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1 dic 2012
Evangelio 1 de Diciembre de 2012
Autor: Ignacio Sarre | Fuente: Catholic.net
Estad siempre alerta
Lucas 21, 34-36. Tiempo Ordinario. Vigilar y orar para descubrir si estamos aprovechando al máximo el tiempo presente.
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.
Oración introductoria
Señor Jesús, sé que tu Evangelio de hoy no tiene la finalidad de causar miedo o inquietud. Tú no estás esperando un momento de debilidad para llamarnos a juicio, al contrario, personalmente creo que llamas a cada persona en su mejor momento. Ilumina esta oración para que continúe con entusiasmo y confianza mi camino hacia la santidad: hacer lo que me toca hacer, siempre y todo por amor a Ti.
Petición
Señor, dame la gracia de la perseverancia final.
Meditación del Papa
"El Credo de la Iglesia" se concluye con las palabras: "de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos". Ya desde los primeros tiempos, la perspectiva del Juicio ha influido en los cristianos, también en su vida diaria, como criterio para ordenar la vida presente, como llamada a su conciencia y, al mismo tiempo, como esperanza en la justicia de Dios. La fe en Cristo nunca ha mirado sólo hacia atrás ni sólo hacia arriba, sino siempre adelante, hacia la hora de la justicia que el Señor había preanunciado repetidamente. Este mirar hacia adelante ha dado la importancia que tiene el presente para el cristianismo[...] En el desarrollo de la iconografía, sin embargo, se ha dado después cada vez más relieve al aspecto amenazador y lúgubre del Juicio, que obviamente fascinaba a los artistas más que el esplendor de la esperanza, el cual quedaba con frecuencia excesivamente oculto bajo la amenaza. Benedicto XVI, encíclica Spe Salvi, n. 41.
Reflexión
En nuestras vidas hay "sorpresas" que en realidad no lo son tanto. No debería sorprendernos que llegue así la cuenta mensual del teléfono, si hemos estado haciendo largas llamadas al exterior. Para quien se dedica a los estudios y no se ha dedicado responsablemente a ellos, es lógico que al llegar al examen "le sorprenda" lo difícil que es. ¡Era de esperar! Nosotros mismos preparamos y fraguamos estas sorpresas, que pueden resultar desagradables o negativas.
Pero sucede lo mismo en sentido positivo. Quien cumple su trabajo con profesionalidad, es emprendedor y tiene iniciativa, está "preparándose" una buena sorpresa, que puede ser un ascenso de puesto, más prestaciones, etc. De nosotros depende, entonces, que muchas situaciones del futuro sean buenas o malas.
Por eso, el Señor nos recomienda vigilar y orar; estar activos, construyendo nuestras vidas. Vigilar y orar para descubrir si estamos aprovechando al máximo el tiempo presente, ¡no vaya a ser que nos estemos preparando una sorpresa desagradable para el futuro!
Propósito
Prepararnos en el Adviento, orando y meditando para estar preparados a la venida de Jesús.
Celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de Diciembre, empieza a rezar la Novena a la Inmaculada Concepción
Prepara tu Corona de Adviento
Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
Prepara tu Corona de Adviento
La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad. ¿Qué significa? ¿Cómo encender las velas?
La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad. Es un círculo de follaje verde, la forma simboliza la eternidad y el color la esperanza y la vida...
Dios se hace presente en la vida de cada ser humano y de cualquier manera le hace sentir su amor y deseo de salvarle.
La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
Actualmente hay inquietud por reavivar una costumbre muy significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo: La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.
La corona es un círculo de follaje verde, la forma simboliza la eternidad y el color la esperanza y la vida. Va enrollada con un listón rojo, símbolo del amor de Dios que nos envuelve y también de nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. En el centro de círculo se colocan las cuatro velas (pueden ser tres moradas y una rosa o bien todas blancas) para encenderse una cada domingo de Adviento. La luz de la vela simboliza nuestra fe.
El conjunto se sitúa cerca del altar o del ambón de la Palabra, si es en la Iglesia, o en un lugar adecuado si se utiliza en un ambiente familiar o escolar.
En Navidad se puede añadir una quinta vela blanca, hasta el final del tiempo de Navidad y si se quiere se puede situar la imagen del Niño en relación con la corona: se tiene que ver que la Navidad es más importante que la espera del Adviento.
