Santo Evangelio 29 de Diciembre de 2012


utor: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net
La Presentación en el Templo
Lucas 2, 22-35. Navidad. José y María amaban a Dios con toda el alma y querían darle gusto hasta en los mínimos detalles.


Del santo Evangelio según san 2, 22-35

Cuando se cumplieron los días de la purificación de María, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones. 

Oración introductoria

Señor Jesús, qué difícil debió ser para María escuchar y comprender las palabras de Simeón. Me queda claro que la senda que lleva al cielo es estrecha y angosta, por ello te pido que aumentes mi fe e ilumines mi corazón en esta oración, para que sepa aceptar confiadamente las penas y problemas de esta vida.

Petición

Señor, hazme comprender que cargar la cruz es el único modo de dar fruto para la vida eterna.

Meditación del Papa

La segunda palabra que quisiera meditar la pronuncia también el ángel: "No temas, María", le dice. En realidad, había motivo para temer, porque llevar ahora el peso del mundo sobre sí, ser la madre del Rey universal, ser la madre del Hijo de Dios, constituía un gran peso, un peso muy superior a las fuerzas de un ser humano. Pero el ángel le dice: "No temas. Sí, tú llevas a Dios, pero Dios te lleva a ti. No temas". Esta palabra, "No temas", seguramente penetró a fondo en el corazón de María. Nosotros podemos imaginar que en diversas situaciones la Virgen recordaría esta palabra, la volvería a escuchar. En el momento en que Simeón le dice: "Este hijo tuyo será un signo de contradicción y una espada te traspasará el corazón", en ese momento en que podía invadirla el temor, María recuerda la palabra del ángel, vuelve a escuchar su eco en su interior: "No temas, Dios te lleva". (Benedicto XVI, 18 de diciembre de 2005).

Reflexión

No era necesario que María fuese a purificarse, pues era Inmaculada. Tampoco hacía falta presentar al Niño al Templo, pues era más correcto que el Templo se presentase ante el mismo Dios hecho hombre. Pero así quisieron hacerlo José y María.

Hay aquí una lección de humildad. No querían los padres escapar a ningún precepto de la ley de Moisés. Simplemente amaban a Dios con toda el alma y querían darle gusto hasta en los mínimos detalles. No se sentían obligados, obedecían por puro amor.

Descubrimos también la condición social de José. La ley prescribía el sacrificio de un cordero para las familias con recursos económicos, o un par de tórtolas si eran pobres.

La sencilla acción de José y María tuvo una repercusión trascendental en la vida de Simeón y de Ana. De esta manera cumplió Dios lo que había prometido al justo y piadoso Simeón por una revelación particular del Espíritu Santo por la que "no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor".

Podemos concluir esta meditación reflexionando en la importancia que tiene para los demás nuestra fidelidad a Dios. Cumplir con nuestros deberes religiosos es fuente de bendiciones para los demás. Aunque no sea esa nuestra intención, podemos cambiar la vida de otras personas, como le sucedió a Simeón cuando la Virgen y su esposo acudieron al Templo.

Propósito

Reconocer a Cristo en las personas que me necesitan, en los que sufren o están desamparados.

Diálogo con Cristo 

Señor, sé que el dolor esconde una fuerza particular, una gracia especial para crecer y madurar en el amor. La cruz me puede transformar porque sé que Tú siempre estás cerca, sin embargo, conoces mi cobardía y debilidad, por eso humildemente me acojo a la protección de tu santísima Madre para que interceda por mí para que nunca permitas que me aleje de Ti, de tu amor y tu perdón.



Salmo 3 Confianza en Dios en medio de la angustia


Salmo 3
Confianza en Dios en medio de la angustia


Señor, cuántos son mis enemigos, 
cuántos se levantan contra mí; 
cuántos dicen de mí: 
"ya no lo protege Dios". 

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, 
tú mantienes alta mi cabeza. 
Si grito invocando al Señor, 
El me escucha desde su monte santo. 

Puedo acostarme y dormir y despertar: 
el Señor me sostiene. 
No temeré al pueblo innumerable 
que acampa a mi alrededor. 

Levántate, Señor; 
sálvame, Dios mío: 
tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla, 
rompiste los dientes de los malvados. 

De ti, Señor, viene la salvación 
y la bendición sobre tu pueblo.

A nuesro corazón

Himno
A nuestro corazones
Fuente: Liturgia de las horas


A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado.

Amén.




Parábola de la acción y de la atención


Parábola de la acción y de la atención
Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB


Iban los discípulos con caras alegres por las cercanías de Jerusalén. Se le ocurrió al Maestro detenerse en casa de dos hermanas, Marta y María. Estaba cansado de caminar y de predicar el reino. Se tomó, pues un descanso.
-¿ Qué nos quieres, Maestro, enseñar con esta visita?

-    Algo muy importante para tener en cuenta en mi nueva vida y en su estilo de vivirla.

