para ser “pequeño”? ¿Me esfuerzo para ser consciente y vivir como un hijo del Padre?

Santa Teresita de Lisieux se refiere también a estas palabras de Jesús diciendo algo que nos puede ayudar en nuestra conversación personal e íntima con Jesús: «Eres tú, ¡oh Pobreza!, mi primer sacrificio, te acompañaré hasta que me muera. Sé que el atleta, una vez en el estadio, se desprende de todo para correr. ¡Saboread, mundanos, vuestra angustia y pena, y los frutos amargos de vuestra vanidad; yo, feliz, obtendré de la pobreza las palmas del triunfo». —Y yo, ¿por qué me quejo enseguida cuando noto que me falta alguna cosa que considero necesaria? ¡Ojalá que en todos los aspectos de mi vida lo viera todo tan claro como la Doctora!

De un modo enigmático Jesús nos dice también hoy: «Juan es Elías (...). El que tenga oídos que oiga» (Mt 11,14-15). ¿Qué quiere decir? Quiere aclararnos que Juan era verdaderamente su precursor, el que llevó a término la misma misión que Elías, conforme a la creencia que existía en aquel entonces de que el profeta Elías tenía que volver antes que el Mesías.

© evangeli.net M&M Euroeditors |

Beato Marco Antonio Durando 10 de Diciembre


Beato Marco Antonio Durando
10 de Diciembre
Marco Antonio nació el 22 de mayo de 1801, en Mondoví, en la ilustre familia de los Durando, cuya casa daba a la Plaza Mayor y estaba cerca de la catedral y de la iglesia de la Misión. Al revés que su madre, que era persona muy piadosa y que inspiró la religiosidad y la fe en el corazón de sus ocho hijos, el padre tenía ideas liberales y era de tendencia laica y agnóstica. Dos de los hijos, de manera especial, profesaron tales convicciones y se implicaron en los sucesos del Risorgimento italiano. Ocuparon puestos de relieve en la vida política y militar. Santiago fue ministro de asuntos exteriores en el gobierno Rattazzi, de 1862. Juan, general y jefe de las tropas pontificias, en 1848, desobedeció las órdenes de Pío IX llevando a las tropas pontificias más allá del Po para cerrar el paso a los austríacos. Una vez que regresó al ejército piamontés, participó con Carlos Alberto en la batalla de Novara, en la expedición de Crimea y en las guerras de independencia. 

La pasión misionera. 

Marco Antonio salió más a la madre. A los 15 años manifestó el deseo de marchar como misionero a China. Entró en la Congregación de la Misión, que por entonces se estaba reconstruyendo en Italia. A los 18 años emitió los votos perpetuos y el 12 de junio de 1824 fue ordenado sacerdote. Durante cinco años permaneció en Casale Monferrato y después, desde 1829 hasta su muerte, en la casa de Turín, de la que fue superior dos años después de llegar. En lugar de ir a China, su destino fueron las misiones populares, en las que expresó la pasión misionera del anuncio de Cristo. Sostuvo y difundió la recién nacida obra de la Propagación de la Fe, instituida en Lyon en 1822. En la plenitud de su responsabilidad como Visitador, en 1855, inauguró el colegio Brignole-Sale para las misiones extranjeras con el objetivo de formar sacerdotes para las misiones ad gentes. 

En los años jóvenes de su primer sacerdocio, su dinamismo misionero fue absorbido por las misiones, que predicó en muchos pueblos del Piamonte. Huyendo de los extremismos, tanto del laxismo como del rigorismo jansenista, el padre Durando predicó la misericordia de Dios, atrayendo a las gentes a la conversión: «La gente —relata un cronista de la misión de Bra— se agolpaba para oírlo y estaba tan silenciosa y atenta oyéndolo como si fuese un único hombre». En estas misiones no se limitó a predicar, sino que allí donde encontraba situaciones graves de pobreza, de acuerdo con los cohermanos, actuaba de modo concreto. En Locana, por ejemplo, hizo «convertir todo el legado económico de la misión, que consistía en 700 liras, en harina de maíz para los pobres del pueblo», practicando así la enseñanza de San Vicente de actuar espiritual y corporalmente en favor de los pobres. 