La corona, que procede del Norte (países escandinavos, Alemania), tiene raíces simbólicas universales: la luz como salvación, el verde como vida, forma redonda como eternidad. Simbolismos que se vieron muy coherentes con el misterio de la Navidad cristiana y que pasaron fácilmente a los países del sur.
Se ha convertido rápidamente en un simpático elemento complementario de pedagogía cristiana para expresar la espera de Cristo Jesús como Luz y Vida, junto a otros ciertamente más importantes, como son las lecturas bíblicas, los textos de oración y el repertorio de cantos.
PROPONEMOS ESTE ESQUEMA SENCILLO PARA ORAR AL ENCENDER LA VELA DE ADVIENTO
Primer domingo
LLAMADA A LA VIGILANCIA
ENTRADA.
Se entona algún canto.
Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...
LITURGIA DE LA PALABRA. Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,33: “Estén preparados y vigilando, ya que nos saben cual será el momento”. Palabra del Señor. (Breve pausa para meditar)
Reflexión.
Guía: Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!
PADRE NUESTRO
Guia: Unidos en una sola voz digamos: Padre Nuestro...
CONCLUSION
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvos. Amén.
SEGUNDO DOMINGO
ENTRADA. Se entona algún canto. Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...
LITURGIA DE LA PALABRA.
Lectura de la II carta de San Pedro 3,13-14: ”Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera, esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz". Palabra de Dios.
Breve pausa para meditar
Reflexión
Guía: ¿Qué va a cambiar en mí, en nosotros en este Adviento? ¿ Se notará que creemos de veras en Cristo?
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne...
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!
PADRE NUESTRO.
Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...
CONCLUSION.
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
TERCER DOMINGO
ENTRADA.
Se entona algún canto. Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo Y del Espíritu Santo. Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...
LITURGIA DE LA PALABRA.
Lectura de la Primera carta a los Tesalonicenses 5,23: ”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”. Palabra de Dios.
Breve pausa para meditar. Reflexión.
Guía: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad. Pero sí verán a la Iglesia, nos verán a nosotros. ¿Habrá más luz, más amor, más esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?
ENCENDIDO DE LA VELA. Oración.
Guía: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!
PADRE NUESTRO.
Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...
CONCLUSION.
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén
CUARTO DOMINGO
Todos hacen la señal de la cruz.
Guía: "Nuestro auxilio es en el nombre del Señor"
Todos: "Que hizo el cielo y la tierra"
Liturgia de la Palabra:
Primera lectura: Rm 13,13-14 "Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestios del Señor Jesucristo". "Palabra de Dios"
Todos: "Te alabamos Señor".
Segunda lectura: 2 Tes. 1,6-7 "Es justo a los ojos de Dios pagar con alivio a vosotros, los afligidos, y a nosotros, cuando el Señor Jesús se revele, viniendo del cielo acompañado de sus poderosos ángeles, entre las aclamaciones de sus pueblo santo y la admiración de todos los creyentes." -"Palabra de Dios"
Todos: "Te alabamos Señor".
Guía: "Ven, Señor, y no tardes.
Todos: "Perdona los pecados de tu pueblo".
SE ENCIENDEN LAS CUATRO VELAS
Guía: "Bendigamos al Señor"
Todos hacen la señal de la cruz mientras dicen: "Demos gracias a Dios".
Humildad y gloria
El Nacimiento de Jesús
Guía: Lectura del Evangelio según San Lucas (2:6-7)
"Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron
los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito,
le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento."
"Palabra de Dios"
Todos: "Te alabamos Señor".
MEDITACION
La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
Tiempo de silencio / Tiempo de intercesión
Padre Nuestro / Ave María.
ORACIÓN FINAL
Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
Todos: "Amén"
30 nov 2012
El pequeño hermano de Pedro
Autor: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net
El pequeño hermano de Pedro
Mateo 4, 18-22. Fiesta de San Andrés. ¿Y si Andrés no hubiera seguido a Cristo? Entonces Pedro, primer Papa de la Historia de la Iglesia no lo hubiera conocido.
Del santo Evangelio según san Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, paseando Jesús por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.
Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
Oración introductoria
Ven Espíritu Santo, dame la luz para aguardar, en silencio, el llamado que Jesús quiera darme en esta oración. Fortalece mi espíritu para que sepa responder rápida y eficazmente, con generosidad y amor, a lo que Dios, en su Divina Providencia, quiera pedirme.