-    La hermana Marta simboliza- como  tantas mujeres y hombres del mundo actual – la entrega frenética a la actividad. No pueden estar quietos. Todo es hacer cosas para mejorar la casa, el coche, comprar nuevos utensilios o electrodomésticos. No les que da tiempo para orar y encontrarse con la trascendencia.

María, su hermana, representa la atención, la acogida al visitante. Sea cual sea. Su presencia al lado de quien va a visitarla, se convierte para ella en motivo de santo orgullo. Deja las cosas para vivir la palabra y la finura en atender al que ha llegado.

-¿ Cuál es tu actitud? 

ORACIÓN DEL MAESTRO: Padre, hay gente buena en el mundo. Entre estas dos hermanas prefiero a María, porque apenas entré en su casa no cesó de prestarme atenciones. Ella es contemplativa en la acción. No descuida su valor religioso y humano. Su hermana, en cambio, se desborda en mil cosas y no hace la principal: atender al visitante, en este caso al Maestro. Haz , Padre, que esta generación del año 2.000 se modere en su actividad y encuentre ratos para encontrarse con el mundo divino, que es la mejor parte.

PRECES: 

-    Por la juventud: para que no ande desorientada por falta de oración y contemplación, roguemos al Señor

-    Añade tus intenciones 

Señor, gracias por este encuentro. Te digo con fervor: Padrenuestro

28 dic 2012

Vocación Religiosa Clarisas de Lerma


Raniero Cantalamessa, ofmcap, predicador de la casa del Papa, visita a las clarisas de Lerma, que dan testimonio de su vocación religiosa. Está en italiano.

Santo Evangelio 28 de Diciembre de 2012



Autor: P. José Rodrigo Escorza | Fuente: Catholic.net
Los Santos Inocentes.
Mateo 2, 13-18. Fiesta de los Santos Inocentes. Amor y dolor unidos a la vida de María.


Del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-18

Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: "Levantate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó, y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió a Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años. conforme a la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.

Oración introductoria

Dios mío, creo en Ti, confío en tu bondad y en tu misericordia. Guía este rato de meditación porque sabes que soy débil y fácilmente me hago sordo a tu voz.

Petición

Señor, soy tuyo, a Ti me entrego con todo lo que soy y lo que tengo.

Meditación del Papa

El nacimiento de cada niño lleva consigo algo de este misterio! Lo saben bien los padres, que lo reciben como un don y que, a menudo, hablan así de él. A todos nos ha pasado oír decir a un papá y a una mamá: "¡Este niño es un regalo, un milagro!". En efecto, los seres humanos viven la procreación no como un mero acto reproductivo, sino que perciben su riqueza, intuyen que cada criatura humana que se asoma a la tierra es el “signo” por excelencia del Creador y Padre que está en los cielos. ¡Qué importante es, entonces, que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado. De esto necesitan los niños: del amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, permite el descubrimiento del sentido de la vida. La santa Familia de Nazaret atravesó muchas pruebas, como esa – recordada en el Evangelio según san Mateo – de la "matanza de los inocentes", que obligó a José y María a emigrar a Egipto. Pero, confiando en la divina Providencia, encontraron su estabilidad y aseguraron a Jesús una infancia serena y una educación sólida. (Benedicto XVI, 1 de enero de 2011).

Reflexión

Desde siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento (Catecismo Universal de la Iglesia Católica, nº 1258).

A los cuarenta días de haber nacido, María y José llevaron a Jesús al Templo para presentarlo al Señor. En esta ocasión Simeón les dijo: “Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción” - y dirigiéndose a María: “¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!” (Lc 2, 34).

Esta profecía pronto se iba cumpliendo, aquí en particular, por las circunstancias que motivaron la huida de la Sagrada Familia a Egipto. En el corazón de Herodes se habían despertado recelos contra su nuevo contrincante. Es verdad, Jesucristo era un Rey, y vino para reinar. Sin embargo, su estilo de reinar iba a ser muy diferente: vino a reinar sirviendo.

Pero no hubo tiempo para darle explicaciones a Herodes. San José actuó como hubiese actuado todo buen padre de familia: sin hesitar llevó a los suyos hacia un lugar donde estaban seguros. Y ahí los iba manteniendo - cosa que no era fácil, porque todo refugiado suele ser despreciado.

Por otra parte, el corazón de María sufrió una de las primeras heridas que la espada profetizada le iba a deparar. Le debió de haber dolido profundamente este rechazo y esta enemistad a muerte, que desde el inicio se habían desatado en su propio pueblo contra su Hijo divino. Al conocer después el hecho de la matanza de los inocentes Ella habrá ofrecido sus purísimas lágrimas a Dios en reparación por tan grande ofensa. Amor y dolor siempre estaban muy unidos en la vida de María.

Propósito

Apoyar directamente o con mi oración, las asociaciones que luchan a favor de la defensa de la vida.