Amor a los pobres y primer director de las Hijas de la Caridad en Italia 

La preocupación por los pobres fue la otra cara de su pasión misionera. Poco después de haber sido elegido superior, intuyó la utilidad de introducir en Italia del norte a las Hijas de la Caridad, nacidas del carisma caritativo de san Vicente y de santa Luisa de Marillac. Éstas, tras haber sido dispersadas en la época de la revolución francesa, habían comenzado a reorganizarse. Las apariciones de la Medalla Milagrosa, en 1830, a santa Catalina Labouré, novicia de las Hijas de la Caridad, pueden considerarse como el origen del nuevo florecimiento que estaba experimentando esta comunidad. La inteligencia del padre Durando consistió en intuirlo. Las quiso en Piamonte. El rey Carlos Alberto, en 1833, las acogió y ellas comenzaron a tomar la responsabilidad de varios hospitales, tanto los militares de Turín y Génova, como los civiles de Carignano, Castellamonte y Turín. En 1855, tuvo el valor de enviarlas a la retaguardia de la guerra de Crimea para curar a los heridos. Al mismo tiempo difundió la asociación mariana de la Medalla Milagrosa entre las jóvenes y de ella nacieron nuevas vocaciones: en el breve espacio de diez años, surgieron 20 fundaciones e ingresaron 260 hermanas. El número de las vocaciones era tan desbordante que Carlos Alberto puso a su disposición, en 1837, el convento de san Salvario, en Turín. Gracias al crecimiento de las hermanas, el padre Durando dotó a la ciudad de Turin de una red de centros de caridad, llamados Misericordias, desde las que las hermanas, con las Damas de la Caridad, salían para prestar el servicio a domicilio y la ayuda a los pobres. Alrededor de las Misericordias surgieron diferentes obras, como las primeras guarderías para niños pobres, talleres para muchachas y orfanatos. Las Hijas de la Caridad han sido extraordinarias impulsoras del desarrollo del catolicismo social en Italia gracias a su obra de asistencia entre los enfermos y los pobres, a la vez que con la asunción de variadas obras educativas. 

Hombre de gobierno y director de conciencias 

En 1837, con apenas 36 años, fue nombrado visitador (o superior mayor) de la Provincia del norte de Italia de los misioneros vicencianos, cargo que ocupó durante 43 años ininterrumpidos, hasta su muerte. Por ello, tuvo que mermar su participación en las misiones. Su tiempo estuvo absorbido por la organización de la congregación de los misioneros vicencianos y la predicación de ejercicios espirituales a los sacerdotes y clérigos de la diócesis de Turín. La calidad de su dirección espiritual atrajo también la atención de las nuevas fundaciones que estaban surgiendo en Turín. El arzobispo, monseñor Fransoni, le confió la dirección de las hermanas de san José, llegadas a Italia recientemente. Contribuyó a la redacción de las reglas de las hermanas de santa Ana. Fue guía espiritual de las clarisas capuchinas del nuevo monasterio de santa Clara. La marquesa de Barolo, que había fundado un monasterio para la recuperación de las muchachas perdidas, las hermanas penitentes de santa Magdalena, deseó que fuese consejero en la redacción de las reglas y director de la obra. Sin embargo, la obra que lo caracteriza es la fundación de las hermanas Nazarenas. 

En la escuela de Jesús crucificado, fundador de las Nazarenas 

Como sucede con las obras de Dios, sin haberlo querido, el 21 de noviembre de 1865, fiesta de la Presentación de María, el padre Durando pudo confiar a la sierva de Dios, Luisa Borgiotti, las primeras postulantes de la nueva Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno. Eran jóvenes que se habían dirigido a él, puesto que, deseosas de consagrarse a Dios, carecían de algunos requisitos canónicos para poder entrar en las comunidades religiosas. Él les encomendó la tarea de servir a los que sufren, como miembros dolientes de Cristo crucificado, yendo a asistirles a su domicilio, día y noche. La obra era hasta tal punto novedosa y original que un canónigo de la catedral exclamó: «Si el padre Durando viniese a confesarse conmigo, en conciencia no me sentiría en grado de absolverlo». Y sin embargo, gracias a la caridad de estas hermanas, que supieron estar junto a los moribundos con delicadeza, discreción y fe, porque contemplaban en los que sufrían el sufrimiento del Señor, se produjeron algunas conversiones significativas como las de Guido Gozzano, Felice Raccagni, Sofia Graf y Anni Vivanti. 