Petición
Señor, quiero seguirte, conviérteme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor.
Meditación del Papa
Encontramos una palabra que nos afecta de modo particular: la palabra "llamada", "vocación". San Pablo escribe: "comportaos de una manera digna de la vocación, de la klesis, que habéis recibido". Y la repetirá poco después, afirmando que "...una misma esperanza a la que habéis sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida". Aquí, en este caso, se trata de la vocación común a todos los cristianos, es decir, de la vocación bautismal: la llamada a ser de Cristo y a vivir en Él, en su cuerpo. Dentro de esta palabra está inscrita una experiencia, resuena el eco de la experiencia de los primeros discípulos, la que conocemos por los Evangelios: cuando Jesús pasó por la orilla del lago de Galilea, y llamó a Simón y Andrés, y después Santiago y Juan. Y antes aún, junto al río Jordán, después del bautismo, cuando dándose cuenta de que Andrés y el otro discípulo lo seguían, les dijo: "Venid y veréis". La vida cristiana comienza con una llamada y queda siempre una respuesta, hasta el final. Y esto tanto en la dimensión del creer como en la del actuar: tanto la fe como el comportamiento del cristiano son correspondencia a la gracia de la vocación. Benedicto XVI, 7 de marzo de 2011.
Reflexión
Dos grupos de hermanos presenta nuestro Evangelio de hoy, quizás insinuándonos que las cosas para Dios tienen caminos tan singulares como llamar a todo el "futuro" de una familia. Pero si es Cristo quien llama... El sabe de sobra lo que hace. Y lo que hacía con la familia de Pedro y de Santiago era algo verdaderamente espectacular.
Andrés, el pequeño hermano de Pedro. ¡Quién lo fuera a pensar! De esos dos hombres habría de sacar la roca donde edificar la Santa Madre Iglesia. Efectivamente, porque otro pasaje, el que nos refiere Juan en su primer capítulo, nos presenta a los dos hermanos menores que se les ocurre seguir a Cristo, le conocen y ellos, terriblemente impresionados de ese singular Hombre que es Jesús, se lo cuentan a sus respectivos hermanos, que debieron ser hombres recios pues eran pescadores, y de gran corazón.
¿Y si Andrés no hubiera seguido a Cristo? O pongamos que lo hubiese seguido, ¿si no le hubiese dicho nada a Pedro? Era legítimo que se callase. El había encontrado al Señor y Pedro era ciertamente su hermano pero nada más. Pero cuando uno conoce a Cristo inevitablemente lo da a conocer. De no haberlo hecho no tendríamos quizás a Pedro, primer Papa de la Historia de la Iglesia.
Sin embargo Andrés comprendió bien lo que significaba haber estado con el Señor. Tenía que mostrárselo a fuerzas a su hermano, tenía que llevarlo a su presencia como lo hizo, aunque Pedro se la estuviera pasando muy bien entre sus pescados, aunque fuera el "hombre" de la casa, aunque no aparentara tener mucha resonancia interior.
Andrés es, pues, el que lo conduce a Cristo, es el que nos hizo el favor de poder tener a ese Pedro tan bueno entre nosotros. Y tan buen hermano fue que no sólo fue apóstol como su hermano sino que dio su vida en la cruz y fundó (así es estimado en las iglesias de oriente) con su sangre la fe de tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, tendremos algún día el gusto de abrazar en la plena comunión con Roma. Andrés, buen ejemplo.
25 nov 2012
Le veréis venir entre las nubes del cielo...
Le veréis venir entre las nubes del cielo...
El hombre de hoy no tiene dificultad para reconocer en Jesús al amigo, pero encuentra difícil proclamarle Señor y reconocerle un poder real sobre él.
Raniero Cantalamessa
Solemnidad de Cristo Rey, Ciclo B.