Diálogo con Cristo 

Jesús mío, a muchos escandaliza la reacción de Herodes al matar a tantos inocentes. Tristemente hoy, en nuestra sociedad marcada por la cultura de la muerte, ocurre lo mismo. Pocos reaccionan ante la muerte injusta de millones de niños en el vientre de su propia madre. Ayúdame a defender siempre la vida, que haga lo que me toca hacer: orar por las madres que han perdido el sentido de su maternidad, orar por los gobernantes que aprueban estos homicidios para que sepan descubrir el valor y la dignidad de cada persona.

Santo Evangelio 27 de Diciembre de 2012


Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Pedro y Juan en el sepulcro
Juan 20, 2-9. Fiesta de San Juan apóstol y evangelista. ¡Jesús está vivo! Es la certeza de la fe.


Del santo Evangelio según san Juan 20, 2-9


El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto". Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Observó los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vió y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Oración introductoria

Señor Jesús, creo, espero y te amo. Quiero en esta oración recostarme espiritualmente sobre tu pecho, como lo hizo el apóstol san Juan y hablar contigo durante estos momentos de corazón a corazón.

Petición

Señor, dame el don de conocerte para que pueda amarte más y así pueda seguirte mejor.

Meditación del Papa 

Según Juan, María Magdalena lo encontró vacío y supuso que alguien se había llevado el cuerpo de Jesús. El sepulcro vacío no puede, de por sí, demostrar la resurrección; esto es cierto. Pero cabe también la pregunta inversa: ¿Es compatible la resurrección con la permanencia del cuerpo en el sepulcro? ¿Puede haber resucitado Jesús si yace en el sepulcro? ¿Qué tipo de resurrección sería ésta? [...] "No conocer la corrupción": ésta es precisamente la definición de resurrección. Sólo la corrupción era considerada como la fase en la que la muerte era definitiva. Con la descomposición del cuerpo que se disgrega en sus elementos -un proceso que disuelve al hombre y lo devuelve al universo-, la muerte ha vencido. Ahora, aquel hombre ya no existe más como hombre; sólo puede permanecer tal vez como una sombra en los infiernos. En esta perspectiva, era fundamental para la Iglesia antigua que el cuerpo de Jesús no hubiera sufrido la corrupción. Sólo en ese caso estaba claro que no había quedado en la muerte, que en Él la vida había vencido efectivamente a la muerte. (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 97-98.)

Reflexión

El texto evangélico relata una de las experiencias que los discípulos tuvieron con el Cristo Resucitado. No se trata de un aparición, sino literalmente de una de las "etapas que los discípulos han tenido que recorrer" para comenzar a vislumbrar los nuevos horizontes de esperanza que el hecho de la Resurrección abriría en sus vidas. El acontecimiento se insinuaba ya en la tumba vacía, en las vendas que yacían en el suelo y en el sudario plegado en un lugar aparte. Ante estos hechos San Juan sentía que una certeza se fue apoderando de su corazón, la certeza de la fe: "Jesús está vivo".

"Jesús está vivo", esta convicción llena el corazón de todo creyente cristiano. La fe en la Persona viva de Jesucristo tiene el poder de abrir nuestros ojos para reconocerlo operante y presente en los sacramentos de la Iglesia, en los demás hombres, sobre todo en los que sufren y en nosotros mismos. Cristo, a través de su Iglesia, "está vivo" y pone su tienda en medio de nosotros.

Pero así como Jesucristo nació primero en el seno del Padre Eterno y luego en el seno de la Virgen María, así también tiene que nacer en nuestro corazón. Esto es lo que sucede en cada acto de fe.

Por eso tiene también sentido volver a celebrar su nacimiento en estas fechas. Sí, Belén fue un acontecimiento único, que ocurrió hace más de 2000 años, cuando, en un momento histórico concreto, el Hijo de Dios tomó nuestra carne y nació de la Virgen María. Pero este acontecimiento va teniendo sus repercusiones en la historia de los hombres como una piedra lanzada al centro de un lago, cuyo impacto va provocando ondas que se perciben hasta en los rincones más remotos del lago.

Por eso, Belén no es un acontecimiento aislado. A todas horas Cristo puede nacer en el corazón de cada hombre dispuesto a acogerlo. Con Él nuestro interior se alumbra y esto siempre nos da la certeza de que "está vivo".

Propósito

Ser testimonio de alegría cristiana y esperanza en mi entorno social y familiar.

Diálogo con Cristo

Gracias, Padre, por estos minutos de oración, quiero salir de esta meditación decidido a trabajar para que muchos otros tengan la dicha de experimentar tu amor. Me has llamado a ser tu discípulo y misionero, con tu gracia, Señor, lo podré lograr.




Salmo 62 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS


Salmo 62 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén


Salmo 2


Salmo 2
¿Por que se amotinan las naciones?



¿Por qué se amotinan las naciones, 
y los pueblos planean un fracaso? 