Muerte y glorificación 

El padre Durando murió el 10 de diciembre de 1880: tenía 79 años. Sus restos mortales, significativamente, están sepultados en aquel pequeño santuario de la Pasión, anejo a la Iglesia de la Visitación de Turín, donde la comunidad de las Nazarenas se había nutrido de la devoción a la pasión del Señor para introducirse de forma misionera en el servicio de los que sufren. 

La causa de beatificación, iniciada en Turín en 1928 y continuada en Roma con el proceso apostólico en 1940, se ha concluido en el 2001 con el reconocimiento del milagro obtenido por su intercesión. 

FUENTE: www.vatican.va

9 dic 2015

Santo Evangelio 9 de Diciembre 2015


Día litúrgico: Miércoles II de Adviento

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

«Mi yugo es suave y mi carga ligera»
P. Jacques PHILIPPE 
(Cordes sur Ciel, Francia)

Hoy, Jesús nos conduce al reposo en Dios. Él es, ciertamente, un Padre exigente, porque nos ama y nos invita a darle todo, pero no es un verdugo. Cuando nos exige algo es para hacernos crecer en su amor. El único mandato es el de amar. Se puede sufrir por amor, pero también se puede gozar y descansar por amor…

La docilidad a Dios libera y ensancha el corazón. Por eso, Jesús, que nos invita a renunciar a nosotros mismos para tomar nuestra cruz y seguirle, nos dice: «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,30). Aunque en ocasiones nos cuesta obedecer la voluntad de Dios, cumplirla con amor acaba por llenarnos de gozo: «Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco» (Sal 119,35).

Me gustaría contar un hecho. A veces, cuando después de un día bastante agotador me voy a dormir, percibo una ligera sensación interior que me dice: —¿No entrarías un momento en la capilla para hacerme compañía? Tras algunos instantes de desconcierto y resistencia, termino por consentir y pasar unos momentos con Jesús. Después, me voy a dormir en paz y tan contento, y al día siguiente no me despierto más cansado que de costumbre. 

No obstante, a veces me sucede lo contrario. Ante un problema grave que me preocupa, me digo: —Esta noche rezaré durante una hora en la capilla para que se resuelva. Y al dirigirme a dicha capilla, una voz me dice en el fondo de mi corazón: —¿Sabes?, me complacería más que te fueras a acostar inmediatamente y confiaras en mí; yo me ocupo de tu problema. Y recordando mi feliz condición de "servidor inútil", me voy a dormir en paz, abandonando todo en las manos del Señor…

Todo ello viene a decir que la voluntad de Dios está donde existe el máximo amor, pero no forzosamente donde esté el máximo sufrimiento… ¡Hay más amor en descansar gracias a la confianza que en angustiarse por la inquietud!

«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados (...) y hallaréis descanso»
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós 
(Barcelona, España)


Hoy, acaba el ciclo de lecturas feriales que tienen por protagonista al profeta Isaías. Él nos hace caer en la cuenta de que la actualidad de la venida del Mesías fue anunciada proféticamente.

Esperar el retorno del Señor, su “adventus”, exige al creyente un claro propósito de no desfallecer, pase lo que pase mientras tanto. Porque no podemos ignorar que la espera no siempre resulta ligera, y se puede llegar a pensar que, de hecho, vista la propia flaqueza, no se alcanzará la perseverancia de una vida cristiana con tenacidad. La tentación del desánimo está siempre cerca de quienes somos débiles por naturaleza.

También nos puede traicionar el olvido de que el Reino se abre paso sobre todo por la voluntad de Dios, a pesar de las resistencias de quienes no tenemos una “determinada determinación”, suficientemente decidida, para buscarlo por encima de todo y con absoluta prioridad. Demasiadas veces nos lamentamos de nuestro cansancio: un poco hemos pasado cuentas y nos hemos percatado de la poquedad de los resultados conseguidos y, sin poderlo evitar, nos sale del alma una queja dirigida al Señor, más o menos explícita, como preguntándole cómo es que no nos ha ayudado suficientemente, cómo es posible que no haya reparado en el trabajo que hemos realizado. ¡He aquí nuestro pecado! Convertimos a Dios en nuestro ayudante, en lugar de comprender que la iniciativa es siempre suya y que es suyo el esfuerzo principal.