Daniel 7, 13-14;
Apocalipsis 1, 5-8;
Juan 18, 33b-37
En el Evangelio de este domingo, Pilato pregunta a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?», y Jesús responde: «Sí, como dices, soy Rey». Poco antes, Caifás le había dirigido la misma pregunta de otra forma: «¿Eres tú el Hijo de Dios bendito?», y también esta vez Jesús respondió afirmativamente: «Sí, yo soy». Es más: según el Evangelio de Marcos [Mc, 14, 62. Ndt.], Jesús reforzó esta respuesta, citando y aplicándose aquello que el profeta Daniel había dicho del Hijo del hombre que viene entre las nubes del cielo y recibe el reino que nunca pasará (primera lectura). Una visión grandiosa en la que Cristo aparece dentro de la historia y por encima de ella, temporal y eterno.
Junto a esta imagen gloriosa de Cristo hallamos, en las lecturas de la solemnidad, la del Jesús humilde y sufriente, más preocupado de hacer de sus discípulos reyes que de reinar sobre ellos. En el pasaje del Apocalipsis Él es definido como quien «nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre».
Ha sido siempre difícil mantener unidas estas dos prerrogativas de Cristo –majestad y humildad-, derivadas de sus dos naturalezas, divina y humana. El hombre de hoy no tiene dificultad para reconocer en Jesús al amigo y al hermano universal, pero encuentra difícil proclamarle también Señor y reconocerle un poder real sobre él.
En las películas sobre Jesús, esta dificultad salta a la vista. En general, el cine ha optado por el Jesús humilde, perseguido, incomprendido, tan cercano al hombre como para compartir sus luchas, sus rebeliones, su deseo de una vida normal. En esta línea se sitúan Jesucristo Superstar y, de manera más cruda y desacralizadora, La última tentación de Cristo –de Martin Scorsese-. También Pier Paolo Pasolini, en el Evangelio según Mateo, nos presenta a este Jesús amigo de los apóstoles y de los hombres, a nuestro alcance, si bien no carente de cierta dimensión de misterio, expresada con mucha poesía, sobre todo a través de algunos eficacísimos silencios. Sólo Franco Zeffirelli, en su Jesús de Nazaret, se esforzó por mantener juntos los dos rasgos de Él. Ahí se ve a Jesús como hombre entre los hombres, afable y a la mano, pero a la vez como alguien que, con sus milagros y su resurrección, nos sitúa ante el misterio de su persona que trasciende lo humano.
No se trata de descalificar los intentos de reproponer en términos accesibles y populares el acontecimiento de Jesús. En su tiempo Jesús no se ofendía si «la gente» le consideraba uno de los profetas. Pero preguntaba a los apóstoles: «¿Y vosotros quién decís que soy yo?», dando a entender que las respuestas de la gente no eran suficientes.
El Jesús que la Iglesia nos presenta en la solemnidad de Cristo Rey es el Jesús completo, humanísimo y trascendente. En París se conserva, bajo custodia especial, la barra que sirve para establecer la longitud exacta del metro, a fin de que esta unidad de medida, introducida por la Revolución Francesa, no se altere con el paso del tiempo. De forma similar, en la comunidad de creyentes que es la Iglesia, se custodia la verdadera imagen de Jesús de Nazaret que debe servir como criterio para medir la legitimidad de toda representación suya en la literatura, en el cine, en el arte.
No se trata de una imagen fija e inerte, que hay que conservar al vacío, como el metro, sino de un Cristo vivo que crece en la comprensión misma de la Iglesia, también a raíz de las cuestiones y de las provocaciones siempre nuevas planteadas por la cultura y por el progreso humano.
Jesucristo, Rey del hogar
Jesucristo, Rey del hogar
Hoy que celebramos la Solemnidad de Cristo Rey, que sea para nosotros la gran fiesta que nos ayude a que Cristo sea nuestro Rey.
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
Jesucristo es el Rey del hogar.
Y comenzamos con una anécdota de hace ya muchos años, pues se remonta a Septiembre de 1907, cuando un sacerdote peruano, el santo misionero Padre Mateo, se presentaba ante el Papa San Pío X, que estaba ante la mesa de su escritorio, entretenido en cortar las hojas de un libro nuevo que acababa de llegarle.
- ¿Qué te ha pasado, hijo mío? Me han dicho que vienes de Francia...
- Sí, Santo Padre. Vengo de la capilla de las apariciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María. Contraje la tuberculosis, y, desahuciado de los médicos, fui a la Capilla a pedir al Sagrado Corazón la gracia de una santa muerte. Nada más me arrodillé, sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo. Me sentí curado de repente. Vi que el Sagrado Corazón quería algo de mí. Y he trazado mi plan.