Se alían los reyes de la tierra, 
los príncipes conspiran 
contra el Señor y contra su Mesías: 
"rompamos sus coyundas, 
sacudamos su yugo". 

El que habita en el cielo sonríe, 
el Señor se burla de ellos. 
Luego les habla con ira, 
los espanta con su cólera: 
"yo mismo he establecido a mi Rey 
en Sión, mi monte santo". 

Voy a proclamar el decreto del Señor; 
El me ha dicho: 
"Tú eres mi hijo: 
yo te he engendrado hoy. 
Pídemelo: 
te daré en herencia las naciones, 
en posesión, los confines de la tierra: 

los gobernarás con cetro de hierro, 
los quebrarás como jarro de loza". 

Y ahora, reyes, sed sensatos; 
escarmentad, los que regís la tierra: 
servid al Señor con temor, 
rendidle homenaje temblando; 
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina, 
porque se inflama de pronto su ira. 
¡Dichosos los que se refugian en él! 

A la orilla del Jordán


Himno
A la orilla del Jordán
Fuente: Liturgia de las horas



A la orilla del Jordán,
descalza el alma y los pies,
bajan buscando pureza
doce tribus de Israel. 

Piensan que a la puerta está
el Mesías del Señor
y que para recibirle
gran limpieza es menester. 

Bajan hombres y mujeres,
pobres y ricos también,
y Juan, sobre todos ellos,
derrama el agua y la fe. 

Mas ¿por qué se ha de lavar
a la Pureza, por qué?
Porque el bautismo hoy empieza
y ha comenzado por él. 

Amén.

Santo Evangelio 26 de Diciembre de 2012


 
Autor: José Rodrigo Escorza | Fuente: Catholic.net
"No se preocupen por lo que les pueda pasar"
Mateo 10, 17-22. Fiesta San Esteban. El Espíritu Santo estará siempre con nosotros.


Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuidense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes. El hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará.

Oración introductoria

Gracias, Señor, por este momento de oración. Te doy gracias también por las cruces que pones en mi camino, porque sé que en ellas te puedo encontrar. Guía mi oración para que sepa perseverar en tu amor.

Petición

Jesús, convénceme de que la cruz es el único camino para llegar a la salvación, y la oración el medio para poder aceptarla y vivirla con plenitud.

Meditación del Papa

Debemos prestar atención a lo que los evangelistas nos relatan sobre la actitud de Jesús durante su oración. Mateo y Marcos dicen que "cayó rostro en tierra"; asume por consiguiente la actitud de total sumisión, que ha sido conservada en la liturgia romana del Viernes Santo. Lucas, en cambio, afirma que Jesús oraba arrodillado. En los Hechos de los Apóstoles, habla de los santos, que oraban de rodillas: Esteban durante su lapidación, Pedro en el contexto de la resurrección de un muerto, Pablo en el camino hacia el martirio. Así, Lucas ha trazado una pequeña historia del orar arrodillados de la Iglesia naciente. Los cristianos con su arrodillarse, se ponen en comunión con la oración de Jesús en el Monte de los Olivos. En la amenaza del poder del mal, ellos, en cuanto arrodillados, están de pie ante el mundo, pero, en cuanto hijos, están de rodillas ante el Padre. Ante la gloria de Dios, los cristianos nos arrodillamos y reconocemos su divinidad, pero expresando también en este gesto nuestra confianza en que él triunfe. Benedicto XVI, 5 de abril de 2012.

Reflexión

La advertencia del Señor de guardarnos de los hombres está precedida en el Evangelio por la invitación de ser "prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas". Nuestro Señor Jesucristo no se hacía ilusiones acerca de los hombres. Conociendo lo que había en el hombre (Jn 2, 25), sólo se confiaba a aquellos, que buscaban ante todo la mayor gloria de Dios, no sus propios intereses.

La prudencia y la sencillez no son virtudes que se excluyen mutuamente, sino que pueden complementarse, llegando a formar en el hombre un hermoso equilibrio.

La serpiente y la paloma tienen cada una su propio hábitat. Mientras que la serpiente se desliza en el suelo, la paloma se lanza por los aires. Así también el seguidor de Jesucristo debe tener los pies firmemente puestos sobre la tierra, pero su corazón debe aspirar siempre hacia lo alto.
Al encontrar apoyo en el suelo, la serpiente nunca cae. Así el cristiano también está prevenido para no exponerse al peligro, sobre todo evitando el pecado y la tibieza. Además, la serpiente no tiene brazos, así se convierte en imagen del hombre que no se apega a nada, porque usa las cosas como si no le pertenecieran, precisamente "deslizándose" entre ellas, palpándolo todo y refiriéndolo a Dios.

En tiempos antiguos los hombres se servían de las palomas para enviar correo de un lugar a otro. Así, la paloma es símbolo del que tiene una misión, un mensaje, del cristiano que debe poseer una familiaridad profunda con las cosas de Dios, para poder dar testimonio de ellas ante los demás.