Isaías, en esta perspectiva escatológica que marca las primeras semanas del Adviento, nos recuerda cuán grande e irresistible es el poder del Santo.

En Jesucristo encontramos el cumplimiento de estas palabras del profeta. «Venid a mí (...) y hallaréis descanso» (Mt 11,28). En el Señor, en su corazón amoroso, todos encontramos el descanso necesario y la fuerza para no desfallecer y, así, poder esperarlo con una caridad renovada, mientras que nuestra alma no cesa de bendecirlo y nuestra memoria no olvida sus favores.

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San Juan Diego 9 de Diciembre


San Juan Diego
9 de Diciembre

San Juan Diego nació en 1474 en el "calpulli" de Tlayacac en Cuauhtitlán, México, establecido en 1168 por la tribu nahua y conquistado por el jefe Azteca Axayacatl en 1467. Cuando nació recibió el nombre de Cuauhtlatoatzin, que quiere decir "el que habla como águila" o "águila que habla".Juan Diego perteneció a la más numerosa y baja clase del Imperio Azteca, sin llegar a ser esclavo. Se dedicó a trabajar la tierra y fabricar matas las que luego vendía. Poseía un terreno en el que construyó una pequeña vivienda y contrajo matrimonio con una nativa.

Se convierte al cristianismo y fue bautizado junto a su esposa, él recibió el nombre de Juan Diego y ella el de María Lucía. Fueron bautizados por el misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios "Motolinia" o " el pobre".

Antes de su conversión Juan Diego ya era un hombre piadoso y religioso. Era muy reservado y de carácter místico, le gustaba el silencio y solía caminar desde su poblado hasta Tenochtitlán, a 20 kilómetros de distancia, para recibir instrucción religiosa.Su esposa María Lucía falleció en 1529. En ese momento Juan Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, a sólo 14 kilómetros de la iglesia de Tlatilolco, Tenochtitlán. Durante una de sus caminatas camino a Tenochtitlán, que solían durar tres horas a través de montañas y poblados, ocurre la primera aparición de Nuestra Señora, en el lugar ahora conocido como "Capilla del Cerrito", donde la Virgen María le habló en su idioma, el náhuatl.

Juan Diego tenía 57 años en el momento de las apariciones, ciertamente una edad avanzada en un lugar y época donde la expectativa de vida masculina apenas sobrepasaba los 40 años.Luego del milagro de Guadalupe Juan Diego fue a vivir a un pequeño cuarto pegado a la capilla que alojaba la santa imagen, tras dejar todas sus pertenencias a su tío Juan Bernardino. Pasó el resto de su vida dedicado a la difusión del relato de las apariciones entre la gente de su pueblo.

Murió en 1548, a la edad de 74 años. Juan Diego fue beatificado en abril de 1990 por el Papa Juan Pablo II.

Fue canonizado el 31 de julio de 2002 por Juan Pablo II, quien viajó a Ciudad de México para presidir la ceremonia.

8 dic 2015

Santo Evangelio 8 de Diciembre 2015


Día litúrgico: 8 de Diciembre: La Inmaculada Concepción de la Virgen María

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 

Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

«Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’»
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer 
(Manlleu, Barcelona, España)


Hoy, el Evangelio toca un acorde compuesto por tres notas. Tres notas no siempre bien afinadas en nuestra sociedad: la del hacer, la de la amistad y la de la coherencia de vida. Hoy día hacemos muchas cosas, pero, ¿tenemos un proyecto? Hoy, que navegamos en la sociedad de la comunicación, ¿tiene cabida en nuestros corazones la soledad? Hoy, en la era de la información, ¿nos permite ésta dar forma a nuestra personalidad?