El Papa San Pío X aparentaba escuchar distraído, sin prestar mucha atención a lo que le decía el joven sacerdote, que parecía un poco soñador.
- Santo Padre, vengo a pedir su autorización y su bendición para la empresa que quiero iniciar.
- ¿De qué se trata, pues?
- Quiero lanzarme por todo el mundo predicando una cruzada de amor. Quiero conquistar hogar por hogar para el Sagrado Corazón de Jesús.
Entronizar su imagen en todos los hogares, para que delante de ella se consagren a Él, para que ante ella le recen y le desagravien, para que Jesucristo sea el Rey de la familia. ¿Me lo permite, Santo Padre?
San Pío X era bastante bromista, y seguía cortando las hojas del libro, en aparente distracción. Ahora, sin decir palabra, mueve la cabeza con signo negativo. El Padre Mateo se extraña, y empieza a acongojarse:
- Santo Padre, pero si se trata de... ¿No me lo permite?
- ¡No, hijo mío, no!, sigue ahora el Papa, dirigiéndole una mirada escrutadora y cariñosa, y pronunciando lentamente cada palabra: ¡No te lo permito! Te lo mando, ¿entiendes?... Tienes mandato del Papa, no permiso. ¡Vete, con mi bendición!
A partir de este momento, empezaba la campaña de la Entronización del Corazón de Jesús en los hogares. Fue una llamarada que prendió en todo el mundo. Desde entonces, la imagen o el cuadro del Sagrado Corazón de Jesús ha presidido la vida de innumerables hogares cristianos. Jesucristo, el Rey de Amor, desde su imagen bendita ha acogido súplicas innumerables, ha enjugado torrentes de lágrimas y ha estimulado heroísmos sin cuento.
¿Habrá pasado a la historia esta práctica tan bella? Sobre todo, y aunque prescindamos de la imagen del Sagrado Corazón, ¿dejará de ser Jesucristo el Rey de cada familia?...
Hoy la familia constituye la preocupación mayor de la Iglesia y de toda la sociedad en general.
Porque vemos cómo el matrimonio se tambalea, muchas veces apenas contraído.
El divorcio está a las puertas de muchas parejas todavía jóvenes.
Los hijos no encuentran en la casa el ambiente en que desarrollarse sanamente, lo mismo en el orden físico que en el intelectual y el moral.
Partimos siempre del presupuesto de que la familia es la célula primera de la sociedad. Si esa célula se deteriora viene el temido cáncer, del que de dicen que no es otra cosa sino una célula del cuerpo mal desarrollada.
Esto que pasa en el orden físico, y de ahí tantas muertes producidas por el cáncer, pasa igual en el orden social. El día en que hayamos encontrado el remedio contra esa célula que ya nace mal o ha empezado a deformarse, ese día habremos acabado con la mayor plaga moral que está asolando al mundo.
Todos queremos poner remedio a las situaciones dolorosas de la familia.
Y todos nos empeñamos cada uno con nuestro esfuerzo y con nuestra mucha voluntad en hacer que cada casa llegue a ser un pedacito de cielo.
¿Podemos soñar, desde un principio, en algún medio para evitar los males que se han echado encima de las familias?
¿Podemos soñar en un medio para atraer sobre los hogares todos los bienes?..
¡Pues, claro que sí! Nosotros no nos cansaremos de repetirlo en nuestros mensajes sobre la familia. Este medio es Jesucristo.
Empecemos por meter a Jesucristo en el hogar.
Que Cristo se sienta invitado a él como en la boda de Caná.
Que se meta en la casa con la libertad con que entraba en la de los amigos de Betania.
Que viva en ella como en propia casa, igual que en la suya de Nazaret... Pronto en ese hogar se notará la presencia del divino Huésped y Rey de sus moradores. En el seno de esa familia habrá paz, habrá amor, habrá alegría, habrá honestidad, habrá trabajo, habrá ahorro, habrá esperanza, habrá resignación en la prueba, habrá prosperidad de toda clase.
Jesucristo, Rey universal, ¿no es Rey especialmente de la Familia?... Acogido amorosamente en el hogar, con Él entrarán en la casa todos los bienes....
Hoy que celebramos la Solemnidad de Cristo Rey, que sea para nosotros la gran fiesta que nos ayude a que Cristo sea nuestro Rey.