Por eso, el verdadero cristiano no es ni soñador, ni terrenal, sino cándido y transparente en sus intenciones, práctico y realista al ponerlas por obra.

Hoy celebramos la fiesta del primer testigo de Cristo: San Esteban. Poco antes de morir apedreado por sus enemigos y dando testimonio de Cristo, Esteban repite casi literalmente las palabras de Cristo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu" y lanzando un grito final: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Jesús les había anunciado persecuciones y arrestos por su causa.

Seamos esos testigos de Cristo, con garra, con amor a ese Dios que se ha hecho hombre por amor a los hombres.

Propósito

De vacaciones o trabajando, iniciar la semana dando un tiempo especial a mi oración.

Diálogo con Cristo

Jesús, mi vida ordinaria, con sus eventos pequeños y triviales, me brinda mil ocasiones para vivir con amor: la fatiga, la enfermedad, la falta de tiempo para hacer cosas que me gustaría, la dificultad en el trabajo... Hoy me pides que acepte estas pequeñas contrariedades sin quejas ni rebeliones interiores. Esto sólo lo podré lograr si vienes y haces en mí tu morada, por eso en esta oración, lleno de esperanza y confianza, te doy gracias por tu gran amor.





Salmo 149


Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

25 dic 2012

A la gloria de Dios se alzan las torres



A la gloria de Dios se alzan las torres
Fuente: Liturgia de las horas


A la gloria de Dios se alzan las torres,
a su gloria los álamos,
a su gloria los cielos,
y las aguas descansan a su gloria.

El tiempo se recoge;
desarrolla lo eterna sus entrañas;
se lavan los cuidados y congojas
en las aguas inmobles,
en los inmobles álamos,
en las torres pintadas en el cielo,
mar de altos mundos.

El reposa en la hermosura
del corazón de Dios, que así nos abre
tesoros de su gloria.

Nada deseo,
mi voluntad descansa,
mi voluntad reclina
de Dios en el regazo su cabeza
y duerme y sueña...;
sueña, en descanso,
toda aquesta visión de esta hermosura.

¿A dónde va, cuando se va, la llama?


¿A dónde va, cuando se va, la llama?
Fuente: Liturgia de las horas
   
¿A dónde va, cuando se va, la llama?
¿A dónde va, cuando se va, la rosa?
¿Qué regazo, qué esfera deleitosa,
qué amor de Padre la alza y la reclama?

Esta vez como aquella, aunque distinto;
el Hijo ascendió al Padre en pura flecha.
Hoy va la Madre al Hijo, va derecha
al Uno y Trino, al Trono en su recinto.

Por eso el aire, el cielo, rasga, orada,
profundiza en columna que no cesa,
se nos va, se nos pierde, pincelada
de espuma azul en el azul sorpresa.

No se nos pierde, no; se va y se queda.
Coronada de cielos, tierra añora
y baja en descensión de Mediadora,
rampa de amor, dulcísima vereda.

Hoy sube al cielo María,
que Cristo, en honra del suelo,
traslada la casa al cielo,
donde en la tierra vivía.

Levantad al cielo el vuelo,
de Dios lo fuisteis, y Dios,
por no estar en él sin vos,
traslada la casa al cielo.

Amor con divino modo
os trasplanta, bella flor,
y, porque prendáis mejor,
os llevan con tierra y todo.

A su Hija abraza el Padre,
a su Madre, el Redentor,
y a su Esposa coronada
el Espíritu de amor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos.

Amén.


Nacimiento de Cristo es mi nacimiento










Autor: Pedro García, misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
Nacimiento de Cristo es mi nacimiento
El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio nacimiento a la vida celestial.



El chiquitín ha venido en medio de la noche callada. En un silencio total. En una soledad absoluta. Sólo su joven Madre y el bueno de José, a la luz de una lámpara de aceite, contemplan la carita celestial del recién nacido. En medio de tanta pobreza y humildad, están gozando como no ha disfrutado hasta ahora nadie en el mundo. -

¡Mi niño!, grita María mientras le estampa enajenada su primer beso... -¡Qué lindo, qué bello!, exclama extasiado José. Entre tanto --vamos a hablar así--, Dios no se aguanta más. Tiene prisa por anunciar a todos el nacimiento de su Hijo hecho hombre, y manda a sus ángeles que lo pregonen bien. Se avanza un ángel y desvela a los pastores, mientras les grita con alborozo:
- ¡Os anuncio una gran alegría! ¡Os ha nacido en Belén un salvador!
Se rasgan entonces los cielos, aparece todo un ejército de la milicia celestial, que van cantando por el firmamento estrellado:
- ¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres amados de Dios!...

A este Jesús, le felicitamos de corazón: -¡Cumpleaños feliz! ¡Por muchos años! ¡Por años y por siglos eternos!...