Un proyecto. María, una mujer «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David» (Lc 1,28). María tiene un proyecto. Evidentemente, de proporciones humanas. Sin embargo, Dios irrumpe en su vida para presentarle otro proyecto... de proporciones divinas. También hoy, quiere entrar en nuestra vida y dar proporciones divinas a nuestro quehacer humano.

Una presencia. «No temas, María» (Lc 1,30). ¡No construyamos de cualquier manera! No fuera caso que la adicción al “hacer” escondiera un vacío. El matrimonio, la vida de servicio, la profesión no han de ser una huida hacia adelante. «Llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28). Presencia que acompaña y da sentido. Confianza en Dios, que —de rebote— nos lleva a la confianza con los otros. Amistad con Dios que renueva la amistad con los otros.

Formarnos. Hoy día, que recibimos tantos estímulos con frecuencia contrapuestos, es necesario dar forma y unidad a nuestra vida. María, dice san Luis María Grignion, «es el molde vivo de Dios». Hay dos maneras de hacer una escultura, expone Grignion: una, más ardua, a base de golpes de cincel. La otra, sirviéndose de un molde. Ésta segunda es más sencilla. Pero el éxito está en que la materia sea maleable y que el molde dibuje con perfección la imagen. María es el molde perfecto. ¿Acudimos a Ella siendo nosotros materia maleable?

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Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María 8 de Diciembre

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María
8 de Diciembre


"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles." Dogma proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.

Cada 8 de diciembre, la Iglesia celebra el dogma de fe que nos revela que, por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es decir desde el instante en que María comenzó la vida humana.

El 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX proclamó este dogma:

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."

(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)

María es la "llena de gracia", del griego "kecharitomene" que significa una particular abundancia de gracia, es un estado sobrenatural en el que el alma está unida con el mismo Dios. María como la Mujer esperada en el Protoevangelio (Gn. 3, 15) se mantiene en enemistad con la serpiente porque es llena de gracia.

Las devociones a la Inmaculada Virgen María son numerosas, y entre sus devotos destacan santos como San Francisco de Asís y San Agustín. Además la devoción a la Concepción Inmaculada de María fue llevada a toda la Iglesia de Occidente por el Papa Sixto IV, en 1483.

El camino para la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María fue trazado por el franciscano Duns Scotto. Se dice que al encontrarse frente a una estatua de la Virgen María hizo esta petición: "Dignare me laudare te: Virgo Sacrata" (Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti).

Y luego el franciscano hizo estos cuestionamientos:

1. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? 
Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.

2. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original?
Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.

3. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? 
Todos respondieron: Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.

Entonces Scotto exclamó:

Luego

1. Para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original.

2. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha

3. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.

La Virgen María es Inmaculada gracias a Cristo su hijo, puesto que Él iba a nacer de su seno es que Dios la hizo Inmaculada para que tenga un vientre puro donde encarnarse. Ahí se demuestra cómo Jesús es Salvador en la guarda de Dios con María y la omnipotencia del Padre se revela como la causa de este don. Así, María nunca se inclinó ante las concupiscencias y su grandeza demuestra que como ser humano era libre pero nunca ofendió a Dios y así no perdió la enorme gracia que Él le otorgó.

La Inmaculada Virgen María nos muestra la necesidad de tener un corazón puro para que el Señor Jesús pueda vivir en nuestro interior y de ahí naciese la Salvación. Y consagrarnos a ella nos lleva a que nuestra plegaria sea el medio por el cual se nos revele Jesucristo plenamente y nos lleve al camino por el cual seremos colmados por el Espíritu Santo.

7 dic 2015

Santo Evangelio 7 Diciembre 2015


Día litúrgico: Lunes II de Adviento
Santoral 7 de Diciembre: San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia

Texto del Evangelio (Lc 5,17-26): Un día que Jesús estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados». 

Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?». Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles».

«Hombre, tus pecados te quedan perdonados»
Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido 
(Cerdanyola del Vallès, Barcelona, España)
Hoy, el Señor enseña y cura a la vez. Hoy vemos al Señor que enseñaba a los que se consideraban muy sabios en aquellos tiempos: los fariseos y los maestros de la ley. A veces, nosotros podemos pensar que por el siglo en que vivimos o por los estudios que hemos hecho, poco nos queda para aprender. Esta lógica no sobrenatural nos lleva frecuentemente a querer hacer que los caminos de Dios sean los nuestros y no al revés.

En la actitud de quienes quieren la curación de su amigo vemos los esfuerzos humanos para conseguir lo que realmente desean. Lo que querían era algo muy bueno: que el enfermo pudiera andar. Pero no es suficiente con esto. Nuestro Señor quiere hacer con nosotros una sanación completa. Y por eso comienza con lo que Él ha venido a realizar en este mundo, lo que su santo nombre significa: Salvar al hombre de sus pecados.

—La fuente más profunda de mis males son siempre mis pecados: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados» (Lc 5,20). Muy frecuentemente, nuestra oración o nuestro interés es puramente material, pero el Señor sabe lo que nos conviene más. Como en aquellos tiempos, los consultorios de los médicos están llenos de enfermos. Pero, como aquellos hombres, tenemos el riesgo de no ir con tanta diligencia al lugar donde realmente nos restablecemos plenamente: al encuentro con el Señor en el sacramento de la Penitencia.

Punto fundamental en todo tiempo para el creyente es el encuentro sincero con Jesucristo misericordioso. Él, rico en misericordia, nos recuerda especialmente hoy que en este Adviento no podemos descuidar el necesario perdón que Él da a manos llenas. Y, si es preciso, echemos los impedimentos —el tejado— que nos impiden verle. —Yo también necesito retirar las tejas de mis prejuicios, de mis comodidades, de mis ocupaciones, de las desconfianzas, que son un obstáculo para “mirar de tejas arriba”.

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San Ambrosio 7 de Diciembre

San Ambrosio
7 de Diciembre
San Ambrosio cuyo nombre significa "Inmortal" es uno de los más famosos doctores que la Iglesia de occidente tuvo en la antigüedad junto con San Agustín, San Jerónimo y San León.

Cuando apenas tenía 30 años fue nombrado gobernador de todo el norte de Italia, con residencia en Milán, y posteriormente, fue elegido Obispo de esta ciudad por clamor popular. San Ambrosio se negó a aceptar el cargo pues no era sacerdote, pero se hicieron memoriales y el Emperador mandó un decreto señalando que el santo debía aceptar ese cargo. Desde entonces se dedicó por horas y días a estudiar las Sagradas Escrituras hasta llegar a comprenderla maravillosamente.

San Ambrosio componía hermosos cantos y los enseñaba al pueblo; además, escribió muy bellos libros explicando la Biblia, y aconsejando métodos prácticos para progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo un tratado que compuso acerca de la virginidad y de la pureza. Además de su sabiduría para escribir, tenía el don de la diplomacia siendo llamado muchas veces por el alto gobierno como embajador del país para obtener tratados de paz cuando se suscitaba algún conflicto.



San Ambrosio falleció el viernes santo del año 397, a la edad de 57 años.

6 dic 2015

Santo Evangelio 6 Diciembre 2015


Día litúrgico: Domingo II (C) de Adviento

Texto del Evangelio (Lc 3,1-6): En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios».

«Todos verán la salvación de Dios»
+ Rev. D. Josep VALL i Mundó 
(Barcelona, España)


Hoy, la Iglesia se propone la contemplación de las palabras proféticas de Isaías que se refieren al Precursor del Señor, Juan Bautista, el cual se dio a conocer en el río Jordán anunciando la salvación de Dios. Él tenía la misión de abrir rutas, aplanar caminos, allanar montañas, convertir los terrenos escabrosos en valles frondosos (cf. Lc 3,4-5). También ahora a los cristianos se nos pide —sin ningún miedo al mundo actual— trabajar apostólicamente para que todos puedan vislumbrar la salvación (cf. Lc 3,6) que sólo viene de Dios por Jesucristo.

Tenemos muchas hondonadas para rellenar, muchos caminos para allanar, muchas montañas para trasladar. Quizá son tiempos difíciles, pero no nos faltarán los medios si contamos con la gracia de Dios. Seremos precursores en la medida en que vivamos cerca del Señor y entonces se cumplirán aquellas palabras de la Carta a Diogneto: «Lo que es el alma para el cuerpo, así son los cristianos dentro del mundo». Naturalmente, hemos de amar de todo corazón este mundo en el que vivimos, como decía un personaje de una novela de Dostoiewski: «Amad a toda la creación en su conjunto y en sus elementos, cada hoja, cada rayo, los animales, las plantas. Y amando comprenderéis el misterio divino de las cosas. Y una vez comprendido acabaréis por amar el mundo entero con un amor universal».