Hasta aquí, todos de acuerdo, ¿no es así?
Pero, ¿es verdad que nos podemos felicitar también nosotros, y que nos felicitamos de hecho nuestro propio cumpleaños?... Dos antiguos Doctores de la Iglesia, y de los más grandes, como son Ambrosio y León Magno, lo expresaron de la manera más elocuente y precisa.

San Ambrosio exclama en su Liturgia de Navidad:
-¡Hoy celebramos el nacimiento de nuestra salvación! ¡Hoy hemos nacido todos los salvados!... Tiende su mirada más allá de la Iglesia, y felicita al mundo entero: -Hoy en Cristo, oh Dios, haces renacer a todo el mundo.

Y el Papa San León Magno, con su elegancia de siempre, dice también:
- ¿Sólo el nacimiento del Redentor? ¡También nuestro propio nacimiento! El nacimiento de Cristo es el nacimiento de todo el pueblo cristiano. Cada uno de los cristianos nace en este nacimiento de hoy.

Tiene razón la Iglesia al cantar en uno de los prefacios de Navidad: -De una humanidad vieja nace un pueblo nuevo y joven...
Porque el Hijo de Dios, al hacerse hombre, nos hace a todos los hombres hijos de Dios. El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio nacimiento a la vida celestial. Es nuestro cumpleaños también. ¡La enhorabuena a todos!...

Una felicitación de la que no es excluido nadie, desde el momento que todos somos llamados a la salvación. Ese mismo Papa de la antigüedad y Doctor de la Iglesia, San León Magno, felicita a todos con un párrafo que es célebre:
- ¡Felicitaciones, carísimos, porque ha nacido el Salvador! No cabe la tristeza cuando nace la vida. Si eres santo, ¡alégrate!, porque tienes encima tu premio. Si eres pecador, ¡alégrate!, porque se te ofrece el perdón. Si eres un pagano todavía, ¡alégrate!, porque eres llamado a la vida de Dios.

Una familia cristiana de Viena, a mitades del siglo dieciocho, celebró la Navidad de una manera singular. Aquel matrimonio tan bello recibía cada hijo como el mayor regalo de Dios. Apenas la esposa sentía los primeros síntomas, el esposo sacaba del armario los cirios de los niños anteriores y quedaban prendidos durante todo el rato que se prolongaba la función augusta del alumbramiento. Los cirios correspondían a los ángeles custodios de los hijos, que velaban este momento solemne. Cuando había llegado el bebé, se apagaban los cirios y se guardaban hasta que viniese otro vástago al hogar. En esta Navidad se prendieron nueve cirios. El primero se había hecho bastante corto, pues había alumbrado la estancia muchas veces anteriormente. El más alto, el prendido ahora por primera vez, correspondía a Clemente, el niño que venía entre las alegrías navideñas, bautizado a las pocas horas, y conocido hoy en la Iglesia como San Clemente María Hofbauer...

Este niño, que iba a ser un gran santo, es el símbolo de una realidad que se repite tantas veces en las familias cristianas. Con nuestra venida al mundo en el seno de la Iglesia, al recibir el Bautismo, repetimos todos el hecho de Belén. Cristo nace en un nuevo cristiano. Jesús y nosotros celebramos nuestro cumpleaños en el mismo día...

¡Felicidades a todos! ¡Felicidades!
Y que repitamos este cumpleaños, el de Jesús y nuestro, por muchas Navidades más....



La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.






La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Manifestación del Verbo de Dios a los hombres, 25 de diciembre 
Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net


Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres”. En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa)” (Liber Sacramentorum).

Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno “Natalis solis invicti”, esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor.

Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentída por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.

En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir “manifestación”; después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano. 

Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María.

Ofrecimiento a María

¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guardame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén.

No llegues con las manos vacias



Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net
No llegues con las manos vacías
Al terminar las fiestas navideñas, vale la pena preguntarnos: ¿qué Navidad he vivido?, ¿hoy entro a la cueva como los Reyes Magos, después de ser invitado a Belén, por mi estrella?


No llegues con las manos vacías


La luz que en Navidad brilló en la noche, iluminando la gruta de Belén, donde están en silenciosa adoración María, José y los pastores, hoy resplandece y se manifiesta a todos. La Epifanía es el misterio de luz, simbólicamente indicado por la estrella que guió en su viaje a los Magos (Benedicto XVI, Homilía 6 enero 2006).

En esta llegada de Jesús en el misterio de Belén, aparecen unos personajes simpáticos, exóticos, aventureros, que pueden ofrecernos el día de hoy materia de reflexión y meditación. Tratamos de repasar de modo sintético la aventura que representó para aquellos buenos hombres el ponerse a seguir una estrella, la estrella de Jesús. Como ellos, también nosotros vamos en pos de una estrella, una estrella que busca guiarnos, acompañarnos y dejarnos a las puertas de la felicidad, de la paz, del verdadero amor, de una vida eterna. Es curioso, pero estando ahí para todos, no todos la han querido seguir.

"Hemos visto su estrella". Los Reyes Magos son proclamadores del misterio de Cristo. Quien al menos por un instante haya contemplado la estrella de Cristo, se siente invitado a proclamarla. Es el caso de la Samaritana, es la experiencia de Sta. Teresa de Jesús, de Juan Pablo II, de la Madre Teresa de Calcuta: cuando se experimenta el amor de Dios, todo se hace fácil y ligero.

Anunciemos gozosos que Cristo ha nacido en nuestro corazón. No hay lugar para la tristeza, cuando Cristo nace en el alma. ¿Qué palabras de aliento y esperanza he llevado en mis labios a lo largo de estos días santos de la Navidad?

Anunciar a Cristo, para el cristiano, es vivir alegre y feliz, es aspirar a la santidad propia de su estado, es construir su familia con la sencillez de su alma y la confianza puesta en Dios. El seguimiento de Cristo no es un camino sembrado de rosas, es, más bien, un sendero estrecho, de grandes alturas y para corazones audaces. Ante todo, ellos se ponen en marcha sin tener la totalidad de la ruta, tienen la corazonada, tienen la inspiración, la estrella que se cruzó por su telescopio, pero nada más. Quien espere tener la hoja de ruta en su experiencia de Dios, se quedará siempre atado a la orilla. Con Dios, una buena dosis de aventura y de confianza en Él, son indispensables.

Ahora bien, esa estrella no siempre brillará esplendorosa. Hay momentos en que se oculta. En la vida hay que seguir, pues sabemos que aunque la estrella desaparezca por las nubes de alguna posible tormenta, la estrella sigue estando ahí, los magos nos dan una gran lección, de fe y constancia. En estos momentos hay que preguntar a Dios, no a mis propias seguridades, no a mi egoísmo, no a la ciencia o al ambiente que nos envuelve, tú sigue buscando la estrella. Cuando tengas dudas, cuando la vida te duela, pregunta, pregunta siempre a tu estrella.

El Papa Benedicto XVI, en una jornada de la juventud, nos decía a todos los jóvenes del mundo: "Quisiera decir a todos insistentemente: abrid vuestro corazón a Dios, dejad sorprenderos por Cristo. Dadle el «derecho a hablaros». Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a Cristo, dejando que Él ilumine con su luz vuestra mente y acaricie con su gracia vuestro corazón".

Es cierto que hoy no buscamos ya a un rey; pero estamos preocupados por la situación del mundo y preguntamos: ¿Dónde encuentro los criterios para mi vida?, ¿dónde los criterios para colaborar de modo responsable en la edificación del presente y del futuro de nuestro mundo?, ¿de quién puedo fiarme; a quién confiarme?, ¿dónde está aquel que puede darme la respuesta satisfactoria a los anhelos del corazón?.

La respuesta nos la dan los mismos Reyes Magos. Los Magos, una vez que oyeron la respuesta «en Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta», decidieron continuar el camino y llegar hasta el final y ¡vaya, que gran sorpresa!, ahí se encontraron con Dios, se encontraron con el Rey que iban a adorar. «Los Magos están asombrados ante lo que ahí contemplan: el cielo en la tierra y la tierra en el cielo; el hombre en Dios y Dios en el hombre; ven encerrado en un pequeñísimo cuerpo, aquello que no puede ser contenido en todo el mundo».

Al terminar estas fiestas navideñas, tal vez valga la pena hacernos algunas preguntas, ¿qué Navidad he vivido?, ¿me he encontrado con este Niño Dios?, ¿hoy entro a la cueva como los Reyes Magos, después de ser invitado a Belén, por mi estrella?, ¿entro con las manos vacías o están llenas de regalos?, ¿me siento satisfecho con Dios y conmigo mismo por lo que he hecho?

Tal vez hoy le podríamos ofrecer a Jesús todas las buenas obras realizadas a lo largo de este año que acaba de terminar, tal vez le ofrezca aquellos proyectos que estoy dispuesto a realizar a lo largo de este nuevo año, no sé, todo está en tus manos y en tu corazón.

Hoy, cuando vayas a Misa, cuando entres una vez más a esa cueva que se llama Iglesia y te encuentres con Cristo, y cuando lo vayas a recibir, recuerda: es el día en el que tengo que ofrecer algo al recién nacido.

Ojalá no sean sólo las sobras de tu vida, o un mero sentimiento o pensamiento de algo que tienes en mente, llévale algo diferente, llévale algo que signifique para tí un verdadero compromiso con Él, tal vez sea una buena confesión, el reconciliarte con algún pariente, el ir a Misa cada domingo, el ser menos gruñón, el compartir tus cosas con tus hermanos, el obedecer siempre con una sonrisa a papá y a mamá, el ser más tolerante...

Santo Evangelio 25 de Diciembre de 2012


Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Juan 1, 1-18. Navidad. Me amó con corazón de hombre y se entregó a sí mismo por mí.


Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Oración introductoria

Gracias, Señor, por esta Navidad. Creo que te hiciste niño para redimirme y mostrarme el amor de Dios Padre. Hoy, como aquellos pastores de Belén, me anuncias la gran noticia: «hoy ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor», ilumina mi oración para saber contemplar este maravilloso misterio de amor.

Petición

Dame la gracia de ir a tu encuentro en esta oración, con las mismas disposiciones que tuvieron los pastores: humildad y apertura

Meditación del Papa

Todo eso no tiene nada de sensiblería. Precisamente en la nueva experiencia de la realidad de la humanidad de Jesús se revela el gran misterio de la fe. Francisco amaba a Jesús, al niño, porque en este ser niño se le hizo clara la humildad de Dios. Dios se ha hecho pobre. Su Hijo ha nacido en la pobreza del establo. En el niño Jesús, Dios se ha hecho dependiente, necesitado del amor de personas humanas, a las que ahora puede pedir su amor, nuestro amor. La Navidad se ha convertido hoy en una fiesta de los comercios, cuyas luces destellantes esconden el misterio de la humildad de Dios, que nos invita a la humildad y a la sencillez. Roguemos al Señor que nos ayude a atravesar con la mirada las fachadas deslumbrantes de este tiempo hasta encontrar detrás de ellas al niño en el establo de Belén, para descubrir así la verdadera alegría y la verdadera luz. Benedicto XVI, 24 de diciembre de 2011.

Reflexión

El prólogo de San Juan nos indica que el Hijo de Dios ha sido generado en el seno del Padre, fuera del tiempo, desde toda la eternidad. Por su parte, San Mateo y San Lucas nos cuentan los detalles históricos del nacimiento de Jesucristo en la tierra.

Así, en la Persona de Jesucristo, las dos naturalezas, la humana y la divina, han quedado inseparablemente unidas. Esto era lo que experimentaba cada uno que se acercaba a Jesús: estando en todo igual a nosotros, era al mismo tiempo tan diverso...

"El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado" (Constitución Pastoral de la Iglesia, Gaudium et Spes, n. 22).

Jesús no tenía pecado, por eso sus gestos y sus palabras brillaban como luz entre las tinieblas. El que no se escandalizó ante este espectáculo contempló en Él la gloria del Padre, lleno de gracia y de verdad. A todos los que lo recibieron y creyeron en su nombre, Jesús les dio poder de hacerse hijos de Dios y no dudó de entregarse a la muerte por ellos: "Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida.

En Él Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2,20)" (Gaudium et Spes, n. 22).

Este es el misterio que San Juan quiso transmitirnos. Sabiendo que me amó con corazón de hombre y se entregó a sí mismo por mí, ahora me toca a mí transmitirlo a los demás.

Propósito

Con una alegre creatividad, celebrar la Navidad con auténtico espíritu cristiano.

Diálogo con Cristo

Jesús, contemplar el misterio de la Navidad me confirma el gran amor que tienes por cada uno de nosotros. Me doy cuenta de que Tú viniste al mundo para amar y para enseñarme a amar. Ayúdame a vivir como Tú en la entrega generosa y delicada a los demás, que mi actitud sea como la de los pastores, que corra presuroso a procurar el bien en todos y en cada uno de los miembros de mi familia.

24 dic 2012

Oración para la cena de Navidad


Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Oración para la cena de Navidad
Una manera especial de bendecir los alimentos en una fecha muy especial


Oración para la cena de Navidad
Hoy, Nochebuena, tenemos, de manera especial y como centro de nuestra familia a Jesucristo, nuestro Señor.

Vamos a encender un cirio en medio de la mesa para que ese cirio nos haga pensar en Jesús y vamos a darle gracias a Dios por habernos enviado a su Hijo Jesucristo.

Gracias Padre, que nos amaste tanto que nos diste a tu Hijo.
Señor, te damos gracias.

Gracias Jesús por haberte hecho niño para salvarnos.
Señor, te damos gracias.

Gracias Jesús, por haber traído al mundo el amor de Dios.
Señor, te damos gracias.

Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que Dios nos ama y que nosotros debemos amar a los demás.
Señor, te damos gracias.

Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que da más alegría el dar que el recibir,
Señor, te damos gracias.

Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que lo que hacemos a los demás te lo hacemos a Ti.
Señor, te damos gracias.

Gracias María, por haber aceptado ser la Madre de Jesús.
María, te damos gracias.

Gracias San José, por cuidar de Jesús y María.
San José, te damos gracias.

Gracias Padre por esta Noche de Paz, Noche de Amor, que Tú nos has dado al darnos a tu Hijo, te pedimos que nos bendigas, que bendigas estos alimentos que dados por tu bondad vamos a tomar, y bendigas las manos que los prepararon, por Cristo Nuestro Señor,

Amén.