San Justino afirmaba: «Todas las cosas noblemente humanas nos pertenecen». Y desde las entrañas del mundo —en medio del trabajo, de la familia, del ambiente social— seremos precursores preparando los caminos de la salvación que viene de Dios. Con el ejemplo y la palabra «sacudiremos la pereza de los que nos rodean, les abriremos amplios horizontes ante su existencia egoísta y aburguesada, les complicaremos la vida, haciendo que se olviden de sí mismos y los llevaremos a la alegría y a la paz», tal como san Josemaría Escrivá describió el trabajo apostólico de los cristianos en medio del mundo.

«Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy, por boca de Juan el Bautista, el Evangelio nos urge a prepararle el camino al Señor Jesús. Pero, ¿nosotros hemos de abrirle una ruta a Dios? ¿No soy yo, más bien, quien necesita ser auxiliado por Dios? Ciertamente no podemos hacer nada sin Él, pero a la vez Él nos quiere necesitar: «Enderezad sus sendas» (Lc 3,4). ¿Cómo es eso? Porque el amor no se puede imponer; en todo caso, se puede proponer: «Él que te creó sin ti, no te salvará sin ti» (San Agustín).

Jesús está a punto de llegar a la tierra, y lo encontraremos hecho un niño pequeño, "indefenso", reclinado sobre un pesebre: tan pequeño que no podrá escalar los muros de soberbia de mi corazón, ni emerger por encima de las olas de mi sensualidad…

En palabras de Benedicto XVI, «la fe cristiana nos ofrece precisamente el consuelo de que Dios es tan grande que puede hacerse pequeño». Pero, insisto, tan pequeño que, si no nos empequeñecemos también nosotros, no lo veremos ni siquiera pasar, o, incluso, podríamos llegar a tenerle miedo (como Herodes). Así, pues, hemos de enderezar nuestros corazones para que podamos «discernir lo mejor, a fin de que seamos puros y sin falta hasta el día de Cristo» (Flp 1,10).

«Enderezad sus sendas!». No es nueva esta petición. Ya hace muchos siglos —en tiempos del profeta Baruc— que Yavéh-Dios lo pedía a Israel. Lo podemos notar en la primera lectura de hoy: «Dios mandó allanar toda alta montaña y las rocas eternas, y rellenar todo valle hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios» (Bar 5,7). Del mismo modo que el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, si apartamos los obstáculos (colinas de soberbia, valles de tibieza…), nosotros cantaremos con lágrimas en los ojos: «El Señor ha hecho con nosotros cosas grandes: estamos llenos de alegría» (Sal 125,3). 

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San Nicolas, Obispo 6 de Diciembre

San Nicolas, Obispo
6 de Diciembre


San Nicolás, cuyo nombre significa "protector y defensor de los pueblos" fue tan popular en la antigüedad que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado por los fieles en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, consiguiendo éstos favores admirables por parte del santo.

Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, siendo representado como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños. De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos, pero su biografía fue escrita por el Arzobispo de Constantinopla, San Metodio.

Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Unos de sus tíos era obispo y fue éste quien lo consagró como sacerdote, pero al quedar huérfano, el santo repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó a un monasterio.

Según la tradición, en la ciudad de Mira, en Turquía, los obispos y sacerdotes se encontraban en el templo reunidos para la elección del nuevo obispo, ya que el anterior había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". En ese momento sin saber lo que ocurría, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Fue muy querido por la cantidad de milagros que concedió a los fieles.

En la época del Licino, quien decretó una persecución contra los cristianos, Nicolás fue encarcelado y azotado. Con Constantino fueron liberados él y los demás prisioneros cristianos. Se dice que el santo logró impedir que los herejes arrianos entrasen a la ciudad de Mira.

El santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí, en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia.

En esta ciudad se obtuvieron tan admirables milagros por su intercesión, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